— ¿Estás bien? — pregunta Emily un tanto desconcertada. Su sonrisa se ha borrado del rostro y ahora se denota preocupada.
— No lo sé — mi corazón se va haciendo cada vez más pequeño, en cualquier momento dejará de latir. Solo espero que le revelación de esa mujer, de Isabel sea falsa. Que todo esto sea mentira o un mal sueño.— Espera — pronuncia ella a lo lejos. Sigo mi camino, ignorando completamente a mi amiga hasta llegar a la cava, pero decido no entrar, el señor Nick Johnson está dentro con Alejandro. Están hablando acaloradamente, así que me hago a un lado cuando los escucho pronunciar mi nombre.— De los antiguos cocineros solo queda Olivia, sabía muy bien que Pier iba a tomar venganza por lo que pasó — le refuta Alejandro molesto. En primer momento, no comprendo de qué hablan, ni siquiera sé que tipo de venganza.— No puedes dejar que ella se vaya, Pier no puede ganar — le declara el señor Nick.— Hago lo que puedo. — mi ceño se frunceEsta vez no paro, no me detengo, no lo quiero hacer, no por el miedo a cambiar de opinión, nada ni una disculpa reforzada por esos hombres me hará cambiar de parecer, no me detengo porque dejar este lugar es tan doloroso como nadie puede imaginarlo, es lo único que me quedaba del recuerdo de mi familia. De mi padre y amor que me infundo por la comida. Cruzo todo el lugar con dificultad, las piernas me tiemblan de la ira, todo desaparece de mi vista, se nubla, se torna oscura y temo caer al suelo por la conmoción, pero me atrae Emily y su fuerte llanto. Al menos debo ser fuerte para ella. Cómo no me di cuenta de su “relación” con este hombre. En qué momento me quedé tan ciega. Emily me sigue, porque también sabe que soy la única que la puede sacar de esto. Salimos del lugar no por la puerta de la cocina trasera, esta vez cruzamos todo el hotel, incluso pasamos por en medio del evento, causando intriga y drama, ya no me importa. Alejandro y el señor Nick caminan tr
— ¿Sólo eso quieres? — le pregunto con sarcasmo, esto debe ser un chiste. — Sí — responde Nick, sin siquiera mirarme a los ojos — Sólo serán tres meses — repite de nuevo. — ¿Estás hablando enserio? — trato de buscar su mirada, esta conversación ya me está fastidiando. — Yo solo vine a pedirte un préstamo, no que intentes arruinar mi vida — me levanto de la silla exasperado.— Me lo debes — está vez me mira directo, sus ojos prietos se clavan en mí, si realmente no lo conociera, sentiría miedo en este instante con su sola presencia, con esa mirada depredadora y distante, pero nadie, ni siquiera sus padres, conocen realmente a Nick, él aprendió desde pequeño a crear su propia mascara para estar en sociedad, para ser el hombre negociante y tenaz que todos conocen.— No te debo nada, Nick — respiro profundo para tratar de controlarme — ¿Hasta cuando vas a culparme de ello? — para mí también fue doloroso — Ambos perdimos — le aclaro. — Si quieres
Cruzo la ciudad en unos cuantos minutos en mi moto es lo único que calma mi mal humor en este momento, después de hablar con Isabel, con toda su familia y anunciar mis “intereses” sobre ella, proponerle matrimonio, y arruinar quizá para siempre mi reputación con la familia Jonhson, llego al no tan majestuoso Hotel Johnson´s London Corporated. No puedo creer que esté dispuesto hacer esta estupidez. Lo peor es que nunca me interesó cocinar en un lugar como este. Entro y me dirijo inmediatamente a la cocina, no necesito ser anunciado, no quiero ser anunciado. Me molesta de sobre manera la forma en que Nick puede manipularme por los errores del pasado. A veces me pregunto aún qué hubiese pasado si… Sacudo mi cabeza. No entiendo ni siquiera para qué Nick necesita que yo esté aquí, como si no bastara con que un edificio lleve el nombre Johnson en la fachada para ya ser un lugar de lujo. Cocine el que cocine aquí no va a marcar la diferencia en la ciudad. Paso por la re
