CAPITULO 4

El amanecer les llegó, Amalia sentía su cuerpo adolorido, se levantó muy despacio y caminó por la arena y llegó a la orilla de la playa. Mojó la punta de sus dedos y los pasó por su cuello.

mientras ella estaba distraída.

Jean despertó y tocó su lado vacío, levantó la cabeza y miró en dirección a donde estaba Amalia, se levantó y caminó en su dirección, cuando estuvo cerca la abrazó por la cintura y la atrajo a él.

Amalia de dio la vuelta quedando frente a él y sonrió mientras se miraban a los ojos, el colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Eres hermosa mi linda. —expresó acunando su rostro y dejando besos en sus labios.

Amalia se abrazó por la cintura de él.

—Tengo que irme, deben estar muy preocupados por mi ausencia.

—Estas bien, vamos, pero primero quiero que tengas este teléfono,

—No... —trató de negarse.

—Amor, ¿Cómo nos mantendremos comunicado? Si tuvieras un teléfono sería más fácil. ¿No crees?.

Amalia vio la posibilidad de comunicarse con su madre.

—Está bien, lo aceptaré solo por qué necesito hablar con mi madre y hermano.

—¡Aaah! eso dolió, o sea ¿Qué no es importante hablar conmigo? —Expresó Jean llevándose la mano al pecho, rieron y se dieron otro beso apasionado y volvieron al auto, Jean la llevó a la dirección donde la dejaría la noche anterior.

—No te has ido y ya te extraño. —Le dijo Amalia, mientras el la acercaba a su pecho y acariciaba su cabello.

—Cuando regrese del viaje que tengo que hacer, vendré y hablaré con tu abuela nos casaremos y iremos a...

No pudo continuar pues sus palabras fueron interrumpidas por un beso de Amalia.

—Jean, mi amor, te estaré esperando.

Unieron nuevamente sus labios era un beso de despedida momentánea, serían solo unos días nada más.

Jean se despidió de Amalia y salió de ahí para volver a Capri.

Amalia vio el auto alejarse y en su corazón sintió un estrujón que le causó una extraña sensación de pérdida.

"Te estaré esperando cuando vuelvas de....' —sus pensamientos se quedaron en blanco a darse cuenta de que no lo dejó decir a dónde se irían cuando estén  juntos .

—¡Carajo! Cuando me llame se lo preguntaré.

Amalia caminó y llegó al refugio donde estaban la abuela Alma y Aurora muy preocupadas por su ausencia.

—Al fin llegas muchacha, ¿Dónde estuviste hasta esta hora?

—¡Eh! Yo, yo fui a. —tartamudeo y sonrió.

—Fue con el novio abuela, di la verdad Amalia. —le habló la pequeña Alma.

—Si abuela, estuve con Jean, pronto vendrá a hablar contigo, le dije que vivía con mi abuela y mis hermanas.

—¿Le mentiste? —Preguntó Laura Aurora.

—No, le conté la verdad, y es así que las considero a ustedes, pronto vendrá y hablara contigo abuela.

—Si tú me ves como tú abuela, pues serás mi nieta al igual que Alma.

—¿Y yo? —Preguntó Aurora haciendo pucheros.

—A pesar del poco tiempo que tienen compartiendo con nosotras, ustedes dos, se han vuelto muy importantes para mí, al igual que mi nieta Alma.

—Ella es mi nieta, hija de mi único hijo.

Aurora y Amalia se miraron muy sorprendidas al escuchar semejante declaración.

—¿¡Su nieta verdadera!? ¿Y dónde está su hijo? ¿Por qué viven así?—interrogó Amalia, mientras se acercaba a ella se sentaba a su lado y le daba un abrazo fuerte y reconfortante, pues para Enza recordar aquella triste historia, y le rompía el corazón, traer a su mente tristes recuerdos de su único hijo.

—Solo les diré por ahora, que una mala mujer, nos hizo un daño tremendo, a mi como madre y a mi nieta como hija de mi hijo. Es decir les estorbamos y se deshizo de nosotras después de ....— Enza ya no pudo continuar hablando, su dolor era muy notorio, que  Amalia y Aurora decidieron no continuar.

—Saben, tengo un celular, me lo dio Jean, para así estar comunicados y poder llamar a mi madre, lo haré justo ahora, Aurora, después lo harás tu.

—Gracias Amalia, pero no tengo a quien llamar, mi padre, se olvidó de que tiene una hija, ve a llamar a tu mamá, seguramente ella debe de estar desesperada por saber de ti.

