LizbethNi siquiera tengo el valor de ir a casa de mi madre, me siento una vez más como si el mundo se hubiese acabado y ahora estoy aquí, en el cuarto de un hotel que solo me hace sentir más miserable.Estoy aún en shock sobre lo que dijo Jeremías, mi corazón duele tanto que no puedo respirar al recordar una y otra vez la forma en que Lucía gritó que no me marchara. Cierro los ojos cubriéndome con esta fría sábana de hotel.Quiero volver, quiero estar con los niños y apoyar a Jeremías, pero no soy capaz de hacer eso, me siento lastimada por lo que hizo. También mi mente sigue diciendo que después de todo esto es lo mejor porque después de todo esto terminaría. Quizás más adelante les haría más daño y eso es exactamente lo que no quiero.Duermo durante demasiadas horas, me despierto cuando alguien toca en la puerta de la habitación y aunque no tengo muchas ganas de salir del cuarto, le permito a la empleada del hotel hacer sus deberes mientras voy por algo de comer a la tienda más cer
JeremíasAbro la puerta de la casa cuando escucho al auto detenerse más allá de esta, la mujer que baja de dicho coche evita mirarme a los ojos, pero mi corazón desbocado me impide no mirarla. Han sido tres días terribles, tres días de angustia, frustración y sobre todo de necesitarla.—Gracias por venir Lizbeth, yo…—No hablemos — me pide — voy a ocuparme de los niños y hablaré con ellos, así que solo pretende que no estoy aquí.Paso una mano por mi cabeza, su aroma me golpea dolorosamente en mi rostro cuando pasa a mi lado y tengo que hacer de mis manos un puño para no tomarla para impedir que se aleje de mí. Camino en silencio dentro de casa cuando ella se marcha escaleras arriba, mi móvil comienza a sonar una vez más antes de que pueda siquiera intentar seguirla y contesto porque estoy en un momento crucial.He conseguido algunas pruebas, tengo el testimonio del sujeto que aún no me ha revelado su rostro. He tratado de mantener todo bajo el telón para que mi tío no sospeche absolu
Lizbeth Me dejo abrazar un poco más por el hombre que amo, el hombre que realmente no debería querer, pero que al final tampoco puedo resistirme. Decido confiar en él, me digo que dolerá mucho más el estar separados con la incertidumbre de que quizás si podríamos tener algo verdadero. La puerta de la oficina se abre, mis ojos se mueven hasta la pequeña niña que tarde mucho tempo en dormir y corro para abrazarla antes de que sus enrojecidos ojos comiencen a llenarse de lágrimas una vez más. Beso a la pequeña niña en mis brazos. —¿Qué está pasando cariño? — sonrío — dijiste que tenías sueño. —Pensé qué mamá se iría — mira a Jeremías — ¿No se va a ir papá, verdad? —Claro que no cariño — responde Jeremías — mami se quedará aquí con nosotros. Recibo un beso de mi esposo, suspiro tranquilamente antes de despedirme de Jeremías para irme con Lucía una vez más. Quiero intentar que ella duerma un poco más, puedo notar el sueño en su rostro, también el cansancio, pero el miedo late aún más
JeremíasBajo de mi auto, tomando una respiración profunda, miro el reloj en mi muñeca calculando cuanto tiempo tengo antes de que llegue la policía y tomo los documentos de mi carpeta antes de caminar directamente hacia la casa de mi tío.Le pido a la empleada doméstica que le informe de qué estoy aquí y frunzo el ceño cuando veo a su esposa y los dos chicos acercarse desde el comedor junto a él. Paso una mano por mi cabeza, maldiciendo que estén presentes.—¿Qué haces aquí Jeremías?Gruñe el bastardo que mató a mi hermano interpretando su estúpido papel que nos ha mantenido engañados durante años. Contengo mis ganas de matarlo con mis propias manos antes de hablar con él.—Debemos hablar a solas — miro a su mujer — pueden irse a dar una vuelta — mi tío frunce el ceño, pero no dice una palabra — realmente necesito hablar a solas con Anthony.—Pero…—Váyanse — le repite mi tío después de unos minutos — de todas maneras, ni siquiera los quería aquí.La mujer de mi tío niega, toma a sus
