Llegué a la fortaleza aún con la cabeza llena de pensamientos referentes a la llamada de mi padre. Su voz resonaba en mi mente como un eco persistente, recordándome que está metido en problemas con la mafia americana y que mis hermanos y Amanda podían salir perjudicados en ésto. La presión de su tono austero y su insistencia en ser ayudado por mi me hicieron sentir pequeña e impotente. Tenía que convencer a mi cerebro que él ya no tiene ningún poder sobre mí y que aunque me casé por un contrato billonario, yo aquí era más libre de lo que nunca fui en mi corta vida. Mientras mis pasos resonaban en el frío mármol del vestíbulo, estaba tan distraída que no vi a Enzo, mi esposo, recostado en uno de los sofás de la sala de recibimiento.
El ambiente estaba impregnado de una calma engañosa, y las sombras danzaban a la luz tenue que provenía de las lámparas en forma de antorchas que teníamos en casi toda la casa. Fue solo cuando giré la cabeza, buscando un poco de consuelo en esteEnzoLa brisa cálida del desierto se sentía pesada en mis pulmones mientras contemplaba el horizonte. Estaba harto de Arabia Saudita. Ya había pasado demasiado tiempo allí, dedicado a establecer enlaces comerciales que, si bien eran cruciales para nuestro futuro, me dejaban una sensación agridulce. Había cumplido con cada plazo, cada reunión. La cultura, al principio intrigante, se había convertido en una presión constante que roía mi paciencia.También sufrí una emboscada aquí, pero confiaba en que ellos no sabían a qué realmente había venido a este lugar.Olivia... Con solo pensar en ella, mi corazón se aceleraba un poco. Ella debía estar bien, sonriendo y manteniendo el calor de nuestro pequeño mafioso en su vientre.Cómo parte del pago por mi nueva droga, los altos mandos de la mafia árabe y yo habíamos acordado que, una vez que mi mujer cumpliera cinco meses de embarazo, regresaríamos Lara acá. La idea de que fuese a parir en un lugar como es
OliviaEl sonido de la puerta de nuestra ala resonó al abrirse en todo el piso, como un eco de mis propios latidos. Enzo, con su sonrisa linda y cálida y la mirada que siempre me traía un alivio, había regresado justo a tiempo.Después de esos días en los que su ausencia hacía un peso en mi pecho, el abrazo que compartimos me hizo olvidar, aunque solo por unos momentos, las sombras que se cernían sobre nosotros.Me hicieron olvidar la molestia que pasé cuando no tomaban en cuenta mi liderazgo dentro de la mafia, pero a pesar de todo me hice respetar y cumplí con todo lo que se me dejó a cargo.Nos acurrucamos en el sofá de la terraza como siempre hacíamos, con las risas y los susurros reemplazando la soledad que había dominado mis días.Pero en el fondo, algo me carcomía: la sombra de mi padre. Había pasado horas ensayando cómo comunicarle la verdad a Enzo, temía su reacción, pero no podía seguir guardando un secreto que amenazaba con devorarme. Había prometido que nunca más le ocult
Enzo, había tomado la información sobre la situación de la deuda de mi padre de la mejor manera posible. A pesar de la gravedad del asunto, su reacción fue calmada y comprensiva. Sabía que no era fácil para él, pero su apoyo incondicional me daba fuerzas para enfrentar la tormenta que se avecinaba.La deuda de mi padre era un peso que había cargado desde que me llamó para darme esa desagradable noticia e intento obligarme a ayudarlo. Mis hermanos y mi madrastra estaban al borde del colapso, y aunque Enzo no podía resolver todo el problema, había decidido ayudarlos a salir de los apuros más inmediatos. Su generosidad era un alivio, pero también sabía que no podíamos permitirnos más sacrificios financieros.Esa noche, mientras cenábamos, Enzo me tomó de la mano y me miró a los ojos. —Olivia, haremos lo que podamos, pero también debemos ser realistas. No podemos resolver todos los problemas de tu familia, pero podemos darles un respiro.Sus palabras eran un bálsamo para mi alma, pero tam
