¡Riiiiin! El sonido de la alarma sonaba por cuarta vez, Jean Lucca levantó la mano y logró silenciar la.
Nuevamente y sumergido en un profundo sueño, el trasnochar le estaba pasando facturas. Después llegó Jean Pietro levanta el cobertor haciendo que su hermano despierte. —¿Que carajos crees que haces? Déjame dormir. —se quejó Lucca. —Ya despierta Lucca, papá espera por nosotros, necesita hablar y más contigo pero nos espera a los dos. Jean Lucca como impulsado por un resorte se puso de pie y miró a Pietro. —¿Dime qué no me propase anoche? hermano.-preguntó algo temeroso. —No se lo que hiciste pero padre está furioso contigo, y me envió para llevarte de vuelta, pero es ya. Lucca fue al baño se duchó mientras Pietro lo esperaba en la sala de star y llega el mayor de todos Jean Carlo. —Pietro, papá está esperando a Lucca ¿y aún no está despierto? voy a romperle la cara a ese imbécil. —Carlo estaba furioso con Lucca, pues su trabajo era llevar a los socios a un centro de diversiones para divertirse y tratar de negociar la franquicia de una cadena de restaurantes en Francia. Y no dejarlos solos a su suerte. Carlo, subió las escaleras y entró como un vendaval arrasando con todo a su paso —¿Que carajos hiciste Lucca? Padre te va a medio matar si pierde esa franquicia en Francia. —Hermano, escucha me, conocí al amor de mi vida, entiendo me. —¿Amor de tu vida? ¿Tienes idea de a cuántos amores de tu vida tuve que ayudar con cuánta cosa se les ocurrió a cada una de ellas? ¡No! ¿Verdad? por qué simplemente las llevas a la cama y ahí se acabó el amor para ti. —Ya párale, ¿no basta con los regaños de padre? ¿También tengo que aguantar los tuyos? Carlo, agarro a Lucca como estaba sin camisa y lo llevó casi a arrastras. El alcanzó a coger su camisa y salir tras de Carlo. Bajaron y salieron del departamento subieron al auto y fueron rumbo la mansión Ferrari. Fabrizzio estaba sentado en la sala, los tres hermanos entraron y Fabrizzio miró a Lucca. —Padre puedo explicarte el por que deje a los señores Riscos en el club. —Déjame adivinar, encontraste al amor de tu vida. —dijo Fabrizzio tratando de controlar su enojo. Jean Carlo y Jean Pietro apretaron sus labios formando una línea en sonrisa, para aguantar la carcajada por como lo dijo su padre. —Papá,... —¡Papá nada! Lucca, ahora los señores Riscos se fueron a Roma, y tú tendrás que ir por esa franquicia, y pobre de ti si no regresas con esa firma. —Padre, para ese tipo de negocios está Carlo, él es el CEO de nuestras empresas. —aseveró Lucca caminando de un lugar a otro. —Pietro y tú se van a Roma, yo los alcanzo después, tengo una junta muy importante que no puedo posponer.-les informó Carlo. —Entonces nos vemos allá, y ten por seguro que tendrás esa franquicia no solo de para Francia. —aseguró Lucca y salió para irse de viaje. Fabrizzio miró salir a sus dos hijos y luego a Carlo. —Hijo, ve y asegúrate de que ese irresponsable logré su cometido. —Padre tienes que darle un voto de confianza, toda la vida a sido así, pero aún así el cumple, y esta vez no será diferente, Pero solo por esta última vez, voy a solucionar su desastre. Jean Carlo salió para irse tras sus hermanos y dejó a su padre para que realice la reunión. Carlo alcanzó a sus hermanos y salieron al aeropuerto privado para ir a Roma. El viaje fue tranquilo y hora y media después estaban aterrizando en Roma, subieron en los autos que los esperaban y fueron a su residencia. —No alcanzo a comprender el nivel de desconfianza de mi padre, mira que enviarte a ti y ser el el dirigente de la junta, ahora que estás aquí serás tú quien vaya como yo y los convenzas de que nos den esa franquicia. -manifestó Lucca mirando Carlo y sonriendo nuevamente. Carlo miró a Pietro y luego a Lucca. —¿Acaso te volviste loco? Ya no jugaré tu juego de intercambio, eso era de niños y adolescentes, pero ahora ya no. Somos adultos con responsabilidades Lucca. —sentenció Carlo subiendo