LizbethSiento la sangre congelarse en mis venas cuando la puerta principal de la casa es abierta, los niños que estaban jugando a mi lado en la sala de estar se alteran y trato de calmarlos mientras miro al tío de Jeremías que ha entrado como si el mundo estuviera a punto de acabarse.Trato de mantener la calma porque quizás está buscando a Jeremías, me acerco a él después de pedirle a los niños quedarse en la sala de estar y cuando sus ojos se encuentran con los míos sé que esto no es una simple furia.—No es buena idea que esté aquí — e digo — Jeremías no está y estás asustando a los niños que…El hombre frente a mí me toma del cuello, mis ojos se abren como plato con pánico mientras siento el estruendo de un jarrón al caer al suelo. Mi espalda golpea la pared más cercana, trato de alejar las manos en mi cuello rasguñando su muñeca, pero él realmente solo me sujeta aún más.—No podías quedarte lejos de mi familia — me dice — tenías que venir y joderlo todo, tenías que entrometerte
JeremíasCamino de un lado a otro de la habitación mientras mi suegra me mira angustiada, mi corazón duele mientras trato de no gritarle a los bastardos de los policías que no sean capaces de hacer nada. Llevo más de cuatro horas tratando de encontrar al bastardo de mi tío, pero ellos no hacen nada. —Jeremías siéntate en la cama — me dice mi madre — estás poniendo a todos incómodos— señala mi cabeza — además estás sangrando otra vez.—No me pidas que me calme — le digo — ¡Porque no puedo hacerlo! — señalo a los policías — no sé qué mierda están haciendo estos hijos de perra.Salgo de la sala de estar tratando de ignorar a mi suegra y como me siento culpable por hacerla pasar por algo como esto. Camino hasta el baño, me meto en este después de un minuto para humedecer mi rostro, mis manos se fijan en el anillo en mi dedo, el agua rojiza que tinta el agua me hace maldecir.Ese maldito hijo de perra no puede hacerle nada a Lizbeth o los niños porque voy a matarlo si les hace algo. Seco
Lizbeth Mi cabeza se siente pesada, pero trato de alejar esa niebla en ella antes de parpadear, las luces que caen sobre mí me siegan por un momento, pero después de varios minutos me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital. De repente los sonidos se mueven a mi alrededor, el aparato para monitorear el latido de mi corazón suena de manera insoportable a la par que mi garganta se siente reseca. Los recuerdos de lo que sucedió en la carretera me altera, intento ponerme en pie de un golpe, pero esto solo hace que mi cabeza duela más, así que un quejido escapa de mis labios. Noto la mano que sujeta una de las mías, muevo los ojos hasta abajo tragando grueso y siento que mi corazón se detiene al ver al hombre dormido junto a mí a un lado de la cama, su rostro está marcado por algunos golpes. Su frente está lastimada y asumo que si está aquí es porque las cosas quizás sí que salieron bien, el hombre junto a mí abre sus ojos, su mirada adormilada se encuentra con la mía ant
Jeremías Cuatro años después —Cariño, puedes traer la ensalada. Sonrío a mi suegra antes de tomar el bol con verduras, trato de reconfortarla, la mujer que ha perdido a su esposo hace dos años. Salgo al jardín donde mis niños están correteando de un lado a otro con ese perro flacucho que ha crecido demasiado para mi gusto. —Lucas ayuda a tu madre a bajar las escaleras — le pido mientras coloco el bol de ensalada sobre la mesa — y no le dejes bajar por su cuenta. Mi hijo resopla, camina de regreso dentro de casa y supongo que está a punto de empezar su adolescencia porque esa cara de disgusto no la he visto nunca en su rostro. Lucía se acerca a mí con su pequeño hermano Mateo de la mano, mi hijo con Lizbeth ha sacado los ojos de su madre, cosa que simplemente me parece maravillosa. Hemos pasado estos años felices, tratando de superar poco a poco todos estos líos con mi tío, la empresa y mi madre. Porque, aunque aceptó nuestra relación, no soporta que Lizbeth simplemente no le haga