— ¡Oye tú! ¿Cómo es tu nombre? — le sonrío de manera maliciosa. Y ella parece flaquear ante mi coqueteo, no necesita más para caer en mis brazos.— Carla — contesta con un tono meloso.— Carla — pronuncio su nombre lentamente para que piense que me interesa. — Lleva este plato rápido a la mesa nueve ¿Quieres? — me doy la vuelta y dejo a la joven camarera ahí, pensando en que tal vez sea un idiota, y sí, lo soy. Lo que me he dado cuenta sobre las mujeres es que entre más idiota sea uno, más rápido les agradas. Incluso puede estar pensando en que es algo afortunada por haberme fijado en ella por encima de las otras camareras y eso me hace aún más idiota.Entro a la cocina de nuevo y los olores golpean mi rostro, al parecer todo marcha bien — ¡Olivia, un lenguado para la once! — la miro a lo lejos, concentrada en los otros pedidos que está preparando, hay algo en su forma de cocinar que me cautiva.— ¡Sí, chef! — me grita, ni siquiera se toma la molest
En la mañana, despierto con la misma sensación con la que me fui a dormir. Y lo primero que viene a mi mente es Olivia. Tal vez lo que deba es acercarme a ella para que suceda lo que siempre sucede con todas las mujeres, que en un par de días deje de importarme, y al final ya ni siquiera me acuerde de su nombre en un par de semanas. Me levanto con el firme propósito de acercarme más a ella el día de hoy, y por primera vez en mi vida me siento nervioso. Olivia es diferente, en sus ojos no veo lo que normalmente observo en los ojos de cada mujer que se cruza por mi camino. Aunque me repito y me aseguro de que le gusto, también sé muy bien que me odia, tal vez por ocupar un puesto que ella anhelaba y merecía completamente. Ese mismo puesto que yo no quiero y si fuese por mí, se lo entregaría de inmediato, pero Nick es un testarudo.No sabe en quién confiar en este momento y de hecho en ningún momento, toda su vida ha sido un negocio constante, podría decir que desde
Todo el día he cargado con una sensación que oprime mi pecho, solo puedo recordar las lágrimas acumuladas en sus ojos y el terrible esfuerzo que hacía para que no salieran y humedecieran sus mejillas, pero al final vencieron. Lo peor es que siento que estoy aumentando su odio hacía mí, cuando lo que quería era acercarme en ella y esa imposibilidad me hace obsesionarme más. — ¿Dónde carajos está el salmón? — le pregunto.— Voy, chef — grita ella del otro lado de la cocina, la volteo a mirar y sus ojos verdes resaltan por encima de todo, de la comida perfectamente preparada, de los olores que tanto me encantan, del calor de la cocina, es ella quien realmente hace ameno el estar aquí. Y esa declaración me asusta. Entre pedidos, platos, comida, preparaciones mi mente divaga en pensamientos aleatorios, está noche no estoy del todo concentrado. Recuerdo lo que pasó ayer cómo pude dejarme llevar por histeria de lo que
Toda clase de pensamientos cruza por mi mente, no me detengo a meditarlos, ya sé que esta mujer me gusta, incluso más de lo que me debería gustar. La llevo hacía la pared más cercana para que no tenga opción de escapar, ya no aguanto más. Sus gritos, su molestia y sus palabras me han dado una señal más clara de lo que siente por mí. También le gusto, le atraigo y podría decir que me desea de alguna manera. La sostengo con firmeza, miro sus labios rosas por eternos segundos y me los gravo en lo más profundo de mis memorias, me abalanzo a sus labios, toda la pasión, deseo y excitación que he estado conteniendo por ella, todo lo que esta mujer despierta en mí, lo entrego en ese beso, el aire se condensa a nuestro alrededor y se vuelve humedad, tanto mía como de ella, mi miembro se endurece y recargo mi cuerpo en el de ella, quiero consumirme aquí justo en este instante, en este lugar lugar. No me importa que estemos en un callejón público, ni que en cualquier momento salga
Pego mis labios a los suyos, son dulces, suaves, los aprieto con fuerza y hundo mi lengua dentro de su boca, la quiero saborear completamente, ella también juega con mi lengua, con mis labios, se entrega a mi beso. Así como lo hizo en el callejón, a pesar de sus negativas palabras reacciona más que bien a mis actos. Y yo solo quiero congelar este precioso momento, que el tiempo no pase, que no haya un futuro, ni un pasado, solo este presente.Se aferra de mi filipina con fuerza, como si temiese caer y juguetea con sus dedos en mi cabello, puedo sentir el calor de ambos cuerpos y nos dejamos llevar. La llevo hacía la puerta y me aseguro de pasar el seguro como puedo, atientas y con los ojos cerrados, sin separarme de ella, solo por el hecho que nadie interrumpa este maravilloso momento.Mis manos se deslizan por su espalda hasta que encuentro el nudo de su mandil, lo desato y lo lanzo al aire. Quiero desnudarla aquí mismo y hacerla mía, por segundos olvido donde no
