… Hasta aquel día en que mi madre murió y yo tuve que cocinar en el pequeño restaurante de mi padre porque él tenía el corazón tan roto que no podía hacerlo, pasara lo que pasara nunca dejábamos de abrir ese pequeño lugar frente de la plaza del Tossal, cerca de la Lonja de la Seda. Mi padre me observaba en un costado de la cocina, sumergido en sus pensamientos, yo cocinaba como siempre utilizando las mismas técnicas, siendo preciso y disciplinado como siempre. Siguiendo al pie de la letra sus recetas, para ese entonces ya me las sabías todas de memoria.Ese día el primer plato fue devuelto, estaba salado, el segundo tuvo la misma suerte, pero este estaba insípido. Así pasó con unos cuantos platos más. Por primera vez mi padre sonrió al probar un plato mío y me abrazó tan fuerte que ambos lloramos en ese momento “Has aprendido a cocinar con el corazón” Dijo finalmente.A pesar de que hubiese sido la primera vez que cociné algo asquerosamente horrible, mi padre, ese
El día ha sido pesado y lo será aún más cuando hable con Nick, pero los recuerdos de la noche que pasé con Olivia es lo único que me hace mantener de buen humor. Hoy estoy a completa disposición de Olivia cuando ella toma el mando de la cocina todo se vuelve más fácil para mí y es lo mejor que le puede ocurrir a este lugar. Es la perfecta ocasión que Olivia tiene para brillar, el evento de despedida de Marcus Johnson. Así todos sabrán que es la persona idónea y perfecta para llevar el cargo de chef jefe. Tomo las fresas y las corto en rodajas para el postre, sonrío de medio lado al recordar las fresas regadas por el cuerpo de Olivia.— Sé lo que estás pensando, por favor, concéntrate — me pide Olivia, en sus ojos veo el mismo destello de lujuria provocado por lo mismos recuerdos. — Anoche fue … — mi voz se pone ronca y me endurezco de inmediato, ella se percata de mi situación y se sonroja.— Alejandro, por favor. Necesito esas fresas para h
— De nuevo está averiado. — ¿De nuevo? — pregunta del otro lado del teléfono.— Sí, sí hombre.— Ya salgo para allá chef Fonollar, no sé entonces qué está causando la descompensación de temperatura, pero lo averiguaré — me promete el señor del mantenimiento y cuelga. — Tendremos que pasar de nuevo los vinos al sótano — le pido a la señorita Bristol para que llame un par de jóvenes que me ayude y ella vuelva a la cocina para atender los pedidos. — Sí, chef — sale presurosa del lugar y casi de inmediato entra Nick.— Pensé que ya había quedado arreglada — comenta Nick molesto.— Y yo — suspiro agotado por el correr del día y apenas vamos a la mitad.— ¿Crees que alguien lo esté manipulando de la manera incorrecta a propósito? — su mirada se ve distante y agotada. — ¿De qué hablas, Nick? Esa acusación es muy grave Esta cava es un tanto viej
En nuestras miradas se afronta toda una guerra, pasamos de ser los mejores amigos a los peores enemigos, todo por esa estúpida petición. Lo mejor es que terminemos con esto de una buena vez antes de que terminemos hiriéndonos más e hiriendo a las personas que queremos. — Isabel se ha dado cuenta, está molesta — se trata de defender él y cree que con eso voy a retroceder, cómo si no me conociera. Cómo si no supiera lo poco que me importa que Isabel este molesta, lo máximo que puede hacerme es discutirme por un buen rato, como si de verdad fuéramos una pareja.— ¿Has estado utilizándome todo este tiempo? — escucho su voz provenir desde la puerta y me hace girar rápidamente, lo primero que veo son sus ojos, está llena de ira, dolor y tristeza, incluso su cuerpo está temblando y no precisamente de frío. — ¡Olivia! — sus gestos me aseguran de que ha escuchado más de la cuenta. — ¿Qué… qué haces aquí? — me pongo nervioso, solo quiero que s
Observo sus ojos azules, no hay una sola pizca de buen humor a pesar de que se supone es una gran fecha para él, tengo que abrir la boca para poder respirar, y después de tanto siento levemente como mi corazón se agita con su sola imagen.— ¿Para qué me traes esto?— Solo lee el artículo — me indica con exasperación Emily. Intento volver a leer, pero me distrae su foto decorando algunas palabras que han puesto en el artículo del periódico londinense, a pesar de que no sea la mejor calidad para la imagen, sus ojos azules se hacen notar por encima de todo. El gran chef Alejandro Fonollar declara qué: su magnífico restaurante Alejandro´s Fonollar no lleva su nombre, si no el de su padre. Aunque muchos ponen en duda aún esta declaración e indican que es una jugarreta por parte del chef y se lo atribuyen a su carácter y ego, esto fue lo que él nos indicó. “Mi padre fundó su primer y único restaurante en 1984, quien le puso Alejandro´s Fonollar, el no
