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CAPITULO 2 EL PISO DE ONCOLOGÍA INFANTIL.

Ashley Freetman.

─ Doctora, Ashley. ─ susurra uno de los niños sentándose en la camilla para abrazarme. Acción que se detiene cuando observa a los pocos pasos la cadena de médicos. Igual lo abrazo aunque sé que me ganaré la reprimenda del siglo. 

─ A lo que todos se retiren del pasillo yo vuelvo a dejarte tú sorpresita ─ le aseguró al niño y así será, hoy les he traído las ricas gelatinas que sé cuánto le gustan y que mi amigo Mésele, con toda seguridad las tiene escondidas. 

─ ¿Cuándo culmine la guardia te marcharás? ─ Pregunta el niño mirándome entristecido.

─ No, la doctora Ashley, tiene guardia toda la noche hasta mañana ─ mencionó el doctor Noah, acercándose, el niño sonrió y yo moví su cabello sonriendo.

─ Este Guerrero presenta un Neuroblastoma en glándula suprarrenal, está iniciando en el tejido nervioso ─ explica el doctor Noah, a los médicos que están recorriendo el área para recibir la guardia que inicia desde las ocho de la noche hasta las ocho de la mañana, los colaboradores las tenemos de seis a seis, pero casi siempre nos quedamos para hacer los recorridos de las entregas de guardia, en este pequeño momento, se aprende mucho de cada diagnóstico. 

El recorrido finaliza y voy a buscar las gelatinas para entregárselas a los niños que las pueden consumir a esta hora, me tardo más de lo debido ya que ellos siempre me entretienen.

Llego al estar médico y busco las chupetas que nunca me faltan, le entregó a mis colegas una para cada uno y me voy hacia una de las sillas, en los pequeños momentos de descanzo todos agradecemos porque no hay emergencias y respiramos profundo. 

Observo al doctor Noah, firmando papele. Con toda seguridad está hundido en su responsabilidad administrativa en el área de Oncología infantil. 

Busco mi teléfono y mis audífonos y comienzo a coordinar la planificación de los eventos que tenemos pendientes, ingreso en las tiendas virtuales de festejos buscando lo que necesito. 

Hay varios eventos infantiles y todo lo que tenga que ver con infantes y hacerlos felices es mi mundo, ingreso a un chat de decoración infantil y observo las artes en decoración con globos, hay payasos y animales hechos de globos, también árboles navideños y regalos; todo hecho con globos. Me encantan y ya tengo una idea para uno de los eventos, sonrío feliz y comienzo hacer los pedidos desde mi teléfono, así cuando salga mañana del hospital paso a recoger todo lo que he encargado.

Ingreso a otras tiendas virtuales y sigo haciendo los pedidos, consulto con mis tías enviándonos imágenes e ideas las cuales compartimos, en una hora e avanzado un poco y...

La alarma se enciende y se que es una emergencia. El doctor Noah, hace a un lado su bolígrafo levantándose, observa su indicador y...

─ Ala cuatro ─ señala y enseguida nos dirigimos al ala que a mencionado. El enfermero Mésele, nos hace seña cuando prácticamente estamos corriendo por el pasillo.

─ Doctor, comenzó a presentar convulsiones, ─ expresa el enfermero corriendo junto a los dos médicos y yo.  

Llegamos a la camilla donde está el pequeño con una fuerte convulsión, escuchamos nuevamente la alarma y sabemos que es otra emergencia, observó los dos médicos y se que esa emergencia la cubrirá otro médico de los que está de guardia con sus colaboradores. 

─ Tiene mucha fiebre ─ menciono cuando toco el cuerpecito del pequeño, enseguida la enfermera le coloca la cinta del termómetro mientras tratamos de estabilizarlo.

─ Doctor la saturación bajó de ochenta a setenta ─ informo observando el indicador y notando como sigue descendiendo. La dificultad respiratoria está aumentando y se que estamos perdiendo al pequeño. El Doctor Noah, se mueve apresurado inyectando al pequeño sin dar la orden al núcleo de enfermeros. 

El enfermero Mésele, se apresura a medir la presión barométrica.

─ La hipoxemia es severa ─ informo observando el indicador, la respiración se hace más dificultosa y a aumentado también la frecuencia cardiaca.

