Daniel hizo una pausa tan larga que Silvia pensó que no iba a contestar antes de oírle decir débilmente: —Es una amiga.Había algo extraño en su tono, y Silvia, sin intención de entrometerse en historias ajenas, se afanó en cambiar de tema: —Sr. Caballero, ¿me puede comentar cómo manifiesta su hermana la enfermedad?—No puede ver la sangre, sufre amnesia de vez en cuando, da arcadas y grita cuando se expone a extraños del sexo opuesto, y no puede controlar el miedo y los gritos cuando se encuentra con algunas situaciones.Este hombre a veces era distante y otras indiferente.Silvia escuchó, pensativa.Todos estos síntomas eran reacciones exageradas a la estimulación, tal vez en los recuerdos de Vivian hubiera algo que la produjera miedo.Antes de que pudiera decir estas palabras, Carmen se había acercado con la ropa: —Srta. Somoza, la ducha está lista, y aquí tiene la ropa, que es de su talla.Silvia le dio las gracias y volvió al baño para ducharse y cambiarse, sin embargo no se había
El rostro frío de Carlos estaba un poco molesto. —Todavía estoy...Antes de que pudiera terminar la frase, Silvia le interrumpió directamente.—¿Todavía en una reunión? —La voz de Silvia con frialdad, algo inusual. —Sr. Ferrero, nadie le esperará todo el tiempo, ya que ha decidido divorciarse, no siga arrastrando el asunto. ¿Recuerda que está preparando la boda? Pues no hace ninguna gracia que no se de prisa en finalizar nuestra relación.Silvia estaba cansada de los tanteos de Fátima, y de la inexplicable e interminable conexión con Carlos.Ella siempre había sido una persona decisiva, si amaba a una persona, podía dar la vida por él, peri si no, no perdería ni un segunto con esta.Ella no se creería que Carlos la quería tanto y por eso retrasaba el divorcio, seguro que Carlos simplemente no la tomaba en serio.Ella nunca era una de sus prioridades.Carlos agarró el celular, frunció el ceño con fuerza, apretó los labios, recordando aquel día que aquel hombre la envió a casa, y su cora
Lo pensó y lo resumió diciendo: —Eres el puto amo.Silvia sabía que su amiga estaba disgustada y simplemente se alegró de ver cómo le arrojaba en cara todo eso al hombre que le caía mal.Carlos, en cambio, frunció el ceño: —Mi madre te ha echado, ¿te enfermaste?¿Ahora actuaba como si ella le importara?Silvia echó un vistazo a la puerta de la oficina donde habían salido y solo sintió unos instantes de burla en el corazón.Le miró sin expresión: —Sí, así que, Sr. Ferrero, si le parece bien, haga también el papeleo lo antes posible para evitar malentendidos.Terminó y se fue con Lucía, sin dar a Carlos la oportunidad de decir nada más.En cuanto se fue, Carlos llamó a Fátima y le preguntó por lo de ayer.Fátima sonaba como si se sintiera un poco impotente: —A mí también me hubiera gustado que la Srta. Somoza se quedara, pero Roberta parecía tener algún problema con ella, y por eso la echó.A Carlos no le gustó mucho lo que escuchaba por alguna razón y la interrumpió débilmente: —Fátima,
Su reacción sobresaltó a esa gente, el hombre explicó titubeando: —Fue poco después de que Fátima se marchara, ¿te acuerdas? Estuviste abatido durante mucho tiempo por Fátima. Los altos cargos de la empresa tenían quejas sobre ti, pero la llegada de varios proyectos frenaron su descontento, y oí decir a mi padre que varios de estos proyectos los consiguió Silvia en nombre de la señora Ferrero. Sin embargo, por miedo a que te enfadaras, nunca dijo nada.Ella no tenía mucha educación y no entendía cosas de negocios, además, utilizó la identidad de señora Ferrero, el que él odiaba, por lo que sabía que incluso consiguiendo esos proyectos, él no los usaría si se enterara, y se lo ocultó.Y así tres años.Carlos estaba sentado en las sombras, recordó la expresión que tenía Silvia hoy, y su corazón, de repente, sintió un dolor fuerte.Por la noche, cuando Carlos llegó a casa, Fátima estaba sentada en el sofá hablando con Roberta, las dos felices y unidas.Al verlo de vuelta, Roberta saludó c
