Olivia
Tengo el corazón acelerado, mi boca junto a la de él, nuestras lenguas enredandose entre sí, sus manos en mis muslos más cálidas qué siempre y yo con mis manos entre su cabello corto.Mi respiración erratica acompañada con la de él, y unos sentimientos confusos creciendo no solo en mi pecho, sino en mi mente.Confundida por la cantidad de cosas que estoy sintiendo y miedo por mal interpretar sus actitudes conmigo.Sé que no solo somos un matrimonio arreglado, hay algo más fuerte que nos une y me aferrare a lo poco que veía aunque termine herida.No es solo un hombre capaz de incendiar el mundo por mi, es mi esposo y compañero de aventuras de aquí en adelante.Me separé lentamente de sus labios dejándole una mordida en su labio inferior provocando que gruñera posesivo y subiera sus manos de mis muslos a mi cintura.Sus ojos me veían con devoción y mi corazón cada vez iba más rápido.-Nos pertenecemosAún con nuestras miradas y manos entrelazadas oímos un fuerte ruido proveniente de las puertas del castillo, luego del estruendo escuchamos un chillido molesto de una mujer que corría en dirección a mi esposo gritando su nombre a los cuatro vientos. Se notaba que era una italiana de nacimiento y que venía con las intenciones de lanzarse encima de mi hombre, y apenas estuvo cerca reaccioné sin pensarlo y me interpuse entre los dos y la empuje fuertemente para que no llegara a tirarse a los brazos de mi esposo. La chica fue directo al suelo de culo por la fuerza con la que la empuje, apenas se vio en el suelo comenzó a berrear como estúpida. Me volteé hacia Enzo qué miraba la escena con una ceja alzada. Solo con mi mirada entendió que quería explicaciones. Mientras tanto, la mujer chillona seguía llorando en el suelo esperando a que mi esposo la levantara, pero eso no iba a ocurrir, me importaba una mierda quien era ella, a mi hombre nadie lo to
Cuando llegamos al salón principal donde estaban las escaleras majestuosas para subir a los otros pisos estaba la mujer rubia discutiendo con Red. Cuando me vio se acercó a mi de manera amenazante, yo me reí al ver su intento de intimidarme. -Tú maldita perra, ¿no sabes quién soy yo? -me gritó a centímetros de mi cara. Enzo se acercó amenazante y lo frene con una seña de la mano. Su rostro estaba contraído por la molestia, pero yo estaba relajada. -No me interesa quién coño eres -le dije sin alterarme. -Soy una princesa de la mafia, estúpida y futura dama de esta -me gritó como loca. Me reí en su cara y di un paso en su dirección intimidandola y mirándola fijo a los ojos. -Me importa una hectárea de mierda si eres la princesa de nada -le di con el dedo índice en su frente haciéndola rabiar pero una vez más me acerqué a ella amenazandola. -Rindeme pleitesia, maldita zorra -alce la voz. Por la pr
Olivia El agua burbujeaba a mi alrededor, estaba relajada viendo el final del atardecer y el comienzo de una noche estrellada. Mis brazos estaban en el borde del jacuzzi de manera despreocupada y suspiré de alivio por el agua calentita cubriendo mi cuerpo desnudo. Podría estar disfrutandolo más, pero mi esposo no estaba conmigo, salió a resolver unos asuntos de la organización y me dejó aquí pidiéndome que me relajara. Esta noche descansaría y el día de mañana tendría mi primera aparición frente a la organización asumiendo mi nuevo cargo como reina y esposa del capo. Todo aquí parece más serio y tenso, en este lugar hay que cumplir reglas, aunque a Enzo no le importa la mitad de ellas, pero son cosas que tienen que cumplirse. Ya yo estaba rompiendo una, porque no soy Italiana, soy estadounidense con raíces inglesas, soy todo lo que odian en este lugar, pero aun así me deben respeto.
