Jeremías Miro a la mujer dudar antes de garabatear su firma sobre la línea indicada al final de este contrato matrimonial que no solo me hizo cambiar, sino leer en voz alta solo para ella. ¿Cree que soy un maldito secretario? Si no fuera porque mis hijos realmente parecen tener alguna posibilidad de mejorar al estar cerca de esta loca mujer definitivamente no estaría aguantando todas sus tonterías. Miro la línea escrita a mano donde afirma que le pagaré quinientos dólares por cada vez que la toque directa o indirectamente y supongo que solo quiere sacarme dinero, pero está muy equivocada. No la tocaré jamás, ni siquiera con una caña de pescar que mida tres metros. Dios ni siquiera sé qué hombre en su sano juicio querría algún vínculo con esta definitivamente volátil e insoportable persona. —Te mudarás mañana — digo acomodándome en la silla — te daré la cita para tus nuevas prácticas pasado mañana y sobre tu padre… — rebusco entre mis cajones — tiene el mejor tratamiento desde hac
Lizbeth —¡Mira mami, esta es tu habitación! Lucas empuja unas enormes puertas de madera negra para revelarme el interior de una habitación casi tan grande como mi departamento. El lugar tiene un pequeño espacio similar a una sala donde hay un escritorio bastante grande. Los tonos oscuros de las paredes me recuerdan un poco a mi nuevo esposo, pero eso es lo de menos ahora. La niña pequeña junto a mí me tira del vestido, le doy una rápida sonrisa antes de inclinarme para dejar la caja con mis cosas más importantes a un lado para tomarla en mis brazos. Ella toma uno de los mechones aún ligeramente húmedos de mi cabello. —Estás muy linda — gesticula antes de llevar el mechón a su nariz — hueles como una mamá. Mi corazón se derrite lentamente ante el significado de esos símbolos, Lucas sube rápidamente al asiento a mi lado para estar ligeramente a la altura de su hermana ahora en mis brazos. —Claro que huele como una mamá Lucia — el pequeño se abraza a mi cintura — ella es nuestra mam
Jeremías —¡Dime qué dijo mi hijo! Grito a la mujer que estoy sosteniendo del brazo, incrédulo aún de lo que acaba de decir, Lucas nunca habla del accidente, ni siquiera conmigo cuando trato de preguntarle algo referente a ese momento o cerca. ¡Cómo pudo mi hijo decirle algo a ella! —Está haciéndome daño — murmura la chica frente a mí mientras trata de soltarme — le dije que no se atreviera a tocarme usted… —¡Eso es lo de menos ahora! — gruño soltándola — ¡Dígame cómo consiguió que Lucas dijera algo , !Dígamelo ahora mismo! —No dijo nada — me responde — él solo intentó decirme si iba a o no al colegio y créame, creo que es un tema que debemos tratar con más calma, ahora si me disculpa tengo otros asuntos que atender. ¿Otros asuntos? ¡No hay asunto más importante que lo que acaba de decir, mi esposa, masajea el lugar donde la sujeté y extiende su mano en mi dirección con la molestia más absoluta en su rostro! —Deme doscientos dólares — me suelta de la nada — usted me tocó, así q
Lizbeth ¿Una cena? Después de que se comportó como un loco, pretende que simplemente tengamos una cena con su familia. Salgo del ascensor que lleva a la primera planta del hospital, e intento no gritar de rabia. Sujeto el uniforme que me entregaron en recursos humanos para evitar que caiga de mi brazo y salgo hacia el jardín frontal del hospital. Son casi las cuatro de la tarde, he recorrido el hospital con mi encantadora nueva supervisora y conocí al famoso doctor que será mi tutor este corto tiempo, pero a pesar de estar feliz por todo esto saber que necesito ver a mi ex suegra me amarga un poco la tarde. No tardo mucho en encontrar un taxi, sujeto la bolsa donde llevo el cheque con la cifra de medio millón de dólares e intento aparentar normalidad. Le entrego un par de billetes al taxista para qué me lleve al café donde acorde reunirme con la desagradable madre de David. A pesar de que literalmente me he vendido para pagar esa deuda, me hace un poco feliz saber que un niño tan
