Había pocas cosas que molestaran tanto a Andrew como que le interrumpieran en un momento que para él era único como lo era ese. Todavía descompuesto con el calor del momento, contempló al muchacho con cara de muy pocos amigos.—¿Qué clase de regalo es? ¡He dado órdenes de que no se nos molestara hasta que terminara la obra! —espetó, hecho una furita.El muchacho vestido de traje y corbata temblaba frente a él como una hoja y le entregó a su mano un sobre.—Aquí tiene, señor. No me han dicho quién ha sido.Asustado, se marchó corriendo, pensando que podría recibir un golpe, y Andrew cerró la puerta detrás de él.En el escenario, la obra estaba ya en su quinto y último acto, por lo que él intentó salvar el momento, sin éxito. Valery contempló la escena y aguardó en silencio hasta que se sentara.—¿Qué tienes ahí? —preguntó con curiosidad mientras dejaba de lado los binoculares.Ahora estaba recompuesta, pero igual seguía deseando más y no veía la hora de devolverle el favor justo como l
—¡Eres una zorra, mentirosa y embustera! ¿Cómo se te ocurre inventar esa vil mentira? —gritó Andrew, fuera de control, al ver la farsa que Sophia le había montado y lo peor era que Valery le iba a creer ante una evidencia tan contundente. En la foto se veía claramente lo que ella quería transmitir: que era un beso apasionado y no la parte donde él se apartaba de ella con brusquedad. Preso de la ira, Andrew intentó lanzarse sobre ella para golpearla, pero Jason se interpuso con cara de pocos amigos. No entendía la relación de estos dos, pero era obvio que él estaba dispuesto a aceptar un golpe por ella. Andrew había sido un tonto, un iluso al haber creído que podría jugar con ella y salir ganando. Ella le estaba mostrando que era más astuta que él y le había salido el tiro por la culata. Ahora estaba como un infiel y peor aún, como un hombre que la había embarazado, cosa que no era cierta. —¿Me vas a golpear también? —preguntó Sophia con autosuficiencia. —¡Estoy segura de que la pol
—¡Me las vas a pagar, Sophia! Te crees la muy lista, pero esto no se va a quedar así —le aseguró Andrew, tan pronto Valery se marchó.Todavía no había logrado recomponerse de semejante emboscada, pero de algo sí estaba seguro: donde las daban, las tomaban y ese cuento que acababa de destruirle todo su mundo, no se quedaría así.Sabía que, de no estar el pelele de Jason, le habría zampado otro golpe aún más fuerte que el que le había dado su mujer. Indiferente, Sophia se secó el labio partido con un pañuelo y negó con la cabeza.—El que se equivoca eres tú, Nick. Conmigo nadie juega. ¿O qué? ¿Creerías que me usarías así no más? ¡No soy plato de segunda mesa de nadie!—Si tenías algún problema conmigo, debiste dejarlo entre tú y yo, no montar esta mentira tan vil, porque no me voy a comer el cuento de que ese hijo que llevas es mío, así que será mejor que le busques un padre.De reojo miró a Jason quien se había mantenido de piedra y era lo mejor que así. Como tenía Andrew la sangre, er
El peso de su abdomen abultado no la dejaba correr, sin embargo, Valery no desistía. Sentía las piernas flaquearle y el frío cortaba sus pies descalzos. Sofocada hasta más no poder, corría despavorida por la carretera a oscuras sin rendirse. A sus espaldas, la voz de Sophia la llamaba una y otra vez. Ella quería responderle, pero el miedo le tenía paralizada y lo único que podía hacer era escapar. Apretando su vientre con posesividad, intentando cuidar con sus manos el retoño de ella y Andrew. —¡Ven aquí, zorra! Tú y tu bastardo no podrán quedarse con lo que es mío. Asustada hasta más no poder, Valery trató de esquivarla, tomando un atajo por un callejón. El corazón se le iba a salir de la boca cuando de pronto, sintió que una mano firme tiraba de su cabello, frenándola al instante. —¡Ah! Suéltame, Sophia —gritó despavorida. —¡Ni loca, m*****a! Tú vida acaba ahora —rio con maldad. Ella quiso gritar por ayuda, pero no pudo, su voz quedó presa del miedo al ver que Sophia la había
