proximo capútulo el gran momento, conoscamos a la familia del señor Mark y veamos que tan dulse es la nueva suegra de Lizbeth
Jeremías Termino de hablar con el ama de llaves para cerciorarme de que todo esté listo e intento no mirar a las escaleras por las que debería bajar mi querida esposa. Lucas y Lucía están sentados en el sofá de la sala, su expresión de felicidad por ver a su abuela se ha ido, ya que les pedí portarse bien, ya que mi tío también vendría. No logro entender por qué no les agrada, pero tampoco puedo hacer mucho más, mi tío también ha intentado ganarse a los niños, pero no hay modo de que ambos dejen siquiera que este les salude con la mano. Cierro los ojos un momento después de ver la hora en el reloj con molestia. Subo las escaleras hacia la planta superior al ver que mi esposa no termina de bajar, llego al pequeño salón de la habitación principal que desgraciadamente tenemos que compartir y toco a su puerta unas dos respiraciones profundas después. —No solo llega tarde, sino que tarda dos horas en vestirse — sonrío con ganas de molestarla, incluso si estoy completamente disgustado de
Lizbeth Trato de centrar mi atención en los niños sentados a mi lado para no sentirme fuera de lugar o mejor dicho incómoda. La mujer frente a mí me mira, no puedo creer que esa mujer que no me conoce de nada tan descortés como para decirme que iba tras el dinero de su hijo. Corto un poco del bistec en mi plato ignorando el hecho de que a pesar de que estoy haciendo esto por los niños, también he ido tras el dinero de Jeremías. Lucia trata de tomar su vaso de agua y me apresuro a ayudarla. La mirada constante que viene desde el otro lado de la mesa me hace carraspear. Termino de ayudar a la niña para que continúe comiendo antes de acariciar cariñosamente la cabeza de Lucas. Cuando la mujer del otro lado de la mesa carraspea alzo mis ojos en su dirección. —¿Y dígame, señorita? — la forma en que dice esas palabras no me agrada — a qué te dedicas exactamente… —Estoy terminando mis prácticas para ser psicóloga, especialista en trastornos infantiles — tomo mi copa de vino incómoda —
Lizbeth Suspiro aun entre sueños, me muevo hacia mi derecha y siento el cálido cuerpo de uno de los niños aun a mi lado. Sonrío ligeramente antes de acariciar tiernamente su cabeza. Me impresiona que la cama de los chicos sea tan cómoda, pero me alegro de que al menos pudiera dormir en paz después de esas pesadillas que hacía años no tenía. Dios, la familia de mi nuevo esposo no es precisamente agradable, pero supongo que tengo que resignarme y ocuparme de lo único que me importa que son los niños. Muevo mi mano para abrazar al tierno niño que desde ahora es mi hijo y frunzo el ceño cuando el que se supone es un tierno cuerpo infantil, parece ser imposible de rodear por mis manos. Abro mis ojos de golpe cuando mis dedos amasan el brazo de la persona a mi lado y descubro que está demasiado marcado para ser el brazo de un niño. Pateo fuera de la cama al hombre aún dormido a mi lado. Escucho al hombre ahora junto a mi cama maldecir. Mis ojos se mueven por su impresionante cuerpo, e i
Jeremías—Le agradecería que dejara de ponerse ese perfume que lleva.Gruño, sin dejar de mirar a la carretera, odio sentirme tan tentadoramente embriagado por su esencia. La mujer sentada a mi lado en el asiento del copiloto simplemente resopla. Miro por el retrovisor al niño enfurruñado en el asiento trasero y supongo que esto no va a ser tan fácil como esperaba, pero no puedo pretender correr sin antes caminar.—¿De verdad llevará a los niños al parque de atracciones cuando termine su turno en el hospital hoy?—Por supuesto, le hice una promesa — me responde sin mirarme — pero creo que usted está también incluido en ese plan señor Mark.—No tengo tiempo hoy — soy sincero — necesito ir a algunos lugares hoy — miro a la avenida plegada de coche frente a los dos — el chofer irá por Lucas a la consulta cuando termine y después vendrá por usted a las seis, ¿Le parece bien?—No, puedo tomar el autobús.—Mire… Lizbeth, no puede ir hasta mi casa en autobús, no cuando un auto está esperando