—Mamá, a Carlos solo le da lástima, he oído que está sin trabajo y no tiene mucha educación, Carlos quería un divorcio rápido así que le dio más para que se fuera de buena gana.Rosa dijo con escepticismo: —¡Aun así no se hace eso! Tengo que hablar con su familia sobre esto, Carlos no sigue sintiendo algo por ella, ¿verdad?Fátima sonrió, con una mirada dulce en la cara: —Mamá, ¿de qué estás hablando? ¿Cómo le va a gustar a Carlos? Si ni siquiera la ha tocado, él me esperó en estos tres años.—Bueno, pero deja eso de la casa, yo me ocupo por ti.Después de despedir a Fátima, Rosa llamó a Roberta.Roberta escuchó, atónita.No podía creer que su hijo le hubiera dado la casa a esa zorra, Silvia ni siquiera había tenido un bebé, así que qué derecho tenía a quedarse con su casa.Estaba a punto de llamar a Silvia y se dio cuenta de que la había bloqueado.Al no poder contactar con Silvia, y como no se atrevió a preguntar a Carlos por miedo a crearle malentendidos con Fátima, el asunto se ret
Martín sonrió e intentó argumentar para que todo pareciera natural.—Srta. Somoza, disculpe que hayamos venido sin avisar. —El hombre alto y noble asintió cortésmente con la cabeza, con un brillo astuto en los ojos.—Hola, Silvia. —Vivian miró a la cálida y bonita mujer que tenía delante, sus ojos se curvaron en una sonrisa muy agradable. —Me llamo Vivian.Silvia miró a la bonita chica y entendió el asunto.—Hola, chicos, pasen. —Silvia se puso a un lado y les invitó a pasar.—Charlen ustedes, yo iré a cocinar. —Martín llevaba muchos ingredientes en la mano, entró y se dirigió hacia la cocina.Silvia no lo pudo detener a tiempo, pero fue parado en seco por Lucía.—Aunque sé que eres bueno en la cocina, pero hoy Sisi es la anfitriona, cómo va a dejar que los invitados preparen la comida, ella ya preparó todo, hoy comemos fondue.Lucía era una amante de la comida, y el cumplido hacia Martín fue auténtico; aún recordaba el sabor del ave negro de aquel día.Al oír que era fondue, Martín mi
—¿He oído que la Srta. Somoza ha aceptado un puesto en la Universidad Santa Mónica? —La expresión de Daniel era la de siempre, como si no se hubiera dado cuenta en absoluto de las miradas cotillas del resto, su tono ligero era como si estuviera charlando de asuntos familiares.A la chica que estaba al lado de Daniel se le iluminaron los ojos de sorpresa: —¿Eres profesora en la Universidad Santa Mónica?El deleite de la chica era indisimulado, realmente le gustaba esa hermosa mujer de temperamento gentil que tenía delante.Silvia se quedó estupefacta, mirando la alegría en los ojos de la chica que no parecía fingida, y asintió: —Estoy de prácticas en el Centro Psicológico.—Genial, ¿puedo ir a pasar el rato contigo?Los ojos de la chica estaban llenos de expectación.Aunque hoy era la primera vez que se encontraba con esta hermosa frente a ella, sintió que le era muy familiar, y le tenía cariño desde el fondo de su corazón.Silvia miró a la chica que tenía delante y de repente recordó a
Silvia miró a Lucía que estaba llena de preocupación por ella, se sentía impotente y tuvo que explicarle pacientemente: —Lucía, ya que estoy dispuesta a divorciarme, eso significa que he dejado mis sentimientos por Carlos, no pretendo estar soltera por el resto de mi vida, pero es cierto que por el momento no he conocido a nadie que haga que mi corazón vuelva a latir con fuerza.Lucía soltó un “de acuerdo” y respiró aliviada.Pero cuando pensó que ni el guapo Sr. Daniel podía atraer a Sisi, no entendía cómo esta se enamoró de ese bastardo de Carlos.......Como tenía que trabajar al día siguiente, Lucía no se quedó mucho más, la ayudó a recoger la mesa y se volvió.Silvia madrugó al día siguiente.Durante esos años de matrimonio con Carlos, los Ferrero le había pedido que se quedara en casa a cuidar de la familia, pero ahora que volvía a trabajar, no podía evitar saltar de alegría.La escuela no estaba demasiado lejos de su apartamento, podía llegar caminando hasta la puerta de la escu