(Renata Pellegrini)> Una semana después: Siempre creí en la frase: "Lo que nadie sabe, nadie lo estropea", leí esta frase en un post en instagram cuando tenía dieciséis años, no recuerdo quien lo publicó, pero esta frase quedó marcada en mi memoria y desde entonces traigo esto a mi vida, aunque nunca tengo mucha gente a mi alrededor. Siento que Filippo piensa de forma diferente a mí y, en cierto modo, hasta me alegro de que quiera aceptarme, pero sé que al hacerlo nos enfrentaríamos a muchos problemas... correcto, yo me enfrentaría a muchos problemas. Soy pobre, huérfana y extranjera - él también es extranjero, pero lleva viviendo aquí mucho más tiempo que yo y su nombre es reconocido en todo el mundo - yo sólo soy una recién licenciada que tuvo la suerte de tener un profesor con buenos contactos. No quiero ni imaginarme el grado de ofensa al que me expondría si supieran que alguien como él sale con alguien como yo. Filippo estaba molesto conmigo con mi petición, aunque no le dije
(Renata Pellegrini)- ¿Por qué lloras? - ¿Por qué yo lloros? - repito su pregunta con desenfreno, me doy la vuelta y cierro los ojos con fuerza sintiendo que vienen más lágrimas, me duele el corazón, esto no me gusta - Vete de aquí - mando y me doy la vuelta, no quiero que me vea llorar aún más - ¡Vuelve a esa cena de mierda, con esa gente de mierda y sigue haciendo como si yo no existiera! - Hablo sintiendo como me sangra el corazón, las lágrimas resbalan libremente por mi cara. Me pilla completamente desprevenida, Felippo me sujeta de la cintura y me hace girar, pegando mi cuerpo contra la superficie de mármol del lavabo con el suyo, se inclina sobre mí y toca con su frente la mía, mi mirada se posa en su boca y la muerde de forma sensual burlándose de mí. Me agarro a sus brazos mientras siento sus dos grandes manos apretando mi culo bajo el vestido, presionando con sus dedos mi carne desnuda, ya que las bragas eran tangas, me levanta como si fuera una hoja de papel, sentándome so
(Renata Pellegrini)- ¿Qué te parece? - pregunta Filippo con los brazos cruzados apoyado en la pared junto al interruptor.- ¿Son diamantes de verdad? - pregunto observando el vestido en el maniquí.En cuanto salimos del baño, pensé que nos iríamos, pero me sorprendió cuando abrió la puerta y encendió la luz.- Sí, la marca Blanco es mundialmente conocida por sus vestidos con incrustaciones de joyas, y como mi empresa es la mejor en el negocio de la tecnología y la seguridad, renovamos contratos constantemente y siempre me hace algún regalo, esta vez he elegido este vestido -me explica, pero no aparto la vista del vestido, cada centímetro de tela está cubierto de diamantes, nunca había visto tantos diamantes juntos, ni siquiera había visto uno solo. - Es un vestido muy bonito, ¿a quién se lo regalas?- Para ti.- ¿Por qué? - Me giro sorprendida en su dirección y él viene hacia mí.- ¿Necesita un novio alguna razón especial para hacer un regalo a su novia?- Este vestido no es un rega
(Filippo Valentini)Siento que el aire se escapa de mis pulmones, por unos instantes pienso que estoy intentando una ilusión y mi cuerpo se congela ante la escena, pero el olor a sangre me hace morderme la boca con fuerza, hasta el punto de sentir mi propia sangre. Nunca desde que llegué a este país me había descuidado, y por un momento de distracción, la mujer que temporalmente está siendo mi novia recibe un disparo justo delante de mí. Sujeto a Renata con mi brazo derecho antes de que su cuerpo caiga al suelo, miro hacia delante y veo al camarero desencajando su pistola preparándose para disparar una vez más, rápidamente me agacho y saco mi pistola, usando una sola mano, la desencajo, el sonido de las botellas de vino estrellándose con el disparo resuena por toda la sala haciendo gritar histéricas a las mujeres de la sala.Paso el ojo rápidamente por el origen de la salida de sangre, el disparo le ha atravesado la clavícula, me siento un poco más aliviado y espero mentalmente que l