Amalia sonrió con tristeza y se alejó para realizar la llamada a su madre.

Marcó el número y Delia respondió al momento

—¡Madre! ¿Cómo estás? ¿Cómo están tu y Patrick?

—¡Hija mía! Estaba muy preocupada sin saber de ti, ¿Por qué no llamaste antes.

—Me robaron el equipaje, y no tenía dinero....

—¡Cómo! ¿y el trabajo?

Amalia sintió estrujar su corazón, tenía que mentirle a su madre.

—Mamita, el trabajo esta muy bien, recién me pagaron y pude comprar el teléfono, mamita, aún no podré enviarte dinero, pues tengo que comprar cosas por lo que me robaron, tu me entiendes ¿Verdad?.

—Tranquila hija, se que tienes gastos, solo te pido que me llames, y por favor no tardes mucho en hacerlo, me preocupa no saber de ti.

Amalia habló por mucho más tiempo con su madre y hermano, todo lo que dijo fueron mentiras para poder tranquilizarla. Se despidió de ellos aguantando sus lágrimas, miró a su alrededor y vio el lugar donde estaba viviendo.

"Madre, si supieras todo lo que estoy pasando, morirías  de angustia y preocupación" —pensó mientras caminaba de un lugar a otro, y sus lágrimas rodaban por sus mejillas.

Enza la vio llorar y se acercó a ella, acarició sus mejillas y secó sus lágrimas tratando de darle consuelo.

—Tranquila hija, ya habrán mejores tiempos, y tendrás muchas y mejores cosas que contarle a tu madre.

—Nunca antes le mentí, ahora tengo que hacerlo para no preocuparla.

El teléfono sonó y vio un número desconocido, respondió enseguida sabiendo que se trataba de Jean.

—¡Aló!

—¿Cómo está la mujer más hermosa del mundo?

—Jean, mi amor. Extrañándote.

—Pronto estaremos juntos y entonces no me extrañaras mas.

—Regresa lo mas pronto posible, por favor.

—Lo haré linda, lo haré.

—Te espero.

—Mi linda, guarda este número es el mío.

—Lo guardaré, y gracias por este regalo.

—Tranquila mi linda, se que lo necesitas y así podemos estar comunicado mientras estoy lejos de ti, volví a casa por un compromiso familiar,  y pronto estaré de regreso para traerte conmigo, solo serán unos días y volveré, estaré en la despedida de soltero del que será  mi cuñado y entonces regresaré por ti.

—Te estaré esperando, mientras viviré con tu recuerdo.

Amalia y Jean hablaron por un largo reto más.

—Hasta pronto mi linda. —se despidió Jean, con la esperanza de que pronto volvería a los brazos de Amalia.

—Te amo Jean, recuérdalo siempre.

Amalia colgó la llamada sintiendo una presión en el pecho.

"Es como una sensación de que algo malo pasa"—pensó, pero descartó ese mal pensamiento y fue a dónde estaban las demás.

—Mañana iré con ustedes a la estación del tren, y buscaré trabajo así sea limpiando piso, pero tenemos que salir de aquí y buscar un cuarto para vivir y compartir, la abuela no puede seguir viviendo así.

—Estoy de acuerdo contigo Ami, juntas trabajaremos y saldremos de aquí.

—Y yo también ayudaré. —dijo la pequeña Alma.

—No señorita, usted se dedicará a estudiar que nosotras dos cuidaremos de ustedes, y trabajaremos. ¿Les parece?

Enza sonrió sintiendo alegría en su corazón, ahora su pequeña familia crecía un poquito más.

—Gracias mis niñas, ustedes son como unos ángeles enviado por Dios.

Hablaron y rieron  por más tiempo las horas pasaron y luego cada una buscó su lugar para dormir.

Amalia miró al cielo estrellado, a su mente venían recuerdos del día que estuvo en los brazos de su amado Jean, ese recuerdo le hacía acelerar el corazón mientras su piel se erizaba de imaginar sus labios recorriendo cada centímetro de su ser.

Suspiró profundo y sonrió.

"Jean, mi lindo, vuelve pronto, no tardes tanto por qué está sensación de alejamiento me duele, y no se por que, pero no quiero saberme lejos de ti."

Amalia seguía con esa sensación de que no volvería a ver a Jean, pero trató de no pensar en eso, miró al cielo nuevamente y como terapia contó estrellas hasta quedar profundamente dormida.

