El cielo estaba claro en la ciudad de Nueva York cuando aterrizó uno de los vuelos Charter de San Francisco. Sus pasajeros descendieron rápidamente pues estar metidos seis horas en un lata voladora no era algo que muchos soportaran. Sin embargo uno de los clientes de primera clase descendió con calma. Como si tuviera todo el tiempo del mundo. Iba a establecerse un tiempo en la Gran Manzana y tan solo llevaba una maleta de mano. Con lo imprescindible. Lo demás ya se lo compraría allí o sus ayudantes se lo mandarían bajo la estrecha supervisión de su madre. Fue a la única que llamó para informarle que había llegado. A su última amante de turno no le debía ninguna explicación. Se preguntaba en que momento de la vida se había vuelto tan cínico. Que le importaran tan poco los sentimientos. Lo sabía bien. Hacía unos años atrás. Cuando la mujer que le juró amor eterno en una playa del Caribe lo desechó como basura al saber de su condición. Condición de la cual era culpable a un cincuenta
Valeria se pasó unos días con la mosca detrás de la oreja. Había algo en el galán de su hermana que no le acababa de gustar. Fue mirando el periódico cuando su mundo se vino abajo. No lo había hecho. Valentina no lo había hecho y sobre todo sin decirle.El grito de Valeria hizo que su hermana saliera desnuda del baño con un pomo de gel como arma. —Volviste con el malnacido ese. Ya sabía yo que ocultaba algo ¿cómo se te ocurre? —Sus gritos se podían escuchar en la otra punta del país. Siempre había sido comedida. Ni siquiera en los juicios cuando se ponían calientes de verdad perdía los cabales. Valentina regresó al baño sin hablar. Las gotas de agua descubrían el camino que había tomado.— ¿A dónde vas? —preguntó Valeria rabiosa— No crees que merezco una explicación. Me mentiste. Jamás me habías mentido. —No lo hice —afirmó su gemela calmada—. Tú asumiste las cosas. El nombre que te dio ayer, es real. Forma parte de él. Y que puedo decir. En el corazón no se manda.—Y así lo dices
Valeria no quería resultar una mujer ansiosa y empecinada, pero al cabo de tres horas ya deseaba llamarlo aunque solo fuera para escuchar su voz. No sabía lo que provocaba Mario, pero esa sensación nunca la había sentido por nadie. Estaba en una nebulosa.Era pasada la media noche cuando su móvil sonó con la entrada de un mensaje. Y si no llega a ser porque su hermana estaba durmiendo en el cuarto de al lado, su grito se hubiera escuchado al otro lado del Atlántico. "¿Nos podemos ver mañana? Valeria se demoró en contestar. Se debatió unos minutos en hacerle pensar que estaba dormida, pero siempre había sido una mala mentirosa. "Sé que no estás dormida, nena. En serio quieres hacerme creer que es así. Si sientes el mismo entusiasmo que yo ante una nueva aventura, los nervios no te dejarán conciliar el sueño""Estaba pensando. ¿Cómo estuviste mi número?"Le eché una miradita a tu móvil. No quería, ni quiero, perderte de vista. ¿En qué estabas pensando? Soy yo la causa de tus desvelos
Los días pasaron entre citas y besos ardientes. No había sucedido nada más y no era porque Valeria no lo quisiera. Pero al parecer el hombre con el que estaba saliendo era uno de esos hombre de antaño. De los que ya no quedaban. Eso o tenía hielo en las venas. Y por los besos que le daba constantemente, lo dudaba mucho. Agradecía que Valentina estuviera con los preparativos de su boda. Boda que no le acababa de gustar. Era un romance relámpago. Además David ya había lastimado a su hermana, quien le aseguraba que no lo volvía a hacer. Que a la primera de cambia, la volviera a dejar en la estacada. Era cierto que las circunstancias no eran iguales. Ahora estarían casados. Y un matrimonio no sería tan fácil de romper como una relación de noviazgo. Aún así disfrutó ver a su gemela vestida con un vestido de novia que sería el sueño de cualquier mujer. Sabía que siendo niña se había imaginado su boda un centenar de veces. Sin embargo después de haber perdido la memoria no había pensado en
