Capítulo 22:

—Ya era hora, sirena —dijo David con las manos alzadas mientras Valentina abría los ojos lentamente—. Me has tenido con el Jesús en la boca desde hace un buen rato.

—Estaba herida y agotada. Todavía lo estoy.

—Y seguirás así mientras no te espabiles un poco. Eso es lo que da dormir trece horas de un tirón.

— ¿Qué has hecho en ese tiempo?

"Mirarte fijamente y pegar la oreja a tu pecho en señal de que subía y bajaba"

—Buscar nuestro sustento. No podemos vivir a base de líquidos —fueron sus palabras en cambio—. Logré pescar algunos y llenar una cesta. Y también encontré un árbol con la base hueca lleno de frutos secos. Quizás se lo quité a alguna ardilla, pero ella puede encontrar más. Nosotros no. Y algo me dice que nos quedaremos aquí por unos días.

— ¿Por qué piensas eso? —preguntó mientras se envolvía más firmemente en la manta

—Mira —David echó a un lado pequeño pedazo de tela que se podía considerar cortina para que pudiera percibir su entorno.

Más allá de los cristales de l
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