Capítulo 3

Otra vez el idiota ese tirando piedrecitas a mi ventana. Estoy a punto de bloquearlo de mis contactos, no lo soporto y no lo quiero ver. Por su culpa perdí la entrevista de trabajo. ¡Es tan infantil!

Daniel

Ya hace una semana desde que me lancé con Logan en la piscina y aún no me habla, ignora mis mensajes y llamadas; no me recibe cuando la visito y no me abre su ventana cuando tiro piedrecitas. ¡Es una rencorosa! Es un empleo y ya, tampoco es el fin del mundo.

 —¡Eres un tonto! —Mi hermano pequeño me saca la lengua y yo lo ignoro. No entiendo por qué mi madre no bebió pastillas anticonceptivas o en su defecto, no usaron un condón. Dado que el accidente ocurrió, por lo menos debieron abortarlo para enmendar el error de haberlo concebido. Mocoso, bicho raro.

Sigo tirando mis piedrecitas bajo la atenta observación de mi hermano.

 —¿Qué haces? —inquiere el bicho como si no me estuviera viendo. ¿Para qué pregunta si sabe lo que hago?

 —Estoy jugando a la escondida. ¿Por qué no te escondes y desapareces de mi vista? —respondo con hastío y él me mira con desaprobación.

 —¡Mentiroso! No juegas a las escondidas, estás tirando piedrecitas a la vecina loca que te gusta.

 —¡No! —digo con marcado sarcasmo—. Eres un niño muy inteligente, enano. Por cierto, no me gusta Logan.

 —Sí te gusta, pero ella nunca se fijaría en un tonto mequetrefe como tú. —¡Vaya! Y después se hace el inocente.

 —Shu, shu… —Muevo mis manos para que desaparezca de una buena vez. Les agradecería a los alienígenas si lo llevasen, pero claro, ellos no expondrían a su pobre planeta de esa forma.

 —Eres un tarado. —Mi hermano me mira como si yo fuera un retrasado mental—. Esas piedrecitas no van a hacer ningún efecto, son muy chiquitas.

 —Desaparece ena... —Este es un momento en que todo casi se paraliza y las acciones se muestran en cámara lenta. Abro mi boca más de lo regular y exclamo un largo 'no' que mi hermano ignora. Niego con la cabeza lentamente, pero eso no surte efecto. Miro con gran impresión como la gran piedra golpea la ventana de Logan, rompiéndola al instante. Mi hermano celebra con fervor y yo golpeo su cabeza con mi mano.

 —¡¡Scott...!!  —Logan grita desde su habitación y mis piernas cobran vida. Si ya me odia por arruinar su entrevista, ahora estoy muerto. Mi hermano es el primero en entrar y esconderse debajo de la mesa, yo me encierro en mi habitación con el corazón acelerado, me siento en mi cama y tomó un lápiz y papel.

 —Bien... Es hora de hacer mi testamento.

***

 —Lo siento mucho. Cubriremos los gastos y estos mocosos serán castigados. —Mi mami se disculpa avergonzada con los señores Logan y yo gruño por lo injusta que es. Ya le dije que fue el bicho este quien tiró la piedra.

 —Solo ayudaba al retrasado de mi hermano. —Este mocoso va a provocar que yo vaya a prisión por asesinato—. Es que a él le gusta la rara de Madison y le estaba tirando piedras a su ventana, pero como eran pequeñas ella no se daba cuenta, solo lo ayudé. Quién sabe, raro con raro se entienden, tal vez ellos se casen y mi hermano se largue, así nosotros podríamos vivir felices al fin sin esta plaga —vaya, vaya; el mocoso tiene agallas. Todos lo miran sorprendidos, en cambio yo le pego en la cabeza.

 —¡Kevin Scott, cuida tus modales y respeta a tu hermano! —Mamá espeta más avergonzada que antes, pero se lo merece, nadie la mandó a parir a esa cosa a la que llama hijo. Por cierto, mi hermano como que tiene una mente muy insana para su edad. Yo a los ocho ni podía atarme los cordones y me comía los mocos porque no sabía sacudirme la nariz—. ¡Ambos a su habitación, ahora! —mi mami sentencia y nosotros nos marchamos con quejas y berrinches.

***

Madison

Ha pasado un mes desde el último incidente, aun así, Scott y yo somos prácticamente enemigos. Ya voy a entrar a la universidad en unos días y estoy desesperada por conseguir un empleo, pues, aunque mis abuelos cubrirán mis estudios, quiero manejar mi propio dinero. He buscado trabajo como loca y ahora mismo estoy ojeando el periódico, pero es difícil encontrar un empleo de medio tiempo que te permita estudiar. Esbozo un suspiro del desánimo y termino de beber mi té con café.

