hola hola, si dejan algunos comentarios lindos en el libro diciendome que les parece les haré maratón de al menos cuatro capítulos.
JeremíasBajo de mi auto, tomando una respiración profunda, miro el reloj en mi muñeca calculando cuanto tiempo tengo antes de que llegue la policía y tomo los documentos de mi carpeta antes de caminar directamente hacia la casa de mi tío.Le pido a la empleada doméstica que le informe de qué estoy aquí y frunzo el ceño cuando veo a su esposa y los dos chicos acercarse desde el comedor junto a él. Paso una mano por mi cabeza, maldiciendo que estén presentes.—¿Qué haces aquí Jeremías?Gruñe el bastardo que mató a mi hermano interpretando su estúpido papel que nos ha mantenido engañados durante años. Contengo mis ganas de matarlo con mis propias manos antes de hablar con él.—Debemos hablar a solas — miro a su mujer — pueden irse a dar una vuelta — mi tío frunce el ceño, pero no dice una palabra — realmente necesito hablar a solas con Anthony.—Pero…—Váyanse — le repite mi tío después de unos minutos — de todas maneras, ni siquiera los quería aquí.La mujer de mi tío niega, toma a sus
LizbethSiento la sangre congelarse en mis venas cuando la puerta principal de la casa es abierta, los niños que estaban jugando a mi lado en la sala de estar se alteran y trato de calmarlos mientras miro al tío de Jeremías que ha entrado como si el mundo estuviera a punto de acabarse.Trato de mantener la calma porque quizás está buscando a Jeremías, me acerco a él después de pedirle a los niños quedarse en la sala de estar y cuando sus ojos se encuentran con los míos sé que esto no es una simple furia.—No es buena idea que esté aquí — e digo — Jeremías no está y estás asustando a los niños que…El hombre frente a mí me toma del cuello, mis ojos se abren como plato con pánico mientras siento el estruendo de un jarrón al caer al suelo. Mi espalda golpea la pared más cercana, trato de alejar las manos en mi cuello rasguñando su muñeca, pero él realmente solo me sujeta aún más.—No podías quedarte lejos de mi familia — me dice — tenías que venir y joderlo todo, tenías que entrometerte
JeremíasCamino de un lado a otro de la habitación mientras mi suegra me mira angustiada, mi corazón duele mientras trato de no gritarle a los bastardos de los policías que no sean capaces de hacer nada. Llevo más de cuatro horas tratando de encontrar al bastardo de mi tío, pero ellos no hacen nada. —Jeremías siéntate en la cama — me dice mi madre — estás poniendo a todos incómodos— señala mi cabeza — además estás sangrando otra vez.—No me pidas que me calme — le digo — ¡Porque no puedo hacerlo! — señalo a los policías — no sé qué mierda están haciendo estos hijos de perra.Salgo de la sala de estar tratando de ignorar a mi suegra y como me siento culpable por hacerla pasar por algo como esto. Camino hasta el baño, me meto en este después de un minuto para humedecer mi rostro, mis manos se fijan en el anillo en mi dedo, el agua rojiza que tinta el agua me hace maldecir.Ese maldito hijo de perra no puede hacerle nada a Lizbeth o los niños porque voy a matarlo si les hace algo. Seco
Lizbeth Mi cabeza se siente pesada, pero trato de alejar esa niebla en ella antes de parpadear, las luces que caen sobre mí me siegan por un momento, pero después de varios minutos me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital. De repente los sonidos se mueven a mi alrededor, el aparato para monitorear el latido de mi corazón suena de manera insoportable a la par que mi garganta se siente reseca. Los recuerdos de lo que sucedió en la carretera me altera, intento ponerme en pie de un golpe, pero esto solo hace que mi cabeza duela más, así que un quejido escapa de mis labios. Noto la mano que sujeta una de las mías, muevo los ojos hasta abajo tragando grueso y siento que mi corazón se detiene al ver al hombre dormido junto a mí a un lado de la cama, su rostro está marcado por algunos golpes. Su frente está lastimada y asumo que si está aquí es porque las cosas quizás sí que salieron bien, el hombre junto a mí abre sus ojos, su mirada adormilada se encuentra con la mía ant