(Filippo Valentini) Arrastro una silla y me siento frente a Ruan, el camarero que atentó contra mi vida y la de Renata en la fiesta. Está colgado de tres cadenas, dos en las manos y una en el cuello. Sólo puede tocar el suelo con la punta de los pies para no morir ahorcado. - Buenas noches, ¿está cómodo? - pregunto, observando la sangre que gotea por las aberturas de las balas que le he aceptado. - ¡Hijo de puta! - escupe, derritiendo mis zapatos importados. Le hago una señal con la mano y Lucca le golpea en las piernas con un garrote de hierro candente. La base del garrote es de madera, lo que no lastima las manos de mi brazo derecho aquí abajo. - ¡Ah! - Ruan grita de dolor, sus rodillas se doblan y la cadena alrededor de su cuello comienza a ahorcarlo, luchando, logra equilibrarse de nuevo. - Veinte años, hijo de un traficante de drogas, madre asesinada a golpes por traicionar a su padre, hermano mayor, soldado de la mafia Onore -empiezo a contar las cosas que sé de él, saco
(Renata Pellegrini) > Un mes después: - ¿Todavía te duele? - pregunta Filippo al otro lado de la pantalla. Todas las noches hago una videollamada. - Sólo cuando hago movimientos bruscos, o cargo peso. - Te estás recuperando rápido, eso es bueno. - Sí - hablo y me tumbo cómodamente en la cama. Siento que me pesan los ojos, bostezo y me acurruco entre las sábanas. - ¿Cuándo vuelves de verdad? - Pasado mañana, el lunes -responde, recordándomelo-.- Te echo de menos, voy a contar los minutos. - Yo también te echo de menos -dice, haciéndome sonreír. Me encanta cuando se pone cariñoso conmigo. - Tu boca, dulce y salvaje. - completa la frase. - ¡Niño travieso! - hablo, sintiéndome aún un poco avergonzada. Filippo viajó el fin de semana después de que me dispararan, y lleva tres semanas en México. Él, además de ir a conocer nuevos clientes, también fue a la fiesta de boda de Penélope. Eso me hizo desconfiar, pero, lo dejé pasar, no puedo desconfiar del hombre por el que arriesgué mi
(Renata Pellegrini)- ¿Es todo lo que te llevas? - me pregunta Filippo mirando mi única maleta.- Sí -respondo con una pequeña sonrisa.Este piso venía ya amueblado, aquí no hay nada más que mi ropa, es mío. Y sólo estoy usando una maleta grande, por la ropa que Filippo me regaló en el centro comercial, de lo contrario sería sólo una bolsita de ropa vieja y gastada.Aparte de la maleta, lo único que me llevo son los recuerdos. Todo lo que viví aquí, los momentos románticos con Filippo, los domingos divertidos y felices con Amanda...- Estás preciosa - Filippo habla e mirarme vino hacia mí como un cazador que apunta a su presa. Aún hoy se me pone la piel de gallina cuando sus manos tocan directamente mi piel.- Me he vestido especialmente para ti -digo sonriendo tímidamente.Filippo me pone la mano en la cara, cierro los ojos y disfruto de su contacto cálido y cariñoso. Aunque sus manos están llenas de callos, me encanta que me toquen. Su pulgar acaricia mi mejilla, haciéndome sonreír.
(Renata Pellegrini)"Esto se va a la mierda"-me alerta mi mente mientras agarro el picaporte de la puerta que sospecho es el sótano. Cierro los ojos y la imagen de su mirada oscura hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal, Filippo cuando se enfada es muy miedoso, sus ojos se vuelven horriblemente fríos y caliginosos, como los de un lobo malvado... Esa fue la primera expresión que vi en él, hasta hoy recuerdo la constante sensación de peligro que sentía al mirarle a los ojos, mis alertas tenían razón, caí en la trampa y hoy estoy enamorada y dispuesta a vivir a su lado.Pero, ¿qué expresión pondrá cuando descubra que he hecho exactamente lo que me pidió que no hiciera? Sólo de imaginar su cara de decepción hacia mí se me estruja el corazón. Vale, no creo que debamos tener secretos entre nosotros, y más ahora que vivimos juntos, pero tengo que esperar su momento, nadie está obligado a abrirse así. Y además, no llevamos tanto tiempo juntos, estoy segura de que con el paso del ti