las escaleras —Pues entonces serás tú Pietro. -este hizo un gesto de negación y luego de tanta insistencia de Lucca, terminó aceptando. Dos horas después Pietro estaba saliendo al restaurante para encontrarse con los Riscos. Carlo entró a su habitación se fue al baño se duchó se arregló y salió. Los tres salieron con destinos diferente, sin imaginas que volverían con una historia algo similar, el universo conspiró en sus destinos haciendo que vivan una experiencia igual cada uno de ellos. Lucca manejaba distraído dando golpecitos al son de la canción que escuchaba y tarareaba. Pietro, salió en su auto, y en su mente recreaba cada gesto y cada palabras usuales de Lucca, tenía que suplantar lo a la perfección para que no vieran la diferencia entre ellos, por qué era el quien figuraba como accionistas de la cadena de restaurantes y quién lo dirigía era Carlo. Carlo, también salió a darse un tiempo de recreación, algo no muy usual en el, manejó sin rumbo perdiéndose en las calles de la cuidad. Muy entrada la madrugada, el primero en llegar fue Lucca, con una enorme sonrisa que iluminaba a sus ojos. Estaba feliz, pues sus salida siempre terminaban un una aventura de cama momentánea, fue al mini bar y se sirvió una copa de vino. -Eres muy hermosa, mujer, eres única y solo mía.-se fijó así mismo, mientras bebía a sorbo el whisky. Enseguida llegó Pietro, muy poco usual en el verlo tararear una canción, Lucca se giró y lo vió sonriente y sorprendido por su comportamiento. —¿Parece que lograste lo que yo no pude con los socios, hermanito. Pietro lo miró y sonrió. —No sé que le dirás a padre, pero yo no fui a esa cita. —a Lucca se le borró la gran sonrisa de sus labios. —¿Que carajos estás diciendo? —Lo que escuchaste Luc, no pude ir a verme con los señores Riscos. —¿Me puedes decir que te volvió tan irresponsable? si se supone que el irresponsable aquí soy yo. —Un pequeño contratiempo hermano, conocí a alguien y pase la mayor parte del tiempo con ella. —¿Me estás mintiendo verdad? ¿Me estás jodiendo la noche, cierto? —¿Por qué tendría que hacerlo? Tengo derecho a tener una novia. —¿Novia? Recién la conoces ¿y ya son novios? ¿En verdad me estás diciendo eso? —Yo no soy como tú Lucca, conmigo las cosas son serías, no voy por la vida rompiendo corazones por aventuras momentánea. —expresó Pietro muy serio que Lucca creyó lo que escuchó. Estaban hablando cuando llegó Carlo. Lucca y Pietro se miraron luego a Carlo. —¿Me equivoqué de casa? O el mundo está de revés? -habló Lucca con sorna. Y continuó. —¿Dónde estuviste hasta esta hora? Carlo, tu nunca trasnochas, y mucho menos salía de farra. Jean Carlo lo miró fijamente y respondió. —Acaso solo tu tienes ese derecho? Solo tu puedes conocer a alguien, solo tú tienes derecho de conoce a alguien y decir que encontraste al amor de tu vida, pues si. Conocí a alguien.... —¿Tu también? Por lo visto fue la noche de los trillizos Jean Ferraris, Pietro llegó con novia, espero que tú no hayas llegado con una prometida, por ser el serio de los tres. —Habló con sarcasmo y se dio a las carcajada. —Talvez. —respondió un inexpresivo Carlo, como era su costumbre, y subió a su habitación. Lucca y Pietro se miraron y se encogieron de hombros. —Cuéntame, como se llama esa grandiosa mujer que te retuvo hasta esta hora. —No tengo por qué hablarte nada de mis intimidades, soy un hombre muy respetuoso con un dama. —dijo Pietro caminando escaleras arriba para ir a su habitación, se paró a medio camino, se giró y miró a Lucca. -Hermanito ve como resuelves lo de esa franquicia. Padre espera buenos resultado. Lucca se pasó las manos por sus cabellos. —¡Carajo! Voy en busca de esos tipos y convencerlos de que nos den esa puta franquicia, por que si no padre me deshereda. -pensó y se le ocurrió una idea loca y creíble para ellos. Lucca miró la hora, ya casi amanecía, los rayos del sol hacían acto de presencia, tomó los documentos que Pietro