—Volviste temprano anoche —fue la afirmación de Valeria cuando encontró a su hermana preparando la cafetera—. Pensé que ibas a tener una noche de escándalo. — ¿En la primera cita? Eso es extravagante incluso para ti.—Porque siento que ya lo conoces de antes. El tipo sabe cosas que no debería saber en el poco tiempo que te conoce.— ¿Cómo qué? —cuestionó Valentina alzando una ceja de forma interrogante— ¿Que soy la mayor? Eso lo sabría cualquiera que nos observara un poco. Siempre estoy pendiente de ti. El más mínimo detalle y me ves como mamá gallina.—Claro como la que tenemos nunca ha sabido cumplir ese papel. Entonces el papacito te tiene fichada. ¿A dónde te llevó anoche? —A un restaurante precioso entre la quinta y tercera del este. Parecía de otro mundo. Incluso pidió por mí —Valentina omitió los percances que tuvieron nada más salir del edificio. No sabía mentir. Menos aún ocultarle algo a su gemela sin ser testigo directo de sus dudas. Así que eligió la verdad. O al menos g
Valentina leyó el contrato dos veces. Por más que deseaba no aliarse con David, las cosas no estaban saliendo como quería. Todo se contaba el con pelos y señales. Había una cápsula entre tantas galimatías. La empresa seguiría como estaba. No habría cambios. Siempre que ella accediera a casarse con él. — ¿Puedo leerlo con calma? —preguntó dudosa. —Por supuesto. Siempre y cuando tu respuesta sea un acertado sí. Tú dependes más de mí que yo de ti.—No me estás convenciendo, David. —No tengo que convencerte, preciosa. Ya tu conciencia lo está haciendo por ti. Mírame. A Valentina sólo le dio tiempo alzar la mirada cuando sintió esos gruesos labios sobre ella. Fue como regresar el tiempo. Hasta los deseos de empujárselo de arriba se le quitaron. David sabía como hacerla callar. Que puntos tocar para que solo con un beso volverla loca. Se dijo a sí mismo que había sido para ir ensayando, para ir enseñándole al mundo que esa mujer llevaba su olor por todo su cuerpo y muy pronto también
Los días fueron pasando. Ya nadie se asombraba al ver la oficina de Valentina llena de cajas de regalos y flores. Aunque había tenido cuidado de abrirlo frente a los demás. Todavía resonaba por los pasillos la bromita del camisón blanco. Lukas cada vez que la veía le bajaba y alzaba las cejas de forma divertida. Algo le decía que tendría suficiente munición para una temporada. Se cobraría todas y cada una de las que ella le había hecho cuando estaban en Bélgica. Las citas eran otra cosa que estaba a la orden del día. Se había vuelto cotidiano que salieran juntos tomados de la mano. Que fueran a lugares románticos y que compartieran besos ardientes como si fueran un par de adolescentes con las hormonas alborotadas. Y aunque esos besos dejaban a Valentina con ganas de más no se podía decir lo mismo de su incipiente relación. Apenas hablaban. Lo único que hacían era discutir. Y cuando tenían gente alrededor de lanzaban puñales con la mirada. "Hipócritas. Eso era lo que eran. Tremendo
Valentina trató de permanecer impávida ante las palabras del sacerdote. Repitió las palabras en el momento que le tocaba y intento mover sus labios para una sonrisa normal. Lo que no pudo esconder fue los temblores de sus manos. Y sabía que David los podía sentir pues tenía sus dedos entrelazados. Su cuerpo vibró cuando colocó la cadena en su cuello y le dio una tierna pero caliente caricia. Y sé sintió en las nubes cuando el cura no había terminado de decir "puede besar a la novia" y su esposo la había cogido por la cintura y la había besado. Besar no. Comer era un término más preciso. Valentina se olvidó del mundo mientras se entregaba a esa pequeña muestra de pasión. No importaba las miradas, risas o silbidos. David la dejó de besar cuando quiso. En el momento exacto que sintió que necesitaban tomar aire. Y aún así la mantuvo bien cerquita cuando emprendieron el camino de salida. Ya era suya. Ya podía hacer con ella lo que quisiera. Se tomaron las fotos pertinentes. Se cort