Andrew llegó a la oficina unos minutos después de Valery, quien lo había dejado comiendo el polvo tras su altercado de la mañana. Todavía tenía la sangre hirviéndole de rabia, pero no hacia ella, sino consigo mismo y con Sophia.En su interior, se devanaba los sesos por saber cómo desenmascararla, y aunque aún no tenía la respuesta, algo se le ocurriría. Suficientes problemas tenía ya con la sombra de su hermano que aparecería en cualquier momento, como para sumarle a la farsa de un embarazo que no era suyo.Con un rictus de perros y un cabreo descomunal, atravesó las puertas del elevador para encontrar a su flamante esposa fresca como una lechuga, tecleando en su ordenador. Parecía que no había discutido hacía poco.—Tiene junta con el comité, señor Davis —le informó, sin mirarlo a los ojos.A pesar de haberla visto hacía unos momentos, la encontró más ardiente que nunca. Se había soltado su hermosa cabellera castaña y su labial era del mismo tono rojo pasión que su vestido.De no ha
—¡Andrew! ¡Espera! —lo llamó, Valery, desesperada por alcanzarle, pero apenas podía caminar con los tacones y aún no se había recuperado del todo de la resaca, por lo que aún estaba algo débil.Jadeante, pudo tirar de la manga de su camisa justo cuando entraban al elevador para dirigirse al estacionamiento subterráneo.—¿Ahora quieres hablar conmigo? —preguntó, molesto, sin mirarla a los ojos.Tenía tanta ira que se atrevía a golpear a cualquiera que se le pusiera enfrente, por lo que trató de contenerse para no decir algo de lo que luego se arrepintiera.Después de todo, ella no era la responsable de ninguno de sus problemas.—No puedes irte así, no estás bien.—Como si te importara… —gruñó entre los dientes, al llegar al parqueo. —Regresa al trabajo y déjame solo, Valery. No necesito tu compasión ni la de nadie. Si querías hablar conmigo, pudiste haberlo hecho en casa y no ahora. Sin esperarla, salió a toda prisa en dirección a su auto. Quería escapar, quería huir de ese infierno
—¿Es que no tienes gracia para comer? —le preguntó Sophia con gesto desagradable al ver a Jason engullir sin receso. Parecía como que había estado preso y nunca había visto panqueques antes, así que ella lo miró por encima del hombro con asco.No había nada en él que le despertara interés, salvo el único motivo de embarazarse de él para engañar a Nick, pero luego de ahí, era un hombre insulso, carente de todo el carisma y gracia que tenía su adorado Davis.Ante el claro insulto y la mirada despectiva, Jason se encogió de hombros.—Si no te gustan mis modales, puedes irte si quieres. Después de todo, ha sido tu idea sacarme de casa antes de comer algo. El desayuno es la comida más importante del día —recordó como buen médico.Ella rodó los ojos y le dio un sorbo a su jugo verde. Contrario a su acompañante, ella no se daba el lujo de ingerir carbohidratos ni azúcar nunca para poder mantener su figura esbelta, a pesar de que se moría de ganas de darle un mordisco a los panqueques.Miró
—¿Qué es lo que traes entre manos? —preguntó Valery desde el asiento del copiloto. Tenían ya un par de horas de camino y no tenía ni idea de donde se dirigían, pero Andrew sonrió enigmáticamente mientras negaba con la cabeza. —¿Confías en mí? —Técnicamente —ella bromeó. —Entonces déjate llevar, pequeña. Ya casi llegamos a nuestro destino. Valery guardó silencio y asintió con la cabeza, a la vez que contemplaba el maravilloso paisaje de la naturaleza. El sol brillaba con la última fuerza de la tarde y hacía frío en el exterior, propio del inicio del otoño. De hecho, de no ser por la calefacción del auto, probablemente se estaría congelando. A pesar de sus sospechas, no lograba descifrar qué tenía Andrew planeado, ya que, tras salir de la oficina, no le había revelado nada, salvo una pequeña parada técnica en casa. Tomó la salida en dirección a la montaña y ella se giró para verle. —¿Es que vamos a hacer senderismo a estas horas? —Algo mucho mejor —le aseguró él con una sonrisa.