─ Administración de oxígeno ─ ordena el doctor y ya yo vengo apresurada para suministrarlo al notar el aumento de la dificultad respiratoria, pidiéndole a Dios que con solo eso sea suficiente y no tengamos que introducirlo a quirófano para intervenirlo. 

─ El paciente ingresa para fisioterapias respiratorias ─ indica el doctor Noah, diez minutos después. Respiro aliviada al notar que la respiración del pequeño va nivelando y la saturación está ascendiendo. 

─ No puede descender de noventa ─ indica el doctor al núcleo de enfermería. El jefe de enfermeros es Mésele, y él asiente dando órdenes a sus colegas. Noah, receta los antibióticos que deben suministrar, el niño tiene un síntoma viral y en su cuadro de salud una simple gripe en pacientes con cáncer puede causar mucho daño y hasta la muerte. 

Saliendo de ese pasillo la alarma vuelve a sonar, el doctor y yo nos observamos. Yo, desde hace tres meses he sido nombrada su colaborador y nadie con su experiencia y su entrega para aprender de él. Ambos nos dirigimos al otra ala que es donde está señalada la emergencia, ingresamos observando al niño que tiene una hemorragia nasal. La alarma vuelve a sonar y se que esta será una de esas largas noches en el piso de Oncología pediátrica. 

Son la una de la madrugada, desde las nueve de la noche no habíamos tenido descanso hasta este momento. Llego al Star de médicos y ayudo a la asistente de guardia con el trabajo administrativo.

─ Estoy solicitando insumos médicos ─ señala la joven el ordenador.

─ Te ayudo ─ le indico, ya en varias oportunidades lo he hecho para surtir las necesidades del piso de Oncología pediátrica.

El doctor levanta su rostro y mueve su cabeza desestresándose un poco. Se nota cansado y creo que igual me veré yo. Montar guardias o colaboraciones de veinticuatro horas es difícil y a esta hora de la madrugada los efectos se notan. 

─ Mejor descansemos un rato ─ dice el doctor Noah, llegando hasta mi lado y observándome. 

─ Pero es el primer turno ─ musito elevando la mirada hacia él y frunciendo el entrecejo ya que al doctor Noah, le gustaba descansar en el segundo turno de guardía. 

─ Lo sé, pero estamos aquí desde esta mañana y a estado muy movido el día, los que ingresaron de guardia en la noche pueden descansar el segundo turno ─ expresa y es cierto, si hay algo que destaca al doctor es que no le gusta dejarse vencer por el cansancio, según él para estar en condiciones si se presenta una emergencia. 

Me levanto de la silla para dirigirme a la habitación de descanso, la verdad es que necesito un par de horas. Le sonrío a mis cuasi colegas, estiro mi cuerpo y salgo del área del Star médico, siento los pasos del doctor Noah, detrás de los míos y... 

Toma mi brazo deteniendo mi andar al área de descanso.

─ Utiliza el área de lencería ─ propone y yo lo observo, su rostro serio no refleja nada.

─ Allí nadie nos molestará y lograremos descansar un poco ─ musita y es cierto. Asiento y él camina unos pasos y ahora soy yo quien sigue su andar.

Llegamos al área de lencería y el lugar me trae a los recuerdos de hace unos meses atrás, exactamente diez meses antes. Cruzamos los estantes donde todo está acomodado, observo las sábanas y las colchas para vestir las camas hospitalarias y seguimos hacia esa pequeña habitación donde todo sucedió. 

Me acomodo en el sofá dejándole a él la cama individual. En mi pecho se siente el golpeteo de mi corazón y siento como la adrenalina va haciendo su función en mi cuerpo y solo desvío la mirada de la cama, tomo mi teléfono para llenar mi mente de otras imágenes y calmar los golpes de sangre que bombean mi pecho con los recuerdos.

Pero nada es fácil cuando el doctor Noah, se acomoda a mi lado. El corazón se me quiere salir del pecho, estamos solos, pero también agotados y esta vez él no está dopado con el alcohol. 

Trató de calmar mi respiración, controlar mi cuerpo y cerrar la boca para que mi baba no se salga. Trato de no salivar, pero es imposible cuando tengo mi amor platónico tan cerca de mi cuerpo. 

─ Le dejé la camilla doctor ─ susurro con nerviosismo. 

─ Nunca permitiría eso, descansa tú en la cama ─ propuso levantando la mirada de la pantalla de mi teléfono y buscando mi mirada. 

