Andrew se levantó de la cama con dificultad, mientras que Valery se apresuraba en ponerle los zapatos. Tenía todavía todo el abdomen vendado por las curas que le había hecho su nuevo aliado Jason, sin embargo, el simple hecho de estar de pie era doloroso para él.Por su parte, Nick se acercó a la puerta blanca de madera maciza y colocó un enorme mueble frente a ella. No era mucho, pero eso era mejor que nada y cualquier cosa que le diera unos segundos de ventaja serviría de mucho.—¿Qué haremos ahora? —Valery sentía el corazón salírsele por la boca.Estaba ya terminando el primer trimestre de su embarazo, y se acariciaba nerviosa su diminuto vientre abultado, a la vez que veía por el monitor que había instalado su suegro a los cuatro matones que subían por el pasillo hacia ellos.Nick miró a la pantalla y miró a su hermano, tratando de mantener la calma. Estaban en el décimo segundo piso de un hotel, y la única salida era la escalera de incendios, aunque claramente, salir por allí era
Valery acarició su cabello intentando que las lágrimas no empañaran su mirada y su corazón se afligió. Lo vio tan débil, tan frágil sobre ese camastro viejo que pensó que se iba a romper y su angustia creció aún más, pero intentó ser fuerte. Tenía que serlo por él y por su bebé.Si antes estaba débil, con todos los cortes que recibió, más la enorme pérdida de sangre que tuvo, ahora estaba peor y las expectativas eran pocas. Tenía vidrios incrustados en los brazos, y rostro. Aunque los cortes no eran profundos, eran demasiados y eso solamente era un problema.En la habitación de afuera, Nick y Jacob esperaban impaciente a que Jason hiciera su magia intentando remendarlo otra vez, mientras que Valery fungía de asistente.Había un despliegue de utensilios esterilizados sobre la mesa. Ambos vestían gorro y mascarillas, sin embargo, Jacob no era cirujano y su agilidad no era la misma que si fuera un especialista. Además de no tener el equipo necesario y el apremiante apuro de estar contra
Nick dejó sobre las piernas de Valery un plato junto a un vaso de leche y como siempre, su sueño ligero de paloma la hizo abrir los ojos de inmediato. En algún punto se había quedado dormida en el sillón junto a Andrew, vencida por el cansancio.Era ya tarde y afuera estaba oscuro ya que no se veían luces de ningún tipo, salvo las de la cabaña. Estaban a los pies de la montaña y el sonido de los grillos era el único ruido que podía percibirse.—Te he traído algo de comer —dijo él, señalando el sándwich de atún que tenía en frente y ella lo vio confundida.Estaba desorientada y agotada, por lo que le tomó un momento entender lo que le decía, pero cuando su cerebro entró en funcionamiento, parpadeó un par de veces antes de agradecerle. —Gracias.Él asintió y ocupó el asiento frente a ello, ambos contemplando a Andrew. Estaba sudando como loco, pero aún no había despertado. A su lado, en el suelo, Jacob también había caído abatido por el sueño y Nick lo vio, con algo de recelo.—Deberí
Los chirridos de los neumáticos alertaron a los médicos de turno en la entrada de emergencias del hospital general. Una fina llovizna había empezado a caer anunciando la llegada del otoño y con la misma dureza del clima, Nick atravesó las puertas con el arma en la cintura. —¡Necesito un médico ya mismo! ¡Es una emergencia! —gritó con voz dura. De inmediato dos doctores corrieron a ver de que se trataba, mientras Jacob traía en brazos ayudado por Valery a un Andrew que estaba más muerto que vivo. No quedaba un ápice de color en su piel y parecía como que toda su sangre había sido drenada de la cabeza a los pies, sin dejar ni una gota en su cuerpo. Estaba inconsciente, y la mancha amoratada había triplicado su tamaño. —¿Qué diablos le ha pasado a este hombre? —preguntó el doctor Díaz, según pudo leer Nick, mientras corría a socorrerle. Dejando a los tres acompañantes pasmados, los doctores parecieron hacer magia, porque antes de que pudieran contar hasta cinco, lo tenían sobre una c
