Capítulo 185
Era casi mediodía cuando Ana fue encontrada por una de las sirvientas. En plena luz del día, con la lámpara aún encendida en el estudio, yacía Ana, extendida sobre el oscuro escritorio de madera. Llevaba puesta solo una bata de baño negra, y su cuerpo mostraba rastros secos de un amor apasionado. Sus ojos cerrados, las lágrimas ya evaporadas. Inmóvil, su rostro lucía un rubor anormal y su cuerpo ardía al tacto.

La sirvienta, pálida y alterada, exclamó: —¡La señora tiene fiebre!

Dada su edad y experiencia, comprendió de inmediato la naturaleza de la situación. Con prisa marcó el móvil de Mario, pero solo sonó una y otra vez sin respuesta.

En aquel momento, Mario estaba en una reunión con los altos ejecutivos del Grupo Lewis. Discutían un gran proyecto que Mario quería desarrollar, pero enfrentaba la resistencia de los conservadores del grupo, quienes lo consideraban demasiado arriesgado.

La reunión ya llevaba más de diez horas.

Sin poder localizarlo, la sirvienta no tuvo más remedio qu
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