Holis n.n/ chicos, ya me andan crucificando porque no subí un segundo cap ayer jajaja por eso les dije un "no prometo nada" pero al parecer solo leen"más caps" y lo demás no es importate jajaja así que vamos a recalcar la siguiente palabra... MARATÓN!!! Todo el fin de semana hasta terminar el libro XD se abre la encuesta: ¿Prefieren que suba los caps juntos? (pero no subiría ningún cap mañana y subiría los caps hasta el domingo por la noche) o ¿Prefieren que los suba conforme los voy haciendo? (serían unos dos o tres... o cuatro al día pero a diferentes horas) Los leo mis preciosos fanseses, yo vivo para complacerlos jajaja nunca cambien, valen mil millones de mucho <3 <3 <3
Edson. Edson. Subí el vidrio del auto poniéndome serio de nuevo. Por el espejo retrovisor vi cómo Rose revisaba sus armas y miraba el auto avanzar. Regresé mi atención al frente. La distracción de conducir como si mi vida dependiera de ello era muy necesaria y agradecía el encargo de mi amiga. Las últimas horas habían sido… intensas. Bueno, mi última semana había sido intensa. Matar a esa loba al contrario de lo que pensé, no me produjo ninguna sensación de alivio por vengar a mi Alfa, a mis compañeros de manada caídos o mi tiempo de tortura en sus manos. Me sentí vacío. Tan vacío que dejé de ver un propósito claro a todo lo que había trabajado para ser un Beta. ¿De qué servía que yo fuera el corredor más rápido en cuatro patas de la manada si no podía llegar a tiempo cuando más me necesitaban? No valía como Beta y esa realización me tenía un poco perturbado. Lo mejor sería renunciar al puesto y encontrar otro propósito a mi vida. Quizá volver a ser solo un simple guardia, uno q
“No tengo miedo, no tengo miedo, no tengo miedo…”Pero claro que tenía miedo. Sobre todo cuando mis lobos (de verdad que algún día me acostumbraría a decir eso) habían regresado después de aullar un montón.El primero en llegar se transformó y me miró con expresión solemne.-Estarán aquí en los siguientes dos minutos.El resto de los lobos que había enviado como centinelas regresaron en los siguientes segundos. Yo miré a los ojos a los cerca de veinte lobos frente a mí.-Seré franca. – Dije en tono suave mientras sujetaba con más fuerza mi bastón. – No sé si mi plan para ganar tiempo y evitar una pelea lo más que pueda funcione. Así que quiero preguntarles a todos: ¿Quiénes de ustedes tienen cachorros pequeños que dependan de ustedes?No llevaría a su muerte a estos lobos, o al menos esperaba que no, pero en caso de que todo se fuera al carajo, no quería dejar sin padres a algunos cachorros de mi manada.Debía de aceptar la realidad: Quizá Bastian y la caballería no llegarían antes de
Chase. ¿Por qué los adultos me llamaban solo para preguntar por otros adultos? Ahora ni siquiera podía llamar a nadie porque el señor Fred había decomisado mi móvil para poder comunicarse con mi padre y Rose. -¿Qué pasa, Chase? – preguntó Amanda suavemente tomando mi mano. Yo le regalé una sonrisa. -Es solo que no me gusta ser cachorro en este momento. -Oh… - Dijo Amanda con cara de comprensión. – Ya llegará tu momento de patear traseros. -Espero de todo corazón que no. – Dije honestamente. – Eso implicaría que tenemos algún conflicto con otra manada, con los exiliados o… -Con alienígenas. – Dijo rodando los ojos. – Lo entiendo. -Iba a decir que con vampiros u otros cambiaformas. – Dije medio divertido. – Como sea, es difícil permanecer quieto cuando sé que podría ser de ayuda. Ella me miró con curiosidad. -¿Cómo? -Bueno, para empezar yo… Me quedé en blanco y comencé a sonrojarme. ¿A quién intentaba engañar? Era un cachorro sin nada de información sobre la situación de afu
Vanesa.Yo estaba recostada sobre un prado verde y enorme mirando a un cielo sin nubes.Mi cuerpo se sentía ligero y se respiraba mucha calma en el lugar.-Mi hija. – Dijo una voz femenina desde algún lugar. – Una de mis pequeñas niñas.-¿Gran Madre? – Pregunté desconcertada.-Lo soy. – Dijo la voz mimetizándose con el viento.-Pero yo… ¿Por qué estoy aquí? ¿He muerto? – Pregunté con lágrimas en los ojos.-Tranquila, mi dulce niña. Estás aquí porque necesito pedirte un favor.-Lo que sea, Gran Madre. – Dije automáticamente.La señorita Susie nos había enseñado a mi hermano y a mí desde pequeños que nuestra deidad era la Madre de nuestra especie… bueno, la especie de mi hermano, ya que técnicamente yo era humana. Sin embargo yo creía fervientemente en ella. ¿Cómo no podría hacerlo? La demostración más grande de su existencia era mi manada.Aun en mi cautiverio y en todos estos años de angustia, incertidumbre y dolor, yo dirigía mis plegarias y oraciones a ella. Que me pidiera un favor
