Capítulo 451
En cambio, los pasos de Gabriela desbordaban la esencia de la pieza, transmitiendo la sensación de una brisa primaveral que renovaba la tierra, donde retoños verdes brotaban entre la hierba cubierta por lo que quedaba de nieve, y pequeñas flores se abrían bajo la luz dorada del sol. Esa brisa suave parecía deslizarse por todo el escenario y rozar los rostros de la gente, llenándolos de una alegría casi contagiosa.

Fernanda, por su parte, se detuvo a mitad de su coreografía. Alrededor se había congregado no solo su propio grupo, sino también bailarines de otras compañías, colmando puertas y pasillos. Sin embargo, nadie tenía la mirada puesta en ella. Todos contemplaban a Gabriela.

Entonces, Gabriela concluyó con un final impecable. De inmediato estallaron las aclamaciones y los aplausos:

—¡Gabriela, en la próxima vida quiero ser tu perro!

—¡Eres la verdadera reina!

—¡Gabriela es lo máximo!

El rostro de Fernanda adquirió un tinte sombrío. Se sentía expuesta, como si la hubieran despojado
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