Capítulo 35. Lo necesito.
POV: William.
Ya estoy de regreso. Gracias por todo. Besos.
El mensaje de W******p que me envía Ashley me alegra la noche. No por el hecho de que me informe lo que hace o deja de hacer, sino porque ella siente la necesidad de tenerme al tanto de todo.
Pienso si responder o no. Las ganas me matan, pero no quiero parecer demasiado insistente. Miro mi teléfono y mientras lo hago, mis pies no paran de moverse con nerviosismo. Al final, decido responderle; al menos una despedida para no dejarla en visto.
No tienes nada que agradecer, te lo he dicho mil veces. Descansa, preciosa. Nos vemos pronto.
Lo leo una y otra vez, antes de enviarlo. Al hacerlo, veo como dos palomitas salen en la esquina inferior derecha del mensaje. Entregado. Luego se ponen azules. Leído.
Es tan rápida la transición, que pienso mantenía abierto el chat esperando una respuesta de mi
POV: Ashley. Dejo el teléfono a un lado y espero su respuesta. Muerdo mi labio inferior con ansias y mis pies rebotan sobre el suelo de madera. Intento tranquilizarme, porque no quiero volver a sentir la mirada escrutadora de mi madre. Generalmente, no nos ocultamos nada; pero esta forma diferente de tratar con William me está haciendo sentir diferente, normal. Y quiero mantenerme así el mayor tiempo posible. Cómo está todo funcionando y evolucionando a mi alrededor, no quisiera romper la burbuja por miedo a caer al vacío. El celular vibra sobre la mesilla y yo brinco de la impresión; mis manos sudan y casi se me resbala en el intento de ver cuanto antes lo que respondió. Estoy de acuerdo. Te voy a dar dos días para que prepares todo y te enviaré unos documentos que debes ir revisando para tu trabajo. Cuando llegues a la oficina, solo seremos jefe y empleada; nada más. Leo su mensaje y sonrío. Es como si estuviéramos
POV: Ashley. Me despierto temprano. Mi madre aún duerme e intento no hacer ruido, para no despertarla. Voy al baño y me aseo, todo el rato pensando en las razones por las que decidí levantarme cuando todavía no sale el sol. «William», pienso y ruedo los ojos. Y vuelvo a pensar en él por este hecho, con una sonrisa boba dibujada en mis labios. Bueno, la cuestión es que me la pasé soñando con él. No acostumbro a soñar, la verdad; es difícil que sea así cuando al llegar la noche, la rutina cae sobre tus hombros cansados. Pero sucedió. Solo necesitaba cerrar los ojos y la imagen de él se formaba detrás de mis párpados. «Ahh y no una imagen cualquiera. No», vuelvo a rodar los ojos y resoplo. Tenía que ser la p**a imagen del susodicho, solo en toalla. Sí, una minúscula toalla blanca que a duras penas cubría sus partes. Y no es sólo eso, también está el hecho de que su cuerpo, estaba completamente mojado y algunas goticas que rodaban por su abdomen e
POV: Ashley. Si me hubieran dicho que salir de compras con Esme, era tan agotador, hubiera comido algo más que un sándwich en el desayuno. Literalmente, solo hemos entrado a una tienda y ya no puedo más. Entre faldas, pantalones, blusas elegantes, chaquetas y zapatos, me he cambiado alrededor de veinte veces. Esa combinación me gusta. Agrégalo. Esta falda la puedes usar con esta blusa y llevar estos zapatos. Lo llevamos. Pruébate este pantalón con esta chaqueta. Perfecto. Me encanta. Varias combinaciones de estas palabras han sido más que repetidas. Esme puede ser muy insistente cuando le viene alguna idea a la mente y, si lo acompaña de unas palmadas emocionadas, puedo confirmar que vale la pena. Si antes estaba preocupada porque no tenía ropa para asistir de manera decente a la oficina, toda la preocupación se fue al traste cuando Esme me confesó que ella era la sorpresa de William. Me alegré, obvio, porque