─ ¡Rayos! ─ menciona bajando nuevamente la mirada al teléfono, yo hago lo mismo y frunzo mi entrecejo observando las imágenes de decoraciones infantiles. 

─ ¿Sucede algo? ─ Pregunto con curiosidad.

─ Creo que no, solo que Jaime, me ha encargado unos adornos para decorar su salón estudiantil ─ musitó un poco contrariado, sonreí entendiendo lo complicado que es para el doctor integrarse al arte decorativo y a las fechas decembrinas que inician en dos días.

─ Diciembre está muy cerca y el ambiente de este mes también ─ menciono sonriendo comprensivamente. Él respira profundo y entiendo que no le agrada mucho el ambiente decembrino. 

─ No se preocupe, yo puedo ayudarlo mañana cuando salga del hospital debo pasar por unas tiendas retirando los encargos que tengo pendiente para los eventos, si desea puedo comprar algo para Jaime. ─ Ofrezco sonriendo y él me observa y luego baja su mirada a mis labios, volviéndola a subir a mis ojos. 

─ Te puedo acompañar y así me dices todo lo que debo comprar ─ propone y yo asiento. Me levanto del sofá y me voy a la camita individual para que él pueda descansar, ambos nos observamos y disimulo tomando mi teléfono y tapando mi rostro, coloco la alarma y no puedo negar que estaba cansada porque a los minutos caí en un sueño profundo.

El ruido de mi teléfono me despierta, giro mi cuerpo ya que no se en que momento me he girado boca abajo en la camita, que no sé ni cómo da para hacer ese giro. Observo la hora en la pantalla de mi teléfono y son las tres y media de la madrugada. 

Me acerco hasta el doctor Noah, y notó que está sudando y se mueve incómodo, lo llamo pero parece estar profundamente dormido. Vuelvo a llamarlo, pero no escucha y noto otro movimiento de incomodidad, quizás tiene un mal sueño murmuro observando su frente perlada por el sudor. 

Observo su cadera y su alarma de emergencia está normal, así que lo dejo descansar un rato más. Salgo de la pequeña habitación y luego del área de lencería. Tomo mis pertenencias y me dirijo al baño, lavo mis dientes y mi rostro. Recojo mi cabello y me coloco el gorro y el tapabocas completando el traje de seguridad, paso por el área de desinfección y el rociado me cubre, paso por el área caliente de secado instantáneo y luego ingreso al ala para ir pasando de pasillo a pasillo a corroborar cómo siguen los niños, las alarmas de emergencia no han repicado desde hace una hora y eso es buena señal. 

Una hora después culmino el recorrido y me consigo al doctor Noah, en el Star médico haciendo el trabajo que yo había dejado pendiente antes de irme a descansar un poco. Me acerco para ayudarlo y el olor a jabón y su cabello mojado me indican que se ha duchado.

Monto la cafetera eléctrica y a los minutos el olor a café nos anima un poco más. 

─ Lo ayudo y así usted, va firmando los pedidos a la Dirección General ─ indico entregándole un vaso desechable con café y tomando otro para mí.

Él lo toma elevando su mirada buscando la mía y llevando su vaso de café a sus labios. 

─ ¡Por favor! cuando despiertes antes que yo me llamas ─ mencionó sin desviar su mirada de la mía. Su pedido fue utilizando el por favor, pero su tonalidad fue con una orden. Asentí y en silencio me acomodé en la silla que él estaba utilizando antes.

─ ¿Dónde estabas? ─ Preguntó y nuevamente cruzamos miradas.

─ Haciendo un recorrido para ver cómo estaban los niños ─ mencioné y noté su mandíbula relajarse. 

Pasé una hora ayudando al doctor con la solicitud en la deficiencia de insumos médicos hospitalarios. La alarma de emergencia repicó y el doctor se levantó de la silla donde estaba detrás del escritorio.

─ Sigue allí yo la cubriré con el núcleo de enfermeros ─ mencionó y su orden sonó firme, pero no podía dejarlo solo, sin embargo, la necesidad de insumos médicos hospitalarios también era importante. Respiré profundo observando su andar cuando salió apresurado del Star médico. 

─ ¡Dios! este es el día a día del piso de Oncología infantil. ─ musité llenando el pedido de insumos médicos para cubrir las necesidades del piso. 

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