—Sí, claro. Que no me gusta que me falten el respeto. —¿De qué hablas, Valeria?—No me parece que te acuestes conmigo mientras tonteas con otra en plena calle donde todo el mundo ve.—No he tonteado. Soy fiel a mis votos —Ante la ceja levantada de su mujer entendió a lo que se refería—. No te traicioné. Emily es una vieja amiga.—Sí, ya. Muy amiga.Noah sonrió abiertamente por primera vez esa noche.—¿Estás celosa, preciosa?—¿Pero que dices? Estás loco. Para sentir celos debería amarte y yo no te amo. Noah perdió la sonrisa. Había olvidado que Valeria también sabía golpear donde más dolía. Esa conversación lo había hecho olvidar el motivo por el que había ido a Nueva York. Y por mucho que no quisiera recordar el pasado era inevitable pensar que había dejado a Emily porque no quería nada serio. Y sin embargo con Valeria había caído bajo su embrujo y había empezado a imaginar un futuro.—Por supuesto que no, pelirroja. Lo que te salva es que estás rebuena porque si no tendría que ima
A medida que los días fueron pasando, el dolor se fue mitigando aunque a Valeria le partía el alma cada vez que hablaba con Penélope. El vacío en los ojos de su amiga se podía apreciar a millas de distancia. El señor Rain le había dicho que no sabía que hacer, que la tristeza le estaba consumiendo el cuerpo. La única alegría que tenía era su hijo. Valeria lo había visto poner sus manitas en las mejillas de su madre, como si él fuera capaz de entender su dolor. Valeria se estaba arreglando para una cena benéfica de última hora cuando Noah entró con problemas en la corbata y los gemelos.— ¿Necesitas ayuda, cariño?—Sí, por favor. Dichosas cosas. Eso lo tuvo que inventar alguna mujer para hacernos pasar trabajo.—Claro que sí —le dijo mientras se paraba delante de él y empezaba a ayudarlo—. Además de que se ven muy guapos. Entonces supongo que ustedes inventaron los tacones y el sujetador.—Un verdadero hombre no hace sufrir a una mujer.—Claro que no. Ya se encarga la naturaleza de h
Valeria apenas hizo un gesto imperceptible con la cabeza. Algo le decía que las palabras dichas a continuación cambiarían su vida para siempre. —Me gustaste desde el primer instante en que mi camino se cruzó contigo. Te he amado como nunca he amado a nadie. Como nunca lo haré en un futuro. También has sido la persona por la que más odio he sentido. Llegado un momento las ganas que tenía de hacerte sufrir casi acaban conmigo.>>—¿Estás de a
Valeria se estaba quedando dormida cuando una enfermera regresó con los resultados. Ciertamente todas las emociones del día le estaban pasando factura. Se sentía más cansada que de costumbre y cualquier cama era la culminación de todos sus deseos. Había enviado a Noah a interesarse por su hermana pero los minutos habían hecho que el cansancio finalmente venciera. —¿Cómo se siente, señora? —Ay, por favor. No me digas así. Eso me recuerda a una viejita llena de arrugas y con los dientes postizos. Me conformo con Valeria. ¿Y ahora dígame que tengo? Ya sé que debo desayunar más. Pero hable, buena mujer, no se quede callada. —Es que a mí me enseñaron que cuando una persona habla las demás deben de guardar silencio.El sonrojo cubrió las mejillas de Valeria. Eso le pasaba cuando estaba nerviosa. Hablaba hasta por los codos. Y era algo que había aprendido a perfeccionar con el paso de los años. Un abogado no podía hablar de más en los juicios. Sería suicidio profesional. —Disculpe —admi