Rowan.Si íbamos un poco más lento gritaría de frustración.El auto que tuve que tomar junto a otros guardias era una basura con ruedas que no podía superar los cien kilómetros por hora. En consecuencia, mi Alfa se había adelantado desde hace varios kilómetros.Sabía que estaba siendo un poco dramático ya que en realidad a lo mucho llegaríamos unos cinco o diez minutos detrás de ellos, pero aun así estaba frustrado.Además me sentía incómodo sin saber la información que el Beta Edson le estaba pasando a mi Alfa mientras yo trataba de seguirles el ritmo.Por fortuna, habíamos llegado por fin al camino de entrada de la manada. Nunca, en mis veintitrés años de vida me había alegrado tanto por ver una puerta destrozada.Detuve abruptamente el auto.-¡Listos para cualquier situación de mierda, lobos!Bajé del auto y fui abordado casi inmediatamente por una mujer pequeña que tomaba mi mano. Arqueé una ceja en su dirección.Parecía estar desesperada. Olfateé discretamente: Humana. ¿Qué hacía
Bastian. ¡¿Qué carajo hacía mi hijo aquí afuera?! El cachorro llamó mi atención y pude distinguir de sus labios la palabra “Bomba” Joder, lo que me faltaba. Proferí un grito de frustración. -¿Acaba de decir que hay una bomba? – Preguntó incrédulo el Beta Cadáver. -Lo dijo. Averigua lo que puedas discretamente. -Dije con dientes apretados y luego utilicé mi comando Alfa. -Roger, Titus, Gustav, Asmodeus y George, ¡Traigan sus culos hasta aquí! Lo sentí deslizarse para comenzar a buscar. Francamente, no esperaba que me obedeciera ya que no era su Alfa. Mientras los otros Alfas me miraban inseguros, yo vigilaba no solo los movimientos de mi hijo, sino de mi pareja. Por el momento parecía estar bien; se defendía y atacaba maravillosamente contra el Alfa Alan. No había necesidad de interferir… pero lo haría de todas formas. Usaría la ley de parejas para poder matar al bastardo ante la menor señal de que mi Rose no podría con él. Verla así toda enojada y letal hacía que se me pusiera
Edson. En cuanto sacamos de esa gran pila de escombros una caja negra con un contador y vi a Bastian congelarse, supe que tenía que hacer algo. En ese momento no lo pensé detenidamente, solo debía alejar el peligro de mi manada. El contador decía treinta y tres segundos cuando lo tomé. “Dulce Madre, dame fuerza.” Utilicé toda mi fuerza de voluntad y la velocidad de mis piernas; por fin ser el más rápido sería útil el día de hoy. Esquivé a un montón de lobos en retirada que chillaron asustados al verme cargar con esta cosa. Yo solo esperaba que todo el movimiento no activara la detonación más rápido. Árboles, rocas, pequeños roedores salvajes pasaban como un borrón ante mis ojos. Sería incluso más rápido en mi forma de lobo, pero no sería capaz de llevar muy bien el peso entre mis dientes. La cosa pesaba al menos unos cinco kilos. Di un vistazo rápido hacia abajo mientras saltaba sobre una gran rama. Ocho segundos. -Joder… No creía estar tan lejos como me hubiera gustado. Me d
El caos reinaba a mi alrededor y tuve que poner un poco de orden. No porque me gustara especialmente tomar el mando, sino porque acababa de notar que mi mareo era debido a mi brazo que no había parado de sangrar. Jodido Alan, me había rebanado bien el brazo. Pedí que me llevaran con algún médico antes de desmayarme porque aun tenía cosas que hacer. -Bombas… ¿Quién m****a las habrá puesto ahí? – Murmuré mientras un grupo de lobos me “escoltaba hacia una habitación cercana. -¡Rose! – Gritó una pequeña voz a mi espalda y me detuve lo suficiente como para que me alcanzara. -Hey, pequeño hombrecito. Tú y yo tenemos que hablar de cosas serias. – Dije en mi mejor tono de reprobación. -Lo sé. – Dijo solemne. – Tenía que salir de aquí para avisarles sobre las bombas. No era mi intención ponerme en peligro o preocuparte. -No importa el motivo, deja que los adultos se encarguen de las cosas peligrosas, ¿De acuerdo? Para este momento ya me encontraba en una cama y algunos lobos en batas co