Lizbeth—Toma esto y transcríbelo muchacha.Tomo en mis manos las seis carpetas que me entrega el supuesto médico de Lucas, el pequeño niño sentado en el sofá rosa de la sala del doctor juguetea con sus manos mientras evita mirarme directamente.—Señor, yo no estoy aquí para…—Estás aquí para lo que yo diga muchacha — me corta — ahora, tengo bastante en mi plato como para también tener que supervisar que atiendas a algún paciente — mira a Lucas — Lucas, ven aquí.El niño baja del mueble con rostro de total negación, me mantengo en silencio porque no es buena idea desobedecer al jefe en el primer día. Me siento en el escritorio junto a la puerta de la oficina. Abro la primera carpeta antes de tomar algunas de las hojas depositadas en dicha mesa y mis ojos se van sin remedio hacia el escritorio donde mi nuevo hijo está sentado con el doctor.—¿Qué tal si me cuentas que hiciste desde la última consulta? — comienza a interrogarlo el doctor — ¿Pasó algo bueno?—Conseguí una mamá para mi he
JeremíasMiro el reloj en mi oficina de manera inconsciente por enésima vez cuando el sol comienza a alejarse en el horizonte. Los documentos frente a mí son mucho más complicados de revisar de los que recordaba y después de haber pasado todo el día de recorrido entre los distintos hospitales y pasar por la sede principal del grupo, Mark regresé aquí ignorando el impulso de ir a ver si esa mujer desagradable que es mi esposa tuvo un buen día.Un toque en la puerta me hace alejarme de mis pensamientos, la jefa de enfermeras entra en mi oficina. Cuestiono por un momento si olvidé que teníamos una cita previa, pero un rápido chequeo a mis sitas de hoy me dice que no. Así que me pongo en pie preocupado de que algo esté sucediendo.—¿Qué la trae por aquí, señorita González? — cuestiono — ¿Acaso ha sucedido alguna cosa?—No, señor Mark — sonríe avanzando rápidamente — es solo que pensé que debía saber que la chica nueva que enviaron para el área de psicología se llevó al pequeño Lucas duran
LizbethAlejo mi mirada del hombre a mi lado después de decir todo lo que he estado pensando, me digo a mí mismo que he cumplido con mi deber al decirle lo que pienso con respecto a Lucas y continuo organizando el absurdo archivador con el que he sido castigada.Me di cuenta de que a mi nuevo jefe no le gustó que cuestionara sus estúpidos e incorrectos métodos. He pasado toda la tarde escribiendo historiales médicos que ni siquiera me dieron la oportunidad de ir a almorzar.Pensé que tendría la posibilidad de irme a casa cuando termine de transcribir los archivos, pero eso simplemente fue un anticipo. Ese molesto médico me pidió organizar su estante a las tres de la tarde, me advirtió de que no saliera del hospital hasta que estuviera perfectamente organizado.Paso la mano por mi cabello, sintiéndome un poco mareada por la colonia masculina que sigue flotando en el habiente, mi molesto esposo sigue organizando las carpetas a mi lado y me parece hilarante que el director de este hospit
Jeremías ¡Qué me está pasando! Me reprocho una y otra vez mientras conduzco en silencio hacia la casa, se supone que me mantendría lejos de esta mujer, que estaría al margen de todo, pero termine dándole de comer con mis propias manos. —Deberíamos comprar algo para los niños — dice de repente la mujer a mi lado — puedes detenerte junto a esa tienda. La chica que no ha dicho ni media palabra desde que salimos del hospital señala una dulcería. Hago lo que me dice para no hacer más incómodo el ambiente. Veo a la chica bajar rápidamente del coche, e intento alejar el recurrente pensamiento de que los labios de ella sobre mis dedos se sintieron demasiado tierno. Odio el revolotear en mis venas, me digo que han pasado demasiados años desde la última vez que tuve algún contacto con una mujer y le achaco a eso que esta mujer irritante me haga sentir tan extraño. La tentación de fumarme un cigarrillo se mueve bajo mis venas. Rechazo la idea al recordarme que dejé de fumar por el bien de m