Al día siguiente como cada día, Enza les tenía preparada una bebida caliente y una pequeña porción de pan a cada una, lo bebían, mientras Amalia llamaba  su madre y hermano.

—Buenos días mamita, acá en mi tiempo, el tuyo es noche, descansa mamita, hoy, iré a trabajar dame tu bendición a la distancia.

—Contenta y feliz por escucharte mi vida, espero ahora estar más comunicada contigo. —respondió su madre que estaba al pendiente de su llamada a la hora que sea.

—Si madre, ahora siempre será así. Salúdame  a mi Patrick dale muchos besos y te dejo madre, tengo que trabajar.

Se despidió de su madre y fue a despedirse de la abuela Enza, la anciana les daba la bendición y salían las tres en busca de una buena oportunidad como día a día la deseaban.

—Hoy yo iré a la otra estación del tren y tú irás a la central, ¿Y tu Alma, con quién te irás?

—Hoy le enseñaré a Amalia, iré con ella.—respondió la pequeña y se despidió de Aurora al igual que Amalia

Aurora se fue a un lugar más alejado, Alma y Amalia, fueron a la estación central, mientras caminaba recibió la llamada de Jean y respondió al momento.

—Buenos días mi lindo, extrañé escuchar tu voz.

—Hola mi linda, ¿Cómo amaneció mi mujer?

—Feliz por qué soñé contigo.

—También soñé contigo hermosa mía.

Hablaron mientras llegó a su lugar donde empezaría a trabajar.

Alma empezó a pedir flores para revender al igual que Amalia lo hacía con los dulces que le daban.

Toda la mañana estuvieron con buenas ventas hasta que llegó la tarde, sentadas compartiendo un sándwich y una bebida contaban las ganancias del día cuando de pronto, todo sus sueños de llevar un buen banqueta a la abuela se quedó en la nada. Amalia corría desesperada tras el ladrón que les había arrebatado todo el dinero del día y el celular que Jean le había dado.

—¡Oiga, espere! ¡Ladrón! ¡Auxilio! ¡Me robaron!  ¡Atrapen lo!

Amalia y Almais corrían a la par, persiguiendo al sujeto que entró a uno de los vagones del tren y ellas hicieron lo mismo.

Amalia se adentró más y más seguida por Almais, las puertas de los vagones se cerraron, y el tren inicio su recorrido.

—¡Ey! ¡Espere! ¡tenemos que salir de este tren! ¡Pare por favor!

Los gritos de Amalia fueron en vano, nadie le hizo caso y el tren salió con rumbo desconocido para ella, grito y pidió din ser escuchada por nadie, simplemente la miraban como una mujer desorientada. Al darse cuenta de que les era imposible lograr bajar del tren se resignaron a dejarse llevar por el destino incierto que le esperaba.

Amalia consolaba a Almais mientras miraba el paisaje pasar por la ventana. Sin dinero y sin un teléfono para comunicarse con su madre y con Jean, lloró desconsoladamente y se abrazaron fuertemente la una a la otra.

—Tranquila mi niña, yo estoy contigo, nada nos pasará si estamos juntas.

—Tengo miedo Amalia, tengo miedo no volver a ver a mi abuela.

—En la primera estación nos bajamos, trabajamos para los boletos y regresamos con la abuela, lo prometo.

—No me dejes Amalia.

—Nunca mi niña, nunca te alejaré de mi lado serás como mi hijita, de ahora en adelante, yo seré tu madre lo juro, te cuidaré y protegeré con mi vida, ¿Entiendes?

—Si, serás mi mamá, y claro que te creo, eres muy linda y serás una buena madre.

No midieron el tiempo y el sueño les venció, el cansancio surtió efecto, el andar todo el día de un lugar a otro mes pasó factura.

El tren llegó a la primera estación, los pasajeros bajaron y nuevamente inicio el recorrido, Amalia y aurora jamás despertaron en las estaciones siguientes hasta que el tren llegó a su destino final.

El ruido las despertó y entonces se depuso despertar a Alma.

—Despierta mi niña, estamos en la primera estación.

Alma despertó y salieron del vagón, cuando Amalia preguntó donde se encontraban la respuesta que recibió la dejó con un O mayúscula en su boca y los ojos como platos.

—Eso no puede ser, estamos muy lejos para volver, y pasamos cinco estaciones.

Amalia sintió el mundo tambalearse, Alma la miró y se abrazó a ella tratando de tranquilizarla.

—El destino nos trajo hasta aquí hija., y juntas saldremos adelante hasta volver con la abuela, lo juro.

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