— ¡Oye tú! ¿Cómo es tu nombre? — le sonrío de manera maliciosa. Y ella parece flaquear ante mi coqueteo, no necesita más para caer en mis brazos. — Carla — contesta con un tono meloso. — Carla — pronuncio su nombre lentamente para que piense que me interesa. — Lleva este plato rápido a la mesa nueve ¿Quieres? — me doy la vuelta y dejo a la joven camarera ahí, pensando en que tal vez sea un idiota, y sí, lo soy. Lo que me he dado cuenta sobre las mujeres es que entre más idiota sea uno, más rápido les agradas. Incluso puede estar pensando en que es algo afortunada por haberme fijado en ella por encima de las otras camareras y eso me hace aún más idiota.Entro a la cocina de nuevo y los olores golpean mi rostro, al parecer todo marcha bien — ¡Olivia, un lenguado para la once! — la miro a lo lejos, concentrada en los otros pedidos que está preparando, hay algo en su forma de cocinar que me cautiva.— ¡Sí, chef! — me grita, ni siquiera se toma la molest
En la mañana, despierto con la misma sensación con la que me fui a dormir. Y lo primero que viene a mi mente es Olivia. Tal vez lo que deba es acercarme a ella para que suceda lo que siempre sucede con todas las mujeres, que en un par de días deje de importarme, y al final ya ni siquiera me acuerde de su nombre en un par de semanas. Me levanto con el firme propósito de acercarme más a ella el día de hoy, y por primera vez en mi vida me siento nervioso. Olivia es diferente, en sus ojos no veo lo que normalmente observo en los ojos de cada mujer que se cruza por mi camino. Aunque me repito y me aseguro de que le gusto, también sé muy bien que me odia, tal vez por ocupar un puesto que ella anhelaba y merecía completamente. Ese mismo puesto que yo no quiero y si fuese por mí, se lo entregaría de inmediato, pero Nick es un testarudo.No sabe en quién confiar en este momento y de hecho en ningún momento, toda su vida ha sido un negocio constante, podría decir que desde
Todo el día he cargado con una sensación que oprime mi pecho, solo puedo recordar las lágrimas acumuladas en sus ojos y el terrible esfuerzo que hacía para que no salieran y humedecieran sus mejillas, pero al final vencieron. Lo peor es que siento que estoy aumentando su odio hacía mí, cuando lo que quería era acercarme en ella y esa imposibilidad me hace obsesionarme más. — ¿Dónde carajos está el salmón? — le pregunto.— Voy, chef — grita ella del otro lado de la cocina, la volteo a mirar y sus ojos verdes resaltan por encima de todo, de la comida perfectamente preparada, de los olores que tanto me encantan, del calor de la cocina, es ella quien realmente hace ameno el estar aquí. Y esa declaración me asusta. Entre pedidos, platos, comida, preparaciones mi mente divaga en pensamientos aleatorios, está noche no estoy del todo concentrado. Recuerdo lo que pasó ayer cómo pude dejarme llevar por histeria de lo que
Toda clase de pensamientos cruza por mi mente, no me detengo a meditarlos, ya sé que esta mujer me gusta, incluso más de lo que me debería gustar. La llevo hacía la pared más cercana para que no tenga opción de escapar, ya no aguanto más. Sus gritos, su molestia y sus palabras me han dado una señal más clara de lo que siente por mí. También le gusto, le atraigo y podría decir que me desea de alguna manera. La sostengo con firmeza, miro sus labios rosas por eternos segundos y me los gravo en lo más profundo de mis memorias, me abalanzo a sus labios, toda la pasión, deseo y excitación que he estado conteniendo por ella, todo lo que esta mujer despierta en mí, lo entrego en ese beso, el aire se condensa a nuestro alrededor y se vuelve humedad, tanto mía como de ella, mi miembro se endurece y recargo mi cuerpo en el de ella, quiero consumirme aquí justo en este instante, en este lugar lugar. No me importa que estemos en un callejón público, ni que en cualquier momento salga
Pego mis labios a los suyos, son dulces, suaves, los aprieto con fuerza y hundo mi lengua dentro de su boca, la quiero saborear completamente, ella también juega con mi lengua, con mis labios, se entrega a mi beso. Así como lo hizo en el callejón, a pesar de sus negativas palabras reacciona más que bien a mis actos. Y yo solo quiero congelar este precioso momento, que el tiempo no pase, que no haya un futuro, ni un pasado, solo este presente.Se aferra de mi filipina con fuerza, como si temiese caer y juguetea con sus dedos en mi cabello, puedo sentir el calor de ambos cuerpos y nos dejamos llevar. La llevo hacía la puerta y me aseguro de pasar el seguro como puedo, atientas y con los ojos cerrados, sin separarme de ella, solo por el hecho que nadie interrumpa este maravilloso momento.Mis manos se deslizan por su espalda hasta que encuentro el nudo de su mandil, lo desato y lo lanzo al aire. Quiero desnudarla aquí mismo y hacerla mía, por segundos olvido donde no