Capítulo 162
Ana regresó a la casa que alquilaba. La comida que había empezado a cocinar seguía en la sartén, pero ya no tenía ganas de terminarla. Se sentó en la oscuridad de la habitación, sin encender la calefacción, abrazando sus rodillas y perdida en sus pensamientos.

Recordó sus sueños de juventud, cuando imaginaba casarse con Mario.

Soñaba con tener dos hijos y adoptar un perro.

Las palabras suaves de Mario, «¿Quieres ser su madre?», resonaban en su mente como un cuchillo en el corazón, causándole un dolor insoportable.

Había amado a Mario durante seis años.

¿Cómo podría olvidarlo tan fácilmente?

Pasó toda la noche sentada afuera, y al amanecer, sentía la garganta apretada, probablemente un resfriado.

Su teléfono sonó: era Carmen, invitándola a volver a casa para las festividades.

Ana se quedó pensativa: —¿Festividades?

Carmen sonrió y le recordó: —¿Lo olvidaste? Hoy es Año Nuevo. Tu padre ha estado esperándote desde temprano para celebrarlo...

Su voz se suavizó: —Él no lo dice, pero e
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