Jeremías Termino de hablar con el ama de llaves para cerciorarme de que todo esté listo e intento no mirar a las escaleras por las que debería bajar mi querida esposa. Lucas y Lucía están sentados en el sofá de la sala, su expresión de felicidad por ver a su abuela se ha ido, ya que les pedí portarse bien, ya que mi tío también vendría. No logro entender por qué no les agrada, pero tampoco puedo hacer mucho más, mi tío también ha intentado ganarse a los niños, pero no hay modo de que ambos dejen siquiera que este les salude con la mano. Cierro los ojos un momento después de ver la hora en el reloj con molestia. Subo las escaleras hacia la planta superior al ver que mi esposa no termina de bajar, llego al pequeño salón de la habitación principal que desgraciadamente tenemos que compartir y toco a su puerta unas dos respiraciones profundas después. —No solo llega tarde, sino que tarda dos horas en vestirse — sonrío con ganas de molestarla, incluso si estoy completamente disgustado de
Lizbeth Trato de centrar mi atención en los niños sentados a mi lado para no sentirme fuera de lugar o mejor dicho incómoda. La mujer frente a mí me mira, no puedo creer que esa mujer que no me conoce de nada tan descortés como para decirme que iba tras el dinero de su hijo. Corto un poco del bistec en mi plato ignorando el hecho de que a pesar de que estoy haciendo esto por los niños, también he ido tras el dinero de Jeremías. Lucia trata de tomar su vaso de agua y me apresuro a ayudarla. La mirada constante que viene desde el otro lado de la mesa me hace carraspear. Termino de ayudar a la niña para que continúe comiendo antes de acariciar cariñosamente la cabeza de Lucas. Cuando la mujer del otro lado de la mesa carraspea alzo mis ojos en su dirección. —¿Y dígame, señorita? — la forma en que dice esas palabras no me agrada — a qué te dedicas exactamente… —Estoy terminando mis prácticas para ser psicóloga, especialista en trastornos infantiles — tomo mi copa de vino incómoda —
Lizbeth Suspiro aun entre sueños, me muevo hacia mi derecha y siento el cálido cuerpo de uno de los niños aun a mi lado. Sonrío ligeramente antes de acariciar tiernamente su cabeza. Me impresiona que la cama de los chicos sea tan cómoda, pero me alegro de que al menos pudiera dormir en paz después de esas pesadillas que hacía años no tenía. Dios, la familia de mi nuevo esposo no es precisamente agradable, pero supongo que tengo que resignarme y ocuparme de lo único que me importa que son los niños. Muevo mi mano para abrazar al tierno niño que desde ahora es mi hijo y frunzo el ceño cuando el que se supone es un tierno cuerpo infantil, parece ser imposible de rodear por mis manos. Abro mis ojos de golpe cuando mis dedos amasan el brazo de la persona a mi lado y descubro que está demasiado marcado para ser el brazo de un niño. Pateo fuera de la cama al hombre aún dormido a mi lado. Escucho al hombre ahora junto a mi cama maldecir. Mis ojos se mueven por su impresionante cuerpo, e i
Jeremías—Le agradecería que dejara de ponerse ese perfume que lleva.Gruño, sin dejar de mirar a la carretera, odio sentirme tan tentadoramente embriagado por su esencia. La mujer sentada a mi lado en el asiento del copiloto simplemente resopla. Miro por el retrovisor al niño enfurruñado en el asiento trasero y supongo que esto no va a ser tan fácil como esperaba, pero no puedo pretender correr sin antes caminar.—¿De verdad llevará a los niños al parque de atracciones cuando termine su turno en el hospital hoy?—Por supuesto, le hice una promesa — me responde sin mirarme — pero creo que usted está también incluido en ese plan señor Mark.—No tengo tiempo hoy — soy sincero — necesito ir a algunos lugares hoy — miro a la avenida plegada de coche frente a los dos — el chofer irá por Lucas a la consulta cuando termine y después vendrá por usted a las seis, ¿Le parece bien?—No, puedo tomar el autobús.—Mire… Lizbeth, no puede ir hasta mi casa en autobús, no cuando un auto está esperando