— ¿Por qué no somos nada? — pregunta Olivia, el dolor se le nota en el rostro, la lluvia oculta sus lágrimas, pero no de mí. Su cabello castaño se va mojando de a poco. Lo que he vivido con ella estos días ha sido maravilloso, podría amar fácilmente a esta mujer. El callejón está oscuro y desolado, por lo general uno siempre ve uno que otro trabajador fumando fuera a estas horas, pero con tremendo chubasco nadie es capaz de salir.— No, no somos nada — le digo, e intento ocultar como puedo mis sentimientos y todo lo que me produce decirle esas palabras, me duele que tenga la razón, que intuya algo, que lo que sale de su boca es verdad, Isabel es mi prometida, será mi futura esposa, pero cómo le explico eso a ella, cómo podría entenderlo. ¿Cómo decirle que me voy a casar por el maldito dinero? Lo mejor es retirarme de su lado, de su vida, aunque le cause algo de dolor en este momento, pero a futuro no la lastimaré más. No la querré más, no querré atarla a mí lado.
Una vez terminado el servicio voy en busca de Nick para que hablemos, quiero retirarme de todo esto, ya no me importa si no consigo la financiación para el restaurante. Es lo de menos, Isabel ha cambiado, en realidad me quiere más de lo que pensé. Ha hecho todo al pie de la letra, todas mis peticiones. Y del otro lado está Olivia, no quiero estar sin ella, estoy dispuesto a dejar todo por ella.Subo hasta su oficina, apenas abre las puertas del ascensor me encuentro con el bolso de una chica tirado en el suelo, de camino hasta la oficina de Nick, me encuentro con algunas prendas de vestir y la puerta está abierta, lo veo con la chica de cabello de colores, la amiga de Olivia, Emily. Se están tocando y besando de manera acalorada, para ser más claros, están teniendo sexo sobre su escritorio, están tan sumergidos en su mundo que ni siquiera se dan cuenta de mi presencia, nunca me imaginé ver a Nick de esa manera. No es el tipo que suele hacer estas cosas. Estás locuras.
… Hasta aquel día en que mi madre murió y yo tuve que cocinar en el pequeño restaurante de mi padre porque él tenía el corazón tan roto que no podía hacerlo, pasara lo que pasara nunca dejábamos de abrir ese pequeño lugar frente de la plaza del Tossal, cerca de la Lonja de la Seda. Mi padre me observaba en un costado de la cocina, sumergido en sus pensamientos, yo cocinaba como siempre utilizando las mismas técnicas, siendo preciso y disciplinado como siempre. Siguiendo al pie de la letra sus recetas, para ese entonces ya me las sabías todas de memoria.Ese día el primer plato fue devuelto, estaba salado, el segundo tuvo la misma suerte, pero este estaba insípido. Así pasó con unos cuantos platos más. Por primera vez mi padre sonrió al probar un plato mío y me abrazó tan fuerte que ambos lloramos en ese momento “Has aprendido a cocinar con el corazón” Dijo finalmente. A pesar de que hubiese sido la primera vez que cociné algo asquerosamente horrible, mi padre, ese
El día ha sido pesado y lo será aún más cuando hable con Nick, pero los recuerdos de la noche que pasé con Olivia es lo único que me hace mantener de buen humor. Hoy estoy a completa disposición de Olivia cuando ella toma el mando de la cocina todo se vuelve más fácil para mí y es lo mejor que le puede ocurrir a este lugar. Es la perfecta ocasión que Olivia tiene para brillar, el evento de despedida de Marcus Johnson. Así todos sabrán que es la persona idónea y perfecta para llevar el cargo de chef jefe. Tomo las fresas y las corto en rodajas para el postre, sonrío de medio lado al recordar las fresas regadas por el cuerpo de Olivia.— Sé lo que estás pensando, por favor, concéntrate — me pide Olivia, en sus ojos veo el mismo destello de lujuria provocado por lo mismos recuerdos. — Anoche fue … — mi voz se pone ronca y me endurezco de inmediato, ella se percata de mi situación y se sonroja.— Alejandro, por favor. Necesito esas fresas para h