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Era viernes y Andrew acababa de llegar del tribunal, contento por su último triunfo, cuando la dulce voz de su esposa sonó por el altavoz del teléfono de su escritorio.Como cada vez que la escuchaba, se sentía confortado y calmado, pero sus palabras no generaron esa sensación esta vez.—Tiene visita, señor —su tono era displicente, sin emoción.Él miró el aparato, confundido y algo molesto a la vez. Ya estaba cansado de decirle a Valery que le llamara por su nombre, que tenía todo el derecho de llamarle como quisiera, pero ella insistía en hacerlo especialmente en el trabajo.Además, sabía que no tenía citas para hoy. Tras una semana cargada de pendientes en el trabajo, Valery desarrolló su papel como asistente con excelencia para la sorpresa y deleite de él.A pesar de que Andrew tenía mucho sin ir a la corte, se sintió cómodo llevando los casos de su hermano y la gratificación fue mayor cuando alcanzó la sentencia a su favor en tres de ellos.En realidad, era un buen abogado, mejor
Valery salió del baño envuelta en una mullida toalla blanca sintiéndose renovada. Se había lavado el cabello y dado una ducha profunda de agua caliente que le confortó el ánimo. Tras una semana intensa cargada de emociones, de trabajo y de cuidados a su madre, quería descansar.Pensaba ponerse el pijama y recluirse en su cama a ver una película así fuera sola, después de todo, ese era el futuro que le depararía dentro de unos meses. Sin embargo, una enorme caja blanca descansaba sobre la cama con una nota encima. Extrañada, vio a su alrededor en busca de su marido, pero no estaba por ningún lado.Se acercó a ella con curiosidad y tomó el pedazo de papel entre sus manos. “Vístete y encuéntrame en mi despacho”.Sintió la emoción recorrer su cuerpo antes de abrirla. Contrario a sus planes de esa noche, Andrew siempre lograba sorprenderla, y aunque el fondo estaba hecha un lío con sus emociones, quería vivir con él cada experiencia mientras pudiera.Un precioso vestido celeste estaba envu
Valery abrió los ojos sorprendida de ver a su amigo totalmente recuperado, quien se acercaba a ellos con seguridad. La última vez que había compartido con él, este estuvo a punto de besarla tras su apasionada declaración de amor que terminó en una pelea descomunal.Sin contenerse, se acercó a ella y la abrazó con ternura. Andrew apretó los puños con fuerza y fingió una sonrisa falsa, para no hacer un escándalo.Lo último que Valery necesitaba era una escena frente de todos, por lo que vio a Andrew de reojo, suplicándole con la mirada que se controlara.—¡Jason! ¿Qué haces aquí? —preguntó en shock y nerviosa.Lo cierto era que había rehecho la escena de su reencuentro un montón de veces, pero no sabía cómo iba a abordarle. Después de todo, él fue su amigo primero que Andrew y fue su marido quien se comportó como un salvaje.—¿Y perderme el evento de la noche? —se rio y negó con la cabeza. Extrañamente parecía no estar molesto y eso le hizo sentir bien. —Estás espléndida esta noche, Val
Había pocas cosas que molestaran tanto a Andrew como que le interrumpieran en un momento que para él era único como lo era ese. Todavía descompuesto con el calor del momento, contempló al muchacho con cara de muy pocos amigos.—¿Qué clase de regalo es? ¡He dado órdenes de que no se nos molestara hasta que terminara la obra! —espetó, hecho una furita.El muchacho vestido de traje y corbata temblaba frente a él como una hoja y le entregó a su mano un sobre.—Aquí tiene, señor. No me han dicho quién ha sido.Asustado, se marchó corriendo, pensando que podría recibir un golpe, y Andrew cerró la puerta detrás de él.En el escenario, la obra estaba ya en su quinto y último acto, por lo que él intentó salvar el momento, sin éxito. Valery contempló la escena y aguardó en silencio hasta que se sentara.—¿Qué tienes ahí? —preguntó con curiosidad mientras dejaba de lado los binoculares.Ahora estaba recompuesta, pero igual seguía deseando más y no veía la hora de devolverle el favor justo como l