OliviaLa mañana amaneció con un resplandor cálido entrando por las ventanas de nuestra habitación. Los rayos del sol jugaban sobre las sábanas blancas, envolviéndome en una sensación de paz y felicidad. Volteé a mirar a Enzo, mi esposo, cuyos ojos reflejaban el mismo brillo dorado que se colaba a través de las cortinas. Aquel momento se sentía como sacado de una película: el silencio de la casa, interrumpido solo por nuestras risas y susurros, nos ofrecía un refugio del caos que solía rodearnos.Pasamos horas enredados, compartiendo sueños y planes mientras el tiempo se deslizaba sin que apenas lo notáramos.Era el segundo día que llevábamos aquí encerrados entre mimos, sexo del bueno y comida que nos preparaba nuestro personal de cocina.Estábamos alejados de todos en este momento, sin empresas y evadiendo las responsabilidades de la mafia. Solo por hoy.Tuvimos un desayuno improvisado en la cama con una deliciosa combinación de risas revueltas entre tostadas, frutas y café. Me par
Olivia El silencio en la habitación era ensordecedor. Se podía escuchar el tictac del reloj de pared, cada segundo un martillazo en mi pecho que me recordaba la realidad que nos aprisionaba. En el rostro de Enzo, normalmente un lienzo de calma y seguridad, solo se dibujaba la tormenta que lo azotaba por dentro. Desesperación. Una palabra que nunca pensé asociarle a él, pero que ahora lo definía por completo. Es entendible, no solo yo estoy en peligro, sino nuestro bebé, pero teníamos el punto a favor de que no mi familia ni nadie sabían de mi embarazo. Solo mis hombres más cercanos a mi seguridad, pero confiábamos en mis asesinos. Red y Marcello, nuestro bastión tecnológico, el mago de la informática que Enzo llamaba mejor amigo y yo consideraba un ángel guardián, habían logrado infiltrarse en la red de la mafia rusa. Lo que encontraron fue peor que nuestras peores pesadillas: la confirmación de la llamada de mi padre, la v
OliviaLa decisión ya estaba tomada, no podía quedarme aquí a esperar a que vinieran a matar a Enzo.Yo misma tenía que cerrar esto si no quería que todo terminara peor de lo que ya va. Pero tampoco voy a dejar que me haga esclava de sus decisiones, Daemon me quería con él, pues va a tener que morir.Yo con él no me quedo por nada del mundo, hay un dicho que dice; "las culebras se matan por la cabeza" y eso es lo que haría, dejará de joder porque me tiene harta y ya estoy cansada de siempre satisfacer a todos mientras siempre soy yo la que se sacrifica.Mi padre me la hizo una vez y por suerte me encontré con Enzo, pero dos veces no me la hará, se llevará una sorpresa.Y claramente sabía que ir a donde mi padre es una trampa para mí, Daemon no daría todo el dinero del mundo a un ser sin antes ponerle vigilancia.Todos se llevarán una sorpresa cuando conozcan realmente lo que soy y entiendan que no soy un títere que pueden manejar
OliviaCaminaba por el largo pasillo de la casa de vacaciones de su infancia, sintiendo cómo cada paso resonaba en el silencio tenso que la rodeaba. Las paredes, antes testigos de risas inocentes y juegos, ahora parecían susurrar secretos oscuros.Estaba aquí por lo que me mencionó Daemon, y era efectivamente cierto. Mi padre estaba fingiendo solo para darle ventaja al jefe de la Bratva.Me había dado tres días de ventaja, pero decidí venir antes, porque quiero terminar con todo ésto.El personal de seguridad dejó que ingresará sin problema y recorriendo los pasillos de la casa de Roma, llegué al estudio, y lo encontré con el ceño fruncido, una sombra de desesperación cruzando su rostro. El ambiente se tornó más denso al instante.Él sabía por qué estaba aquí, y no tenía cara de estar arrepentido, asustado si, pero no arrepentido.—Papá, ¿de qué se trata todo esto? —pregunté, intentando que mi voz sonara firme.Mi padre
OliviaNo sabía qué hora era, pero sentía mi cuerpo entumecido por estar sentada. Había pasado la mayoría del tiempo dormitando porque el estar embarazada me daba más sueño de lo normal. Aunque era un punto negativo, trataba de permanecer siempre alerta ante todo.Los hombres que me estaban escoltando se encontraban en un área del avión alejada de mi pero sin quitarme sus ojos de encima, siempre vigilantes de lo que hacía y hasta sorprendidos porque no hice ningún berrinche ni hablé.Solo acepté la captura de su jefe por ideales más importantes que estar llorando.Lloro por la distancia con mi esposo, más no porque fui secuestrada por ese maldito.Suspiré y traté de estirar mis piernas y brazos entumecidos y a los minutos la voz del piloto resonó en la cabina donde estaba, dando aviso de que estaríamos próximo a aterrizar en tierras rusas. Ahí fue que me di cuenta de todo lo que había dormido durante el viaje.Efectivam