El sonido de la alarma me despierta abruptamente, miro a mi lado a mi pequeño, completamente dormido, ni siquiera el fuerte sonido lo puede remover. Le acaricio su pequeño rostro, cada vez se parece más a él a Alejandro.Me levanto y me preparo rápidamente para ir a trabajar, miro el reguero en la sala de estar, los juguetes y la ropa que Emily le trajo de cumpleaños a mi pequeño, no tengo tiempo para recoger nada, así que dejo todo tal cual, y me dispongo a despertar a Martín, para bañarlo y llevarlo al jardín. Corro por las calles de Paris, tratando de cumplir con el horario del jardín y mi trabajo, simultáneamente, pero es más que imposible, cuando en ambos lugares debería estar a las 8:00 am y están a unos cuantos kilómetros de distancia. — Buenos días, Luca — saludo al dueño de la pequeña cafetería, agitada, cansada y sudorosa, hoy como todos los días se ve molesto por mis minutos de tardanza.— Tengo que hablar contigo, Olivia — con un gesto me ha
— ¡Oli! — me grita Emily desde lejos, molestando a varias personas alrededor, sacude sus manos por si aún no la hemos visto, aunque eso sea imposible. Martín la reconoce desde lejos y estira sus pequeñas manitos para que lo alce, apenas nos encontramos Emily lo alza y lo abraza con fuerza dándole varios giros en el lugar, haciéndolo reír a carcajadas. Dos hombres trajeados acompañan a Emily y me ayudan con las pocas maletas que traigo. Son los guardaespaldas que Nick le puso a ella, su vida ha cambiado tanto desde que se casó con él, incluso ya no lleva su cabello de colores, temo tanto que haya perdido la esencia de su personalidad y lo que la hacía a ella tan única. — Estoy muy feliz de tenerlos aquí, sé que no te vas a arrepentir.— Eso espero — le digo entre dientes — ¿Que ya no hay taxis en Londres? — le pregunto de manera irónica mientras nos subimos a la limusina. — Solo disfrútalo, Olivia — rueda los ojos en protesta por mi pregunta, el
Tomo la cebolla y la corto en cubos, seguido de la zanahoria que va en rodajas, la cocina está en silencio salvo el choque del cuchillo con la tabla de madera, no hay nadie más acompañándome, estoy completamente sola en la inmensidad de esta cocina, se siente extraño volver a este lugar, muchos recuerdos me rodean y solo tengo que concentrarme en lo que estoy haciendo. Ya he hecho esta receta en muchas ocasiones, me la sé de memoria, solo tengo que dejar deslizar mis manos por todos los ingredientes. Mi padre, debo concentrarme en su recuerdo y en los años que pasó cocinando en este lugar, mi pequeño Martín, le hubiese gustado conocerlo, me diría que es el abuelo más feliz de todo el mundo, cocinaría para él miles de recetas que también cocinó para mí, tal vez si hubiese vivido más tiempo le hubiese enseñado a cocinar, como lo hizo conmigo. Pongo una a una la codorniz en la sartén después de condimentarlas y las sofrío por todos lados, las saco del sartén y las dejo
— ¡Oli! — grita eufórica — ¡Ese me encanta! — se lleva las manos a las mejillas y no para de sonreír y yo por supuesto no puedo evitar sentirme sonrojada y avergonzada. Me miro al espejo y Emily tenía razón este vestido color vere oliva hace resaltar el color de mis ojos — Queda perfecto con estos zapatos ¡Póntelos! ¡Póntelos!Me pasa unas sandalias doradas de correas con destellos brillantes que se asemejan al aplicativo que tiene el vestido en el borde del cuello strapless, después de hacerme probar una infinidad de vestidos es posible que este sea el indicado para ella. Yo me hubiese quedado con el primero y ya. Vuelvo a mirar la etiqueta del precio y me da escalofrío — Emily, no estoy segura. No con ese precio — le enseño la misma etiqueta. — El precio es lo de menos, ya tendrás luego para pagarme — hace una seña con la mano como si no tuviera mucha importancia, tendría que trabajar por el resto de mi vida en la pequeña cafetería para pagarle y no es una e