Lucas Dos semanas, dos semanas desde que se marchó y que ni siquiera he sido capaz de dormir, no hay forma de encontrarla, cómo pudo desaparecer de esa forma. Es imposible, salgo de la cama donde he pasado la noche sin dormir por un solo minuto. Afeito mi barba diciéndome que debo encontrarla, pero también debo estar lo suficientemente bien como para seguir buscándola, así que después de darle de comer a mi gato que luce igual de deprimido que yo, como mi propio desayuno y salgo del departamento. Conduzco hasta la oficina de mi padre sin realmente querer hacerlo, pero esto es otra cosa con la que he tenido que lidiar. Salgo del aparcamiento tratando de pensar dónde debería buscar hoy a Beatriz y cuando entro al hospital voy tan metido en mis pensamientos que si ese hombre no llega a tocarme un hombro no me doy cuenta de que está ahí. —¿Así que sí que eres rico? — dice negando con sarcasmo — esa zorra sabe muy bien que estaba haciendo. No lo reconozco al instante, pero después de
Beatriz—Creo que lo mejor es que me quede aquí y siga adelante por mi cuenta — digo mirando mis manos sin poder mirar a mi esposo a la cara.—Como piensas siquiera en sugerir eso Beatriz, acaso no te das cuenta de cómo están las cosas y cómo van a seguir estando las cosas, dije que vamos a casa.—No, Lucas, estoy avergonzada, me siento miserable por engañar a toda tu maravillosa familia y no quiero ver la decepción en sus ojos cuando me vean — niego — tengo suficiente con mi familia odiándome.Mi esposo detiene el auto a mitad del camino, camino, sale de su asiento con prisas antes de abrir la puerta para mí después de rodear el carro. Me toma de la mano, desata mi cinturón de seguridad y me saca del auto para hacerme mirarlo directamente a la casa.—Dije que no te irás a ningún lado, ni tú ni los bebés, somos una familia, eres mi mujer y dejar a tu esposo sí que es un pecado.—No digas eso, nuestro matrimonio fue…—Da igual como fue que esto comenzó o si fue o no un arreglo entre lo
LucasSujeto la mano de mi esposa mientras ella me mira con nervios, le he dicho un millón de veces que todo está bien, pero ella no parece creerlo o más bien no deja de pensar que la que no debería estar yendo a casa de mis padres es ella.Ayer, después de dejarla dormir y encargarme de los bebés, llamé a mi madre, le di las buenas nuevas y le prometí llevar a Beatriz a casa para que pudieran hablar. Mi mujer sigue sin querer creerme que realmente las cosas están claras con mi familia, así que fue todo un lío traerla hasta aquí.—Mañana iremos a la inscripción de los bebés — le recuerdo — ¿tienes algún nombre en mente?—Lauren y Lían — me responde — son nombres bonitos — me dice — siempre pensé que serían lindos nombres para mis hijos, si podía ponerles esos nombres, claro está.Una vez más me pregunto cómo pudieron estar viviendo todos estos años, como para incluso cuestionarse la decisión de poder ponerle un nombre a sus propios hijos, me digo que no voy a enseñarle a ella. Que pue
BeatrizUn año despuésCamino por el jardín de la casa de mis suegros mirando a mis dos niños correr de un lado a otro seguidos por el perro que de algún modo dejé que Lucas le comprara. Coloco una mano sobre mi vientre hinchado y no puedo creer que esté a punto de tener otro bebé.—Beth cariño ven aquí — la voz de mi suegra me hace mirar hacia atrás — vamos a tomar el té, los niños están bien, no te preocupes. Sonrío dudando realmente de que sea buena idea dejar a los niños solo cuando son tan intranquilos, pero no puedo estar mucho tiempo de pie, así que simplemente camino hasta la pequeña zona del té en el jardín de la madre de Lucas.—Cariño, tienes que dejar de preocuparte, esos niños son realmente muy independientes.—Lo sé, pero sigo siendo su madre y no puedo creer que ya casi tengas más de año.—Venga — la madre de Lucas golpea la silla a su lado ligeramente — mi hijo te dejó en casa para que pudiera cuidarte, así que ven aquí y no estés tanto tiempo en pie.—No sé por qué L
Lucía nunca fue una niña normal, vio a sus padres morir y durante mucho tiempo, perdió la capacidad de hablar, así que cuando su madre junto al resto de su familia consiguieran que volviera a hacerlo, pensó que podría vivir una vida común, pero ella simplemente no era capaz, así que después de un desastre amoroso que la llevó a una profunda depresión terminó viviendo sola en medio de una montaña acompañada únicamente por su perro y era feliz, hasta que alguien se mudó a pocos metros de su casa… Roger estaba cansado de su vida, su matrimonio había sido un desastre y su pequeña hija había perdido completamente su audición debido a un accidente. Decidió mudarse lo más lejos posible, pero no contaba con encontrarse con una vecina, ermitaña, que por algún motivo conocía perfectamente el lenguaje de señas y que de alguna manera estaba haciendo a su hija sonreír otra vez. Aunque era una lástima ya que ellos simplemente no pudian llevarse bien.
