Olivia Damschroder
Me recuesto en el sofá porque de un momento a otro siento que me desmayo, paso mi brazo por sus hombros trayéndola junto a mí. La reconforto, no sé cómo me sentiría si estuviera pasando por esta situación, sé que en ella también encontraría el apoyo y mucho más, es como si fuera mi hermana. Me daba cuenta que la vida te podía sorprender de un momento a otro. Suspiré en lo más profundo de mí ser e hice que volteara a verme.
Owen KewlynEl solo hecho de pensar que el día de mañana la voy a volver a ver, mi cuerpo se estremecía, me vibraba el pecho, sudaban las manos, fantaseaba a todas horas y que lo más probable fuera que le robara un beso, un beso de verdad de esos que te roban el aliento, te suben a las estrellas y te dejan en la orilla de un mar de remanso. Desperté con ánimos renovados, tomé una ducha, me vestí y salí al pasillo, tomaría un ligero desayuno y partiría a buscar el detalle que
Owen KewlynLa tarde llegó a su fin y con ello la partida temprana de Olivia, las chicas siempre apartaban cita para estas fechas, mamá les había enseñado que siempre en los eventos familiares se debía asistir lo mejor presentable posible, razón de más para que estuviera lista a la hora pactada con mi hermana, nos despedimos con un largo beso a puertas cerradas en el despacho, ya no habíamos podido contener después de tantas veces encontrarse nuestras ardientes miradas. Parecemos una pare
Olivia Damschroder El día me pareció poco. No me había alcanzado el día, para aprovechar cada espacio de descanso para demostrarle a Owen cuanto me gustaba. Nos besábamos, nos tocábamos y a duras penas nos teníamos que separar. La última fue la de hace un rato. Si por mí fuera, me iba a la cena con lo que traía puesto, pero la madre de Owen era estricta en lo referente a presentación y etiqueta, como si fuéramos a asistir a una función de la ópera.
Owen Kewlyn A las siete y media en punto, bañado, cambiado con un traje azul marino, me dirijo hacia la casa de Olivia, eso nos da el tiempo suficiente para llegar con puntualidad. El trayecto no es muy largo, pero no sabemos que nos podamos encontrar en la carretera. Llego a la casa de Olivia y no sé si llamar a la puerta o mandarle un mensaje que la espero afuera. Opto por lo segundo. Busco su número entre mis contactos, escribo el mensaje y se lo envío.
Owen Kewlyn No había entendido porqué mi hermana llevándose las manos a la boca, intercambió miradas con Olivia, como si se enviaran una señal. De inmediato se levantaron de sus sillas corriendo hacia su habitación cerrando la puerta, mi madre socorriendo a papá en lo que se recuperaba de la crisis estomacal, Jeremy no dejaba de tronarse los dedos y pasearse de un lado para otro. Una cena que parecía marchar a pasos normales, se había sumido de repente en un pequeño caos.‒ ¿Y sí es cierto, que el bebé que está esperando Mirelle, es mi hijo? ¿Seré tan tonto para no haberme dado cuenta? ¿Y si, sí sucedió?, no puedo pensar.Creo que está hurgando en su cerebro por si de casualidad el evento si ocurrió; ponerlo en duda, también me hace pensar a mí que pudo haber sido cierto. Que el tonto n
Olivia Damschroder Me paré casi al mismo tiempo que Jillie, no pude esperar a ver la reacción de los chicos, ni siquiera me detuve a pensar lo que hacía, reaccioné por instinto. Se perfectamente lo que está pasando por su mente, las pruebas no pueden fallar o tal vez sea que no tiene la suficiente cantidad de hormona y esta prueba no lo detecte. O que de veras no esté embarazada. No le veía otra explicación. Pero de que se encontraba alterada, era una verdad absoluta.
Owen Kewlyn Primero Jeremy y ahora Jillie. Gabriel busca estar sentado al lado de mi hermana, le toma la mano y se la besa en repetidas ocasiones, tiene una cara de satisfacción, como lo dijo antes si ya está el bebé en camino no hay problema.‒ ¿Estás embarazada? ‒ pregunta Gabriel con emoció
Owen Kewlyn Su bolso de viaje queda olvidado en alguna parte de la antesala, nos encaminamos como dos locos besándonos en cada parada, en la entrada de la puerta, al subir las escaleras, al llegar a la puerta de la habitación, cuando estamos cerca de la cama nos detenemos sin dejar el abrazo, le doy dos besos pequeños en los labios.‒ ¿Vas a dejar hacerte lo que quiera?‒Hmmm ‒ cierra los ojos moviendo la cabeza en señal de afirmación.‒Esa no es una respuesta, quiero que me des tu consentimiento en voz alta, mírame-la emoción la siento en el cambio del timbre de mi voz.‒Sí ‒ abre los ojos.‒ ¿Sí qué? ‒ presiono, la abrazo fuerte para trasmitirle ánimo.‒Que voy a dejar que me hagas lo que quieras, como quieras y donde quieras.‒ ¿No vas a salir corriendo?‒Lo dudo.Quito mi saco y corbata dej&aacut