—Ok, vamos a calmarnos. Ninguno tiene idea de lo que estaba pasando por la mente de mi suegra. Tú —dijo Noah señalando a Valentina— acabas de pasar un susto inmenso y tú, pelirroja, no puedes alterarte. —¿Esto será así todo el tiempo? —contestó Valeria alzando las cejas— porque te recuerdo que no es ninguna enfermedad. —¿De qué hablan? —intervino Valentina sin entender nada. No sabía si eran las pastillas o el trauma, pero no atinaba a juntar una frase con otra. Sumandole las dudas que la estaban carcomiendo después de escuchar las palabras de su madre, no tenía todas las facultades. Valeria se giró a su hermana y le dedicó una leve sonrisa. Cogió sus manos y se sentó en la cama.—¿Lista para malcriar a tu sobrino o sobrina?Valentina parpadeó lentamente. Valeria se lo devolvió en respuesta. De fondo se escuchaba las palabras de David felicitando a Noah mientras le daba una palmada en la espalda.—Hombres —habló al fin dándole a su hermana un fuerte abrazo—, se creen que todo el mé
La sala se sumió en un silencio profundo cuando las cuatro mujeres entraron en la estancia. Sin embargo las expresiones de cada rostro hablaba más que las palabras. Noah y David no entendían nada. Fernando tenía una expresión de desasosiego y Bibiana, Bianca, Valeria ya no sabía como se llamaba la mujer a la que había llamado madre durante tantos años, ardía de furia. Furia cruda y pura. —¿Cómo estás, hermana? —fueron las palabras de quien Valeria suponía era su madre—. Por lo que puedo apreciar, bastante bien. No sé como puedes dormir por las noches. La conciencia no debe dejarte tranquila. Aunque imagino que en alguien sin alma como tú, eso no debe ser problema alguno.—Te hice un favor. Eres una criminal muy peligrosa. Mataste a un hombre. Mejor en un psiquiátrico que en la cárcel. O quizás no debía ser tan benévola y dejar que te hubieran puesto la inyección letal. Así estarías bajo tierra y no dando lata.—Te aplaudo —Y para confirmar Bianca hizo el gesto con las manos— ¿Quieres
La sentencia fue clara. Bibiana Martins, porque no había ningún documento que certificara que se apellidaba Cronwell fue declarada que no estaba en plenas facultades. Su condena fue pasar el resto de su vida en un instintuto de enfermos mentales, en un lugar donde no se hablara ingles y donde siempre estuviera un ojo sobre ella. Fernando Cronwell se encargaría de eso. Como de alguna otra cosilla más. No le iba a volver a hacer daño a su familia. Ni a más de mil kilómetros de distancia se iba a acercar a ellos. —Ganamos, mamá. Ganamos —dijo Valeria emocionada mientras le daba un abrazo a su madre. No iba a permitir que nadie los volviera a lastimar. Aunque por la mirada de su padre supo que élse encargaría de eso. Valentina se acercó a darle un beso en la mejilla. Ella no había podido tener ese tiempo.—Hacemos un buen equipo, pelirroja —advirtió Noah colocando un brazo encima de su mujer y dándole un beso en la cabeza— ¿Lo celebramos?—Sí, claro —respondió a la vez que no dejaba de
Valeria sonrió ante la foto que coronaba su escritorio. Su familia al completo. En la ceremonia de renovación de votos de su mamá y su papá. Ese día el amor podía respirarse en el aire tan fuerte como las flores que estaban dando el comienzo de la primavera. Había llorado con sollozos y todo. Le había echado la culpa a las hormonas. Pero no podía evitar el júbilo que corría por sus venas al ser partícipe de la felicidad de sus padres.Hacía tres meses ya de esa celebración. Siete desde que se habían vuelto a reencontrar. Desde que no habían vuelto a tener noticias de Bibiana. Jamás ninguna de las dos volvió a referirse a la hermana de su madre como su tía. No merecía ser llamada como tal. Era un error. Un gran error que pertenecía al pasado. Y ahí debía quedarse. Valeria se pasó una mano por su prominente barriga. Tratando de alguna forma de calmar la cantidad de volteretas que estaban haciendo. Fue en vano. Sus pequeños le estaban diciendo que ya era la hora de comer. Que no se ent