Valery veía las gotas caer una a una, sintiéndose más desesperada que nunca. Desde la camilla, movía el pie nerviosa, justo cuando la cortina de su cubículo se abrió, dando lugar a una Rosemary sonriente que venía cargada con un equipo parecido a una televisor.—¿Cómo te sientes? —preguntó ella, con curiosidad, mientras empezaba a instalar todo los equipos.—No lo sé… No sabía que estaba tan cansada hasta este momento. Supongo que ha de ser la preocupación y la agonía. No estaré bien hasta que no sepa nada de Andrew.La joven enfermera asintió, solo pudiendo imaginarse lo que sería estar en sus zapatos. No conocía nada sobre ellos, y aún así, tenía la imagen de que Nicolas quería a su hermano, porque le escuchó llamar su nombre un par de veces cuando estuvo inconsciente, en lo que parecía ser una eternidad.—El agotamiento mental puede ser tan desgastante como el físico, pero te aconsejo que intentes descansar. Tu bebé lo necesita para crecer fuerte y sano. Toma estas —le tendió un co
El doctor Díaz tenía un rostro de derrota y tras horas operando, el cuerpo adolorido y un agotamiento físico y mental indecible, se sentía inconforme con los resultados. Esperaba que todo su esfuerzo hubiera brindado mejores expectativas sobre Andrew, pero una cosa era lo que él quería y otra la realidad de los hechos.No tenía muy claro del tipo de relación que tenían ni de cómo su paciente había llegado a tremendo estado, pero lo que sí tenía claro era que eran familia, de hecho, nunca había tenido la oportunidad de ver a tres personas parecerse tanto físicamente.A pesar de la cara de desesperación que tenían su padre y su hermano, los llamó a un lado del pasillo sin saber cómo darles la noticia, esperando que no se lo tomaran tan a pecho como él imaginaba.—Sería bueno que tomaran asiento, señores —les ofreció, pero ninguno le hizo caso.—No se vaya por las ramas, díganos de una vez por todas qué sucede. Sea lo que sea lo vamos a soportar, pero dígame ¿mi hermano aún vive? —Nick e
Las luces del alba empezaron a brillar por la ventana, y Valery se removió en el asiento del pasillo, apoyándose aún más sobre el hombro de Nick. La cirugía tenía ya más de cuatro horas y a ella la había vencido el sueño.Alguien se aclaró la garganta y Nick levantó la mirada, para ver a Rosemary acercarse a ellos, con un té en las manos. Sin contenerse, una sonrisa sincera se expandió por su rostro y sintió ese extraño cosquilleo que le provocaba su presencia.Estaba hermosa, aún tras haber trasnochado y de tener el cabello alborotado, parecía un ángel vestido de blanco que había venido a curarle sus más profundas heridas.—¿Aún no tienen noticias? —preguntó algo cohibida y Nick negó con la cabeza.—Nada aún, pero por suerte Valery ha dormido un poco. Le he pedido que se vaya a recostar a una habitación, pero no ha querido.—No voy a irme a ningún lado, Nicolas, deberías saber eso ya —ella replicó con los ojos cerrados, haciendo que ambos sonrieran por sus ocurrencias.Así era Valery
Valery parpadeó un par de veces cuando la luz del sol le dio en la cara, y tuvo que acostumbrarse a ella. En silencio, contempló el viejo granero ubicado a las afueras de la ciudad donde la habían traído.No era que hubiera visto mucho del camino, gracias a la capucha que le habían puesto, sin embargo, era lista y había sabido diferenciar el cambio del trayecto y el sonido del sendero pedregoso por donde habían venido.Dos hombre fornidos la agarraron a Valery por los brazos como si de una pluma se tratara, mientras la arrastraban al interior para empujarla bruscamente contra el suelo, haciendo que ella cayera de bruces, con las manos atadas.—¡Son unos malditos bastardos! ¿Por qué no me sueltan a ver si son tan valientes? —se quejaba, mientras intentaba ponerse de pie, pero era difícil dada su limitante.Sus captores no hicieron más que burlarse de ella, hasta que sus pasos anunciaron su salida al exterior, así como el enorme el golpe inminente del portón cerrarse tras ellos.La habí