dejó sobre la mesa y salió en busca de Sandro Riscos. Fue al hotel y pidió información de ellos. —Lo siento señor Ferrari, pero los señores Riscos dejaron ayer por la noche el hotel. -le informó la recepcionista y Lucca quedó en shock. —No se pueden ir sin antes firmar estos putos documentos. Lucca cogió el celular y marcó repetidas veces el número sin tener respuesta de parte de ellos —¡Carajo! Respondan m*****a sea. El último intento por comunicarse y por fin obtuvo respuesta. —Señor Sandro, anoche tuve un pequeño accidente y por eso no pude llegar a tiempo, por favor, dígame dónde está y voy para hablar. —Ya estamos en el aeropuerto para regresar a Francia señor Ferrari, dos oportunidades tuvo usted para negociar y no se presentó. —Lo se, y créame, no fue mi intensión faltar, tengo un brazo enyesado y aún estoy en el hospital, por el accidente, por favor esperarme no suba a ese avión. Lucca fue como alma que lleva el diablo, conduciendo a velocidad al hospital General Gemellis, salió del auto y corrió al consultorio de Amaranta. —¡Ami Cris, ayúdame!. —casi gritó y entró como un vendaval al consultorio. Amaranta se levantó de su asiento y fue de una a dónde el estaba,. —¿Que te pasa Lucca? ¿Por qué estás tan agitado? ¿Te has accidentado? —¡No! Pero necesito un accidente si, por favor necesito yeso, una venda algo que parezca que mi brazo se lesionó. —¿Que hiciste Lucca? —¿Me ayudarás o no? —pidió desesperado casi exigiendo. —Está bien, vamos te ayudaré en esa mentira, ojalá no me quiten la licencia por estas mentiras. —Nadie sabrá que estás salvando una vida con una mentira, hermanita. Amaranta empezó a enyesar el brazo de Lucca y lo colocó de matera que no pudiera moverlo. —Listo. Ahora me explicarás para que es todo esto. —Luego te lo explico hermanita, ahora préstame a un chófer, no puedo conducir así. ¿Cierto? Amaranta hizo gesto de negación y sonrió, ya conocía a su primo, lo ocurrente que era cuando estaba en apuros y siempre lo sacaba de ellos cuando podía, y está vez no era la excepción. Dio la orden al chófer que llevará a Lucca dónde el dijera y este salió nuevamente como perseguido, al aeropuerto. —Dale de prisa, como si tu novia se está fugando se, con otro y tú la piensas detenerla. —Si joven, como diga. Llegaron al aeropuerto y Lucca corrió a modo cojeando, por los pasillos para alcanzar a los Riscos. A la distancia los vio y les llamó la atención. —¡Ey! ¡Aquí estoy! Esperen. Los hermanos Riscos lo vieron enyesado y se miraron entre ellos, salieron de la fila que era para pasar los tickets y fueron al encuentro con Lucca. —Señor Ferrari, siento mucho lo sucedido con su brazo. —Si, solo se fracturó el radio, pero ya estaré mejor, gracias. Señores por esperarme, y por favor aquí están los documentos para que los firmen. —No podemos señor Ferrari, el avión ya casi despega —Yo mismo los voy a dejar a Francia, en uno de los Jets privado de la compañía de mi padre, pero por favor revise los documentos de propuestas y yo los contratos y firmemos una sociedad. Los Riscos se miraron entre ellos y luego a Lucca. —Está bien, solo por que nos interesa asociarnos a ustedes, sus restaurantes aquí son muy famosos, los visitamos todos y son muy concurrido. Salieron del pasillo para ir al restaurante más cerca donde por fin Lucca obtuvo la franquicia para Francia. Llamó a la asistente par organizar el vuelo a Francia con los nuevos socios. —Muy bien señores, listo y organizado el viaje de regreso a su tierra, ahora solo toca esperar la confirmación del piloto y el capitán de vuelo. —Un gusto trabajar con ustedes señor Ferrari, nos mantendremos en contacto. Jean Lucca se despidió de los hermanos Riscos, ellos abordaron el jet privado de la compañía Ferrari, y este volvió al hospital para retirar las vendas de su brazo y volver a Capri con los documentos firmados.Mientras Lucca hacia lo que fuera por obtienes esa franquicia.Jean Carlo se había levantado temprano, se había duchado y salido, subió a su auto y despareció todo el día.Eran entrada la tarde y Fabrizzio marcó su celular y nunca recibió respuestas del más ordenado de sus hijos.