POV: Ashley. Tomo de mi Coca Cola sin mirar a Esme. Intento concentrarme en otra cosa que no sea su mirada perspicaz. —Ashley —llama, con tono divertido—, es normal que se sientan atraídos. Ya no me ignores. La miro y está haciendo un puchero, mientras finge que le entristece mi posición. —No te ignoro, solo estoy avergonzada —confieso, pero me enfoco en el vaso con la cabeza gacha. —¡Ja! Y... ¿Por qué se supone que estás avergonzada? Como ya te dije, es normal que se gusten, no hay nada de malo. Yo resoplo, en un gesto infantil. La miro apenada y le comento lo que sucede. —Yo llevo tres años sintiéndome atraída por él —digo y nada me había preparado para el chillido que suelta de repente. Sonrío al verla, con su boca abierta y haciendo gestos con sus manos. Miro alrededor y los ocupantes de las mesas más cercanas la miran también, entre divertidos y confusos. —Por favor, eso es algo que necesito saber —pide, a
POV: Ashley. Medio acostada en un sillón inmenso y esponjoso, con mi cabeza apoyada en una cómoda almohadilla, cierro mis ojos y disfruto mientras la asistente de la peluquería lava mi cabello. Sus dedos masajean y estimulan mi cuero cabelludo y me dan unas ganas enormes de dormirme; si no fuera porque Esme no se calla un segundo, podría ser posible. —Me gustaría hacerle un degradado de su tono natural, con un rubio más claro en las puntas —comenta Esme, a la peluquera que prepara todo. Conversan sobre lo que mejor me quedaría, sin tener en cuenta que yo estoy justo al lado de ellas y no he dicho ni una palabra. —Después quiero probar unas ondas en su peinado. Su cabello es liso natural, por eso creo que quedaría el cambio más potente —continúa Esme y me provoca una sonrisa. —Esme... —digo, a la vez que siento el agua clara correr por mi cabello para enjuagarlo. —¿Ujum? —¿Y si te dijera que no quiero nada de eso? —pregunto dive
POV: Ashley. —Es evidente la tensión que se vive entre mi hermano y tú —dice Esme, de repente. Yo giro mi cabeza para mirarla. Su vista está fija en el frente, mientras conduce por las calles de la ciudad, rumbo a mi nuevo apartamento. —¿Por qué dices eso? —pregunto, un poco avergonzada. Bajo mi cabeza y me enfoco en los documentos que llevo encima, para evitar su mirada. Siento los ojos de Esme sobre mí por una fracción de segundo, supongo que pensando si decirme tonta o qué. —¿En serio me preguntas eso? —insiste, en shock con mi pregunta. Niega con la cabeza y fija su mirada al frente otra vez—. Deberías verlo todo desde fuera, para que te dieras cuenta. No pueden dejar de comerse con la mirada. Bueno, en eso tiene razón. Quisiera pensar que no es tan fácil determinar la atracción que existe entre William y yo, pero estaría pidiendo un milagro. Es obvio que al menos yo, no puedo negarme a su sex appeal. Fue bastante difícil para mí,
POV: Ashley. Ricardo se queda con nosotros a disfrutar de la rica comida encargada por William. Lo hace con un poco de vergüenza, pero al parecer vale la pena quedarse y disfrutar de la compañía. Cuando se va, Christopher lo hace con él. Estábamos comentando que tendría que quedarse, puesto que era tarde para él estar en la calle; así que Ricardo se ofreció a llevarlo. Se despidió de nosotras y a mi madre le dirigió una tierna mirada antes de salir del todo de la habitación. —Bueno, yo creo que Ricardo está loquito por ti —digo, en cuanto cierro la puerta detrás de mí. Mi madre se pone colorada al instante. —Que cosas dices, Ashley —niega ella, haciéndose la desentendida. —La verdad, eso es lo que digo —río y ruedo los ojos. Comenzamos una discusión sobre las razones por las que defiendo mi posición; mi madre intenta desestimarlas con excusas y justificaciones sin valor, para al final, terminar llegando sin remedio a la conclus
POV: Ashley.Salgo del vestidor, mirándome los pies y acomodando la falda negra elastizada.—Wow... —ovaciona Steph—. Creo que este es el elegido.La miro y tiene sus pulgares arriba. Ruedo los ojos y resoplo, con sus palabras.—Steph, has dicho lo mismo de los últimos cinco conjuntos —comento, un poco frustrada.—Es que todos son geniales y te quedan hermosos —dice, con un puchero—, pero este —señala mi cuerpo— es el indicado para tu primer día.Levanto una ceja ante su seguridad y voy camino al espejo. Steph me alcanza la chaqueta negra a juego con la falda y la coloco por encima de la blusa blanca medio transparente. Al ver mi reflejo, soy consciente, al fin, del cambio tan drástico que estoy experimentando.—Sí, sí, se siente raro —comenta Steph, al imaginar lo que estoy pensando. Hace un gesto con su mano y se