Valentina despertó de la inconsciencia cuando tenía casi el agua al cuello. Una piedra había detenido el auto e impedido que se hundiera más. La frialdad cortaba en su piel como si fueran cuchillas y le costaba trabajo tomar un respiro tras otro. Descontando que no sentía el cuerpo y tenía embotado los sentidos. Trató desesperadamente de alcanzar a David, pero por alguna extraña razón se hallaba demasiado lejos y demasiado inconsciente. No había que ser médico para saber que si no había despertado lo más probable es que se estuviera ahogando. De alguna forma el auto estaba más inclinado del lado de su marido que del suyo. Intentó luchar contra el amarre del cinturón. Una vez. Dos. Estaba atorado. La desesperación estaba empezando a hacer mella en su resistencia. Si no moría ahogada, lo haría debido a la gelidez de las aguas. Solo agradecía dos cosas. Que no estuviera tan oscuro, pues la oscuridad y el agua no eran buenas compañeras y que no hubiera llovido lo suficiente para que
—Ya era hora, sirena —dijo David con las manos alzadas mientras Valentina abría los ojos lentamente—. Me has tenido con el Jesús en la boca desde hace un buen rato. —Estaba herida y agotada. Todavía lo estoy. —Y seguirás así mientras no te espabiles un poco. Eso es lo que da dormir trece horas de un tirón.— ¿Qué has hecho en ese tiempo?"Mirarte fijamente y pegar la oreja a tu pecho en señal de que subía y bajaba" —Buscar nuestro sustento. No podemos vivir a base de líquidos —fueron sus palabras en cambio—. Logré pescar algunos y llenar una cesta. Y también encontré un árbol con la base hueca lleno de frutos secos. Quizás se lo quité a alguna ardilla, pero ella puede encontrar más. Nosotros no. Y algo me dice que nos quedaremos aquí por unos días. — ¿Por qué piensas eso? —preguntó mientras se envolvía más firmemente en la manta—Mira —David echó a un lado pequeño pedazo de tela que se podía considerar cortina para que pudiera percibir su entorno. Más allá de los cristales de l
La clara luz del amanecer se filtraba por las ventanas cuando David se despertó. Tenía las piernas de Valentina enredadas entre las suyas y su mano apoyada en su pecho. Nunca había sido testigo de lo bella que eran las mujeres cuando estaban en ese estado apacible, al final de cuentas su intención era una bien diferente a dormir. Esa era la primera vez que despertaba en una cama que no era la suya con una mujer entre sus brazos. Y no cualquier mujer, la suya. Bastaron pocos segundos para pasar de todo lo que había pasado la noche anterior a la promesa que se había hecho a sí mismo un año atrás. Tenía que recomponer sus muros. Aunque nadie había dicho que no podía sacar beneficios del proceso. Se levantó con cuidado pues lo menos que quería era tener que enfrentar esos orbes verdeazulados. Buscó su ropa que estaba al lado de la cama y salió a coger aire. Mejor una pulmonía que un minuto más en esa casa que estaba llena de feromonas. Valentina se despertó sola en la cama. Había pensa
—Necesito que me dejen a solas con Valeria, por favor.Nadie absolutamente nadie se dispuso a contradecir la orden de Valentina. No solo por el hecho de que estaba convaleciente. Sino por la simple razón que muchos conocían el lazo que unía a las gemelas. Noah le dio una breve mirada a su esposa antes de encaminarse a la puerta. —No deberías alterarte, sirena —le advirtió David desde la cama adyacente. Por suerte o por desgracia no podía moverse sin descontar la bolsa de suero que estaba pegada a su vena.—No te hagas el preocupado. No te va. Además me operaron el muslo no la cabeza—respondió irónica. Se giró hacia su hermana—. Y bien, estoy esperando que me expliques con lujo de detalles como carajos estás casada. Y con alguien que no conoces.—Sí que lo conozco —susurró con la mirada en el suelo.—A sí ¿De dónde? De un fiesta de streaptease.—Valentina —la regañó David. No podía dejar que humillaran a alguien delante de él. Calló su cerebro cuando le recordó que había ultrajado a s