—Es extraño, el jamás se comporta así. —expresó muy preocupado Fabrizzio, pues necesitaba saber lo que pasó con Lucca, esa información de los Riscos lo tenía pendiente.—Llama a Pietro. —sugirió Mericci algo preocupada por no tener respuestas de ni uno de sus hijos.—No responden, ¿Acaso hoy es huelga del silencio de estos chicos.? Los tres están fuera de servicio. -renegó Mericci mirando a Fabrizzio.—Tranquila mujer, ellos están bien, ya nos lo explicarán el por qué no responden.—De Lucca no me sorprende, pero de Carlo y Pietro, ellos jamás nos dejan sin responder.Pietro, llegó casi al anochecer, nuevamente con su sonrisa que iluminaba, subió a la habitación miró su celular y vio que no se había reportado
Amalia y Almais caminaron por las calles de Capri, saber que estaban lejos de la abuela Enza y de Laura Aurora, les rompía el corazón.Amalia caminó nuevamente en busca de un trabajo y un lugar donde dormir, ahora tenía a Alma con ella y tenía que protegerla.—Amalia, aquí no conocemos a nadie que nos ayude para vender algo en la estación del tren. ¿Qué haremos mientras?.—Tranquila mi niña, ya encontraré algo, pero quiero que siempre, siempre digas que eres mi hija, y no te alejes de mí por ningún motivo. ¿Estamos de acuerdo?—Si mamá, desde hoy serás mi mamá.Amalia abrazó a Alma y siguieron caminando.—Por favor, ayúdenos con algo, es para comprarle comida a mi hija. —pidió Amalia a unas personas que le hicieron un gesto de negación.—Busca trabajo, no andes mendigando eres joven aún.—Pues recomienda me uno y lo tomo, no creas que me gusta hacer esto, por lo fácil que crees que es. —respondió Amalia un poco enojada.Siguieron caminando, el sol era tan fuerte que sentían el agotami
Un mes tenía Amalia en Capri, un mes que se dedicó a trabajar en el taller de costuras para los artistas ya no salía a la calle, ahora estaba ahí mirando se al espejo viendo ese maquillaje de fantasía que tenía, luego miró el diminuto traje que tenía que usar.Cerró los ojos suspiró profundamente, cogió todo y lo guardó en su bolso.—No tengo otra salida más que hacer esto. Dios que se haga tu voluntad, pero por favor que no se repita esto.—pidió con tanta angustia por el presentimiento que sentía.Amalia fue a la habitación donde estaba Alma y la vio dormir plácidamente. Acarició sus caballos y dejó un beso en su frente.—Hasta mañana mi Alma, pronto estaremos en otras condiciones, lo prometo.Amalia salió de la habitación y Alma abrió los ojos y la vio salir.—Está noche será un caos para ti mamá, todo será una mala noche.Se levantó de la cama, tomó un abrigo y salió sigilosamente para seguirla, se coló en la Buceta donde iban los instrumentos y pudo seguirla sin ser vista.Amalia
9Julianne llevó a Amalia a casa, la dejó instalada en la habitación que compartiría con la pequeña, les dio vestimenta y las dejó descansar Tres días pasaron, Amalia estaba ayudando con el trabajo de la casa, estaba limpiando en el jardín cuando llegó otro de los Ferrari, Amalia lo miró y este también fue completamente indiferente. Se acercó a ella mientras Amalia sentía su corazón retumbar en su pecho. Lo miró fijamente y le pareció diferente en su estilo.—Hola Amalia, vine para llevarte al tribunal, mi hermana me encargó mucho que esté pendiente de ti. —Dijo mirándola con indiferencia. Y eso le hacía sentir una extraña sensación de tristeza y coraje a Amalia.—No hace falta que se haga cargo de mí, yo puedo sola y además, no creo que a su novia le haga gracia que esté al pendiente de otra mujer.—Haber Amalia, no tengo por qué escuchar tus cuestionamientos sobre mi vida privada, no tienes por qué opinar sobre mi novia, y si estoy tratando de ayudarte a ti, no es que tenga otra