LucíaUn año antes—¿Cómo que ha vendido el terreno de al lado? — cuestiono — usted dijo que sus dueños no querían venderla y ahora me dice que lo han hecho.—No sé qué decirle, señorita Mark, apenas me enteré de la venta, la llamé.—Me enteré hace un mes — digo — cuando unos extraños se metieron en mi propiedad preguntándome hasta donde era el límite.—Lo siento, no sabía que… que habían hecho eso — responde el agente de bienes raíces — estoy seguro de que le dieron los planos cuando…Su voz muere cuando se da cuenta de que ha metido la pata, me pongo en pie con molestia y tomo mi bolsa odiando haber bajado a la ciudad desde mi casa para nada. Para escuchar a este maldito decirme que realmente le vendieron la casa a alguien más cuando llevo años detrás de ese terreno.Me mudé al último lugar en que alguien quería tener una casa, estaba feliz en mi montaña, sola con mi perro, pero ahora una maldita baya está dividiendo la mitad del terreno solo porque alguien más ha comprado el territ
RogerUn año atrás—¡He tenido suficiente de esto madre! — grito mientras miro a la mujer que debería estar apoyándome ahora más que nunca — no quiero escuchar más tus reproches, tus reclamos, estoy harto.—¿Harto? — niega — te dije que no te casaras con esa arpía, te dije que no te convenía, pero tuviste una niña con ella y que paso, — me acusa — se largó apenas pudo se llevó a la niña con ella y terminó justo como ahora.Cierro los ojos cuando la rabia comienza arder en mis venas, odio que mi madre no comprenda lo culpable que me siento por todo esto, sé que no debí casarme con Elena, sé que no debí dejarla sola con mi hija ni instante y sé que quizás si hubiese ido tras ella más de prisa las cosas no habrían tenido resultados tan atroces.—Por el amor de dios madre — suplico — ¿Por qué no solo puedes decirme que todo estará bien?—Porque no lo estará — me dice mirando hacia la puerta de la consulta médica donde está mi hija — porque tu mujer, esa que no te convenía y que se largó c
LucíaMe despierto de un salto cuando Welly empieza a ladrar desesperado, escucho unos pasos fuera de casa y tomo con rapidez mi rifle, me digo que si son los nuevos vecinos van a saber muy claramente por qué no deben meterse en mi propiedad, pero cuando abro la puerta solo vea a un hombre sosteniendo a una niña en brazos.Mi mente lo reconoce al instante, es el tipo molesto del estacionamiento, él parece notarme también, pero cuando la niña en sus brazos golpea ligeramente su pecho él vuela toda su atención en ella.«Suéltame papá, déjame en paz»La niña mueve sus manos con prisas, el hombre que la sostiene, frunce el ceño durante unos minutos y me doy cuenta de que no entiende muy bien lo que dice la niña.—No vuelvas a salir de casa, no conoces a esta mujer.«¡Déjame en paz, no quiero estar contigo!, no me entiendes»El hombre chasquea su lengua antes de mirarme, su rostro me dice lo frustrado que está por no comprender lo que está diciendo la niña y descarga su molestia en mi pers