Enzo No me gustaba dejarla sola, me hacía recordar esa noche del atentado cuando ese maldito enfermo se colo en nuestra cabaña en la luna de miel. Me daba ansiedad, pero recordaba que estaba en nuestra fortaleza rodeada por un ejército de hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por la de ella. Eso me tranquilizaba, pero también el saber que no tengo una esposa trofeo, sino que tengo una guerrera a mi lado dispuesta a todo con tal de ser la mujer del capo más temido de Europa y gran parte de América. Tengo una Diosa respaldandome, y estaba completamente orgulloso de su determinación y confianza en nosotros. Yo ya estaba perdiendo ante ella, y no lo ocultaria más. Nuestro encuentro no fue planeado, pero no me arrepentiré nunca de quedarme prendido de ella al momento de ver sus caderas moviéndose deliciosamente en esa discoteca. No muchas mujeres te causan tantos sentimientos con tan solo verlas hacer un movimient
EnzoMe levanté de la mesa y me dispuse a salir del estudio dejándolos a ellos arreglar todo para mañana. Estaba desesperado por ir a ver a mi mujer. Fui soltando mi corbata y enrrollandola en mi mano para ir a las mangas de mi camisa y remangarlas hasta mis codos. Caminaba rápidamente al ascensor qué debía enseñarle a Olivia mañana, para llegar rápido a nuestra ala de la fortaleza, cuando la criada del estudio se interpuso en mi camino. Gruñí de molestia con tan solo verla haciéndola encogerse en su lugar con la mirada fija en el suelo. —¿Puedo atenderlo, mi señor? —pregunto sumisa pero con dobles intensiones. —No necesito las manos de una maldita mugrienta como tú, para eso tengo a mi mujer —le respondí con molestia y la hice retroceder unos pasos lejos de mi. —El antiguo capo pedía nuestra compañía aunque tuviera esposa, mi señor —habló la descarada. Mi mujer la dejaría sin cara y gozaria el
EnzoA las cuatro de la mañana paramos de coger, porque Olivia se desmayó con el último orgasmo. Estaba seguro que todo el mar mediterráneo escuchó los gritos de placer de mi mujer, no se cohibia en el sexo, era mi Diosa y eso siempre lo mantendré. La atraje a mi y se acomodó en mi pecho usandome de colchón humano, suspiró en sueños y me abrazo por la cintura, me encantaba tenerla cerca. La cubrí con las mantas y con el control apagué por completo las luces y cerré las cortinas eléctricas para que no pasara luz de la terraza. Lo que menos quería era que se despertara gruñona por la luz dándole en el rostro. Y también necesitaba descansar, había tenido días atareados arreglando todo para traerla hasta acá sana y salva y cuidando de que ningún enfermo nos siguiera. Ya estando en mi territorio principal sería casi imposible llegar ella, pero igual no dejaría de cuidar y velar por su bienestar y seguridad. Te
OliviaEstaba más que nerviosa, desde que desperté a las doce del medio día por mi esposo, he estado alerta con todo. Él está tratando de ser lo más transparente posible conmigo y me dijo que esta noche habrá gente que me querrá dejar en ridículo. Yo sé que él no iba a dejar que nada de eso pasara, pero no quitaba mi ansiedad. En nuestra ala de habitación, se encontraban las modistas reconocidas de Chanel y varias estilistas. Todas mujeres porque mi esposo es un celoso de mierda. No sé si era por todo el estrés que tenia encima, pero hoy me estaba cayendo muy mal su presencia, tanto que le pedí que no volviera a la habitación en un par de horas. La cena y presentación es a las ocho de la noche, pero desde ya me están arreglando para estar impecable y dejarles en claro a todos los que vendrán que por muy italiana que no sea, sigo siendo la jodida reina. Nunca se me dijo que sería fácil y que tal vez tendría que cometer actos
Marcando las siete de la noche ya me encontraba con el maquillaje impecable y mi cabello suelto cayendo en ondas abiertas por mi espalda. El maquillaje que me realizaron no era para nada cargado, solo se centraron en mis ojos para que ellos fueron los protagonistas de esta noche, o al menos eso me dijo la mayor de las estilistas, que con ojos profundos y soñadores me dijo que mis ojos pondrían a muchos de rodillas y que comenzaría esa noche. Sus palabras no solo causaron escalofríos, sino que me dio un poco más de seguridad para lucirme esta noche. Respire profundo y una de las modistas ajusto el pequeño corsé qué moldearia mi cintura. El vestido me hacia ver oscura y sensual y cuando más me veía en el espejo, más me gustaba lo que reflejaba. Las mangas eran largas pero con los hombros descubiertos. Las chicas aplicaron laca en el borde que protegían mis pechos y fijaron el escote a ellos para que simularan ser una segunda piel. El detalle que bajaba de