Valeria despertó entre un mar de sábanas y totalmente mareada. Un vistazo a su alrededor le mostró que no estaba ni en su cama, ni en su habitación. Lo último que recordaba era ver a su hermana prepararse para irse de la fiesta. Lo demás estaba difuso. Le costaba separar la realidad de la fantasía. Sólo le costó un momento para reconocer que estaba completamente desnuda debajo de la sábana de lino. Un gemido salió de sus labios. No podía admitir que se había ido a la cama con un desconocido. Pero el dolor entre sus piernas estaba ahí. La incomodidad estaba latente. Y eso sólo era señal de dos cosas. De que había disfrutado mucho o de que le habían hecho mucho daño.Un recuerdo fugaz de ella pidiendo más la sonrojó. Además del hecho de que si la hubieran violado, su agresor no estaría tan felizmente dándose una ducha. Se hubiera marchado.Con lentitud para no caerse de bruces contra el suelo, empezó a buscar algo que determinara la identidad de su amante. A lo mejor Mario la había enc
Valeria estaba comiendo como si fuera un pajarito. De a poquito. Pero mantenía su boca en movimiento para evitar hablar con el imbécil que tenía en frente. En el tiempo que se habían demorado en llevarles el desayuno había planificado una estrategia. No tendría un hijo con Noah. Puede que su reloj biológico estuviera sonando la alarma, pero ella sentía un resquemor en el pecho cada vez que pensaba en ser madre. Además del otro hecho. La dichosa cláusula que la obligaba a donar a su bebé como si fuera un vientre se alquiler. No quería ser madre, pero si el destino le tiraba ese hueso no pensaba despacharlo así como así. Noah podía creer que la conocía, pero ella también era abogada y una muy buena. Encontraría algo. Sin embargo en esos instantes la preocupaba algo más. Alcanzó el móvil y llamó a su hermana. Le importaba un comino si interrumpía su luna de miel, David era otro tipejo que ya tenía una cuenta pendiente con ella. —¿Qué estás haciendo? —preguntó Noah cuando la vio marcar
Noah cogió a su mujer por el codo cuando salió de la habitación. No pudo evitar quedarse cerca y escuchar la conversación. La culpa la tenía el ultimo en salir, que había dejado la puerta entre junta. Escuchó las palabras de su cuñada preguntando si había recuperado la memoria, pero no podía ser, cuando él tenía pruebas de que no era así.—No sabía que también fueras actriz. Mira que engañar a tu familia todos estos años diciendole que sufrías de amnesia.—Cree lo que te de la gana.—Teniendo en cuenta —continuó como si nada. Como si Valeria no hubiera hablado—, que me reconociste de inmediato y eso que tenías unas copas de más. Valeria se detuvo en medio del pasillo. A pesar de ser él quien la sostenía, era ella quien guiaba el camino. Noah no conocía nada del hospital y ella era la que quería marcar las pautas en su relación. Él quería pasarla bien en la cama, por ella no había problema, siempre que un análisis dijera que estaba más limpio que una patena.—Recuerdo algunas cosas, n
—Sí, claro. Que no me gusta que me falten el respeto. —¿De qué hablas, Valeria?—No me parece que te acuestes conmigo mientras tonteas con otra en plena calle donde todo el mundo ve.—No he tonteado. Soy fiel a mis votos —Ante la ceja levantada de su mujer entendió a lo que se refería—. No te traicioné. Emily es una vieja amiga.—Sí, ya. Muy amiga.Noah sonrió abiertamente por primera vez esa noche.—¿Estás celosa, preciosa?—¿Pero que dices? Estás loco. Para sentir celos debería amarte y yo no te amo. Noah perdió la sonrisa. Había olvidado que Valeria también sabía golpear donde más dolía. Esa conversación lo había hecho olvidar el motivo por el que había ido a Nueva York. Y por mucho que no quisiera recordar el pasado era inevitable pensar que había dejado a Emily porque no quería nada serio. Y sin embargo con Valeria había caído bajo su embrujo y había empezado a imaginar un futuro.—Por supuesto que no, pelirroja. Lo que te salva es que estás rebuena porque si no tendría que ima