10Amalia y Alma tenían viviendo en la mansión L'Blank, a pesar de que Jean pidió no realizar trabajos ella lo hacía, no quería sentirse una carga para Jean, no después de ver su indiferente comportamiento hacía ella.—Amalia, las cosas hay que verlas con los ojos del alma, tu te estás dejando llevar por lo que ves superficialmente.-le dijo la pequeña Almais.—¿A que te refieres con eso Alma? Tu y tus cosas raras. No puedes andar diciendo cosas raras, las personas no lo comprendería y te metas en problemas mi niña.—No soy rara, soy gitana de raza pura, y tú crees que lo que leo en la palma de las manos son palabrería.—Mi vida, tienes un don muy especial, y pienso que es algo que las personas con malas intensiones pueden usar en tu contra, pueden hacerte daño si tú no haces lo que te pidan, como por ejemplo la exploración infantil.—Puedo sentir el aura de las personas. Tu eres muy sensible, muy buena, y tú corazón está dolido por la equivocación de lo que tus ojos ven.—Almais, no q
11Un mes más pasó, Amalia seguía haciendo el trabajo a pesar de que un Jean amable le dijera que no era necesario, después le decía que limpiar era más decente que ser el centro de atención del pastel de fantasía, y luego ser ignorada.Amalia sentía los estragos del embarazo habían olores que le eran insoportable, habían días entero que vivía en el baño, porque los vómitos, y justo hoy era uno de esos días.Estaba a punto de salir al jardín cuando su mundo se desvaneció cayendo a los pies de Jean quien la tomó en brazos y caminó con ella a la habitación.—¿Estás bien? ¿Qué sucedió, por qué te desmayaste? ¿Acaso está enferma?—¡Oh! Por dio, Jean, no te preocupes, habló al verla reaccionar casi de inmediato.—Vamos al médico, tiene que revisarte.—¡No! No por favor no te molestes, es solo cansancio eso es todo.—Así sea cansancio, te llevaré al médico.—Por favor, no insista, es solo cansancio. —Habló muy seria y logró ponerse de pie y caminar hasta la puerta y abrirla para que Jean sa
Una semana pasó, y era el gran día, la boda de Jean Carlo y Claris Mariscal.Julianne caminaba de un lado a otro, sentía la impotencia de sentirse con una mordaza en su boca al no decir nada a su hermano.-Tengo que ver cómo hacer para que Amalia hable. Carlo no puede casarse con Claris Mariscal estando Amalia esperando un hijo suyo.Salió de su habitación y fue a la de Amalia, tocó y no recibió respuesta alguna, abrió la puerta y no encontró nada, Amalia se había marchado de la mansión.Amalia muy temprano aprovechó la distracción de todos para poder salir de la residencia y marcharse lejos.-Pero hija no podemos irnos así sin decir nada, no se, la señora Julianne que se portó muy bien con nosotras.-Abuela, no puedo soportar ver al padre de mi hijo unir su vida a otra mujer, no lo soporto.-Pero no le dijiste nada, el no sabe nada.-Amalia, la abuela tiene razón, tienes que decirle y entonces veremos qué tan miserable es.Amalia se giró a donde estaba Laura.-No Laura Aurora, él mil
13 Frank salió a la dirección que le fue dada por Enza, llegó al lugar de la dirección y no las encontró, dio vueltas por el lugar y se dispuso a bajar y caminar por los alrededores.Caminó y se sentó en la banca de un parque a esperar.Miró el reloj y Laura no aparecía por ningún lado.Mientras .Laura había enviado la dirección a Enza, pero el Uber en el que iban, se desvió por el camino más extenso, dio vueltas y vueltas para tardar un poco mas.—¿Señor, tan lejos es la piazzetta di Capri? —¿Acaso usted no es de aquí?—preguntó el chófer del Uber mirando a través del espejo.—Le pregunto, es por que veo que es la tercera vez que pasó por aquí, y tal parece que es usted el que no conoce, pare el auto por favor. —gritó muy enojada al ver el tiempo de la recorrido. El chófer paró y Laura salió muy enojada con Alma de la mano.—¡Señorita! ¿no piensa pagarme?Laura se gira lo mira y levanta la mano para sacarle el dedo medio.—¡Te pagué lo que realmente es!. —habló muy enojada, casi gr