 —¡Ah! ¡Abuelo! —¡Qué asco! Mi abuelo perdió la razón. Ahora se le ha cogido con salir a correr en calzoncillos alrededor de la casa todas las mañanas. Mi abuela solo topa su frente, pues ya se cansó de reprenderlo y correr detrás de él con una toalla.

 —¡Fulgencio, vete a vestir! —Mi abue ordena hastiada—. Nadie quiere ver tus guindalezas.

 —¡Mucho que te gustan mis guindalezas! —¡Oh por Dios! Mi abuelo se agarra el paquete apretando sus partes íntimas.

 —¡Madre mía, Fulgencio! —Mi abue se abanica con las manos con expresión acalorada—. No me referí a esa guindaleza.

 —¡Adiós! —Me levanto de la mesa queriendo escapar rápido de allí. ¡Joder! Ya perdí el apetito.

Camino con prisa y llena de positivismo. Solo espero conseguir el trabajo. Sería conveniente, pues me queda cerca de la universidad, la paga no es mala y es medio tiempo. Miro mi reloj y casi corro al descubrir que estoy retrasada. ¡Rayos! ¿Por qué tuve que tomar el autobús? Estoy empezando a creer que mi suerte no es muy buena, pues choco con un cuerpo fuerte y mi carpeta cae en un charco de agua sucia y para colmo quedo salpicada.

 —¡No, no, no! —Doy vueltas en mi lugar y el chico esboza un 'lo siento'. ¡¿Es en serio?! Como si una disculpa va a remediar mi desgracia. Mi cerebro se prepara para proferir todo tipo de insultos, pero paro en seco al encontrarme con la mirada azul cielo de aquel Adonis. ¿De verdad es real o el choque con sus bien formados músculos me aflojó un tornillo y ahora estoy alucinando?

 —¿Estás bien? —él inquiere inspeccionándome y yo parezco una retrasada babosa ahora mismo. Hasta su voz es sensual. Limpio la saliva que se me salió de la boca de forma involuntaria y asiento con timidez. Debo parecer un tomate ahora mismo, este chico me tiene toda roja con tan solo hacer esa simple pregunta. Creo que nunca había visto a un hombre tan atractivo, debe ser de mi edad, aunque es mucho más alto que yo. Su cuerpo es fornido, sus labios carnosos, su nariz pequeña y su cabello rubio y ondulado. Viste de forma nítida y a juzgar por su apariencia, debe ser un niño rico.

  —Si omitimos la parte de que mi hoja de vida y documentos se arruinaron, también de que estoy toda salpicada, pues estoy bien. —Me encojo de hombros.

  —Lo siento mucho, no te vi venir… —Vaya… Sus labios se mueven, pero no le presto atención a sus palabras. Es inevitable no perderse en esos hermosos ojos—. Entonces… ¿Qué dices?

  —¿Ah? —esbozo con expresión atolondrada y él se ríe divertido. ¡Qué vergüenza! Soy un caso perdido, no puede ser que sea tan obvia.

  —Te decía... —Me mira con flirteo y esa sonrisa que me hace temblar las piernas—. Que te llevo. Sé que eso no compensa mi imprudencia, pero por lo menos no tendrás que andar así… —Apunta se dedo hacia mis fachas y yo asiento insegura. ¿De verdad subiré al auto de un extraño? Aunque, si es un secuestrador, pues que me secuestre y hasta me viole. ¡Parece un modelo el condenado!

Él me dirige hacia donde está su carro y... ¡guau! Es un Mercedes Benz. El modelo me abre la puerta del copiloto y extiende su mano con gracia indicando que entre. ¡Qué caballero! Dios, creo que estoy soñando, esto no puede ser real. Cuando entro, el perfume del vehículo inunda mis fosas nasales y yo me acomodo en ese asiento tan suavecito. Este carro es genial y muy lujoso. El rubio sexy pone música y esboza una sonrisa. Si esto es un sueño, no quiero despertar.

Daniel

Me dirijo a la casa de Logan, mas esta vez, lo hago por la puerta de entrada; después de lo que sucedió debo comportarme hasta que las cosas se calmen. Un Mercedes se parquea frente a la residencia y yo me quedo mirando como tonto. No es común ver un auto tan caro en este vecindario. Esperen, ¿por qué un Mercedes está parqueado frente a los Logan? Oh... ¿Quién es ese chico estilo High School Musical? Vaya, es un muñeco muy caballeroso, le está abriendo la puerta a... Espera... ¿Logan? ¿Qué hace Logan sosteniendo las manos de Ken, el novio de Barbie?

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