Jeremías Cuatro años después —Cariño, puedes traer la ensalada. Sonrío a mi suegra antes de tomar el bol con verduras, trato de reconfortarla, la mujer que ha perdido a su esposo hace dos años. Salgo al jardín donde mis niños están correteando de un lado a otro con ese perro flacucho que ha crecido demasiado para mi gusto. —Lucas ayuda a tu madre a bajar las escaleras — le pido mientras coloco el bol de ensalada sobre la mesa — y no le dejes bajar por su cuenta. Mi hijo resopla, camina de regreso dentro de casa y supongo que está a punto de empezar su adolescencia porque esa cara de disgusto no la he visto nunca en su rostro. Lucía se acerca a mí con su pequeño hermano Mateo de la mano, mi hijo con Lizbeth ha sacado los ojos de su madre, cosa que simplemente me parece maravillosa. Hemos pasado estos años felices, tratando de superar poco a poco todos estos líos con mi tío, la empresa y mi madre. Porque, aunque aceptó nuestra relación, no soporta que Lizbeth simplemente no le haga
Sinopsis Lucas fue un niño feliz a pesar de lo que sucedió en su pasado, sin embargo, no se siente capaz de tener una relación estable con una mujer, así que decidió dedicarse únicamente a su trabajo como ginecólogo. Se prometió jamás casarse hasta que conoció a Beatriz, una chica desahuciada que llegó al hospital donde trabaja con un caso de desnutrición en medio del embarazo. Beatriz fue abandonada, dejada en la calle por su familia cuando descubrieron que estaba embarazada y realmente no le quedaban muchas fuerzas, pues no tenía nada, así que cuando el médico que está atendiendo le propone cuidar de ella y su embarazo a cambio de fingir ser su esposa ante sus padres ella no puede negarse.
Lucas—Te digo que estoy bien mamá, deja de preguntarme lo mismo todos los días.—No vienes todos los días — responde Lizbeth mientras coloca ese típico plato de macarrones frente a mí — ¿Ya tienes novia?—No, estoy muy ocupado.—Cariño, sabes que puedes contarnos todo — me mira — no vamos a juzgar si tú…—No soy gay, me gustan las mujeres — sonrío — es solo que no es tiempo aun para tener una mujer, estoy muy enfocado en tu trabajo.—¿Enfocado? — mi madre muerde un macarrón — tienes veinticinco, quiero ver a mis nietos correr y tu hermana va por el mismo rumbo que tú.—¿Lu no ha bajado?—No hace un mes que no sale de esa absurda cabaña que tu padre le regaló — ella niega — y tu hermano — sus ojos se achican — ese niño se olvida que salió de mí.Sonrío ante esa muy gráfica expresión, me pongo en pie para besarla en la mejilla, sintiéndome una vez más como el niño al que después de todo, salvo más de una vez, mi madre me abraza antes de despeinarme como si aún tuviera ocho años.—Yo si
Beatriz Me despierto asustada, mis ojos se abren rápidamente y aunque sigo sintiéndome débil, miro alrededor asustada. Sé que estaba en medio de la calle tratando de encontrar algún trabajo que hacer antes de que el mundo se volviera negro. Me doy cuenta de que estoy en un hospital al momento en que miro hacia la puerta de esta habitación. El pánico me llena cuando pienso en la terrible deuda que esto podría ocasionar. Muevo mi mano hasta mi vientre asustada también de que algo malo haya sucedido, pero al parecer todo está bien. Si hubiese sucedido alguna cosa con mi bebé, no estaría en este lugar, no estaría sola… ¿Verdad? La puerta de la habitación se abre entonces, mis ojos se encuentran con los de un hombre vestido con un polo azul y unos pantalones de vestir que lleva una bolsa en sus manos. Mi corazón se detiene ligeramente ante su mirada, es una mirada demasiado profunda. Demasiado pulcra tiene una expresión sincera. —¿Cómo se siente? —Bien — alejo la mirada de él al darme