—¡Eres una zorra, mentirosa y embustera! ¿Cómo se te ocurre inventar esa vil mentira? —gritó Andrew, fuera de control, al ver la farsa que Sophia le había montado y lo peor era que Valery le iba a creer ante una evidencia tan contundente. En la foto se veía claramente lo que ella quería transmitir: que era un beso apasionado y no la parte donde él se apartaba de ella con brusquedad. Preso de la ira, Andrew intentó lanzarse sobre ella para golpearla, pero Jason se interpuso con cara de pocos amigos. No entendía la relación de estos dos, pero era obvio que él estaba dispuesto a aceptar un golpe por ella. Andrew había sido un tonto, un iluso al haber creído que podría jugar con ella y salir ganando. Ella le estaba mostrando que era más astuta que él y le había salido el tiro por la culata. Ahora estaba como un infiel y peor aún, como un hombre que la había embarazado, cosa que no era cierta. —¿Me vas a golpear también? —preguntó Sophia con autosuficiencia. —¡Estoy segura de que la pol
—¡Me las vas a pagar, Sophia! Te crees la muy lista, pero esto no se va a quedar así —le aseguró Andrew, tan pronto Valery se marchó.Todavía no había logrado recomponerse de semejante emboscada, pero de algo sí estaba seguro: donde las daban, las tomaban y ese cuento que acababa de destruirle todo su mundo, no se quedaría así.Sabía que, de no estar el pelele de Jason, le habría zampado otro golpe aún más fuerte que el que le había dado su mujer. Indiferente, Sophia se secó el labio partido con un pañuelo y negó con la cabeza.—El que se equivoca eres tú, Nick. Conmigo nadie juega. ¿O qué? ¿Creerías que me usarías así no más? ¡No soy plato de segunda mesa de nadie!—Si tenías algún problema conmigo, debiste dejarlo entre tú y yo, no montar esta mentira tan vil, porque no me voy a comer el cuento de que ese hijo que llevas es mío, así que será mejor que le busques un padre.De reojo miró a Jason quien se había mantenido de piedra y era lo mejor que así. Como tenía Andrew la sangre, er
El peso de su abdomen abultado no la dejaba correr, sin embargo, Valery no desistía. Sentía las piernas flaquearle y el frío cortaba sus pies descalzos. Sofocada hasta más no poder, corría despavorida por la carretera a oscuras sin rendirse. A sus espaldas, la voz de Sophia la llamaba una y otra vez. Ella quería responderle, pero el miedo le tenía paralizada y lo único que podía hacer era escapar. Apretando su vientre con posesividad, intentando cuidar con sus manos el retoño de ella y Andrew. —¡Ven aquí, zorra! Tú y tu bastardo no podrán quedarse con lo que es mío. Asustada hasta más no poder, Valery trató de esquivarla, tomando un atajo por un callejón. El corazón se le iba a salir de la boca cuando de pronto, sintió que una mano firme tiraba de su cabello, frenándola al instante. —¡Ah! Suéltame, Sophia —gritó despavorida. —¡Ni loca, m*****a! Tú vida acaba ahora —rio con maldad. Ella quiso gritar por ayuda, pero no pudo, su voz quedó presa del miedo al ver que Sophia la había
Andrew llegó a la oficina unos minutos después de Valery, quien lo había dejado comiendo el polvo tras su altercado de la mañana. Todavía tenía la sangre hirviéndole de rabia, pero no hacia ella, sino consigo mismo y con Sophia.En su interior, se devanaba los sesos por saber cómo desenmascararla, y aunque aún no tenía la respuesta, algo se le ocurriría. Suficientes problemas tenía ya con la sombra de su hermano que aparecería en cualquier momento, como para sumarle a la farsa de un embarazo que no era suyo.Con un rictus de perros y un cabreo descomunal, atravesó las puertas del elevador para encontrar a su flamante esposa fresca como una lechuga, tecleando en su ordenador. Parecía que no había discutido hacía poco.—Tiene junta con el comité, señor Davis —le informó, sin mirarlo a los ojos.A pesar de haberla visto hacía unos momentos, la encontró más ardiente que nunca. Se había soltado su hermosa cabellera castaña y su labial era del mismo tono rojo pasión que su vestido.De no ha