Perece al instante toda cavilación antes recreada. Es como si todo lo que le había prometido Elizabeth se hubiese esfumado, como si el mismo pasar de los recuerdos también hecho por Sean hubiesen tenido el mayor de los propósitos para este instante: descubrir ésta realidad. Como si el mismo instante también hubiese desaparecido y nada más existiese los ojos de su madre, siente el desgarre de esta verdad minuciosa. Y tanto parece sentirse traicionada, de los peores sentimientos nunca antes sentidos para manejar esta certidumbre. Y ahí se encuentran los ojos de su madre, que no pueden sentirse iguales a los de antes, a los mismo que por toda su vida han vuelto indispensables, con quien miró todos sus altibajos, con quien compartió sus ovaciones, y nadie más sabe sino ella lo tanto que había sufrido cuando su relación había terminado. Y ahora tiene esto. Frente a ella la verdad que no puede ser capaz de mantenerla en un estado normal. Maya finalmente ha dado un paso hacia su mad
Elizabeth inclina el rostro. —No me creas capaz de saber cuándo alguien es abusivo y que miente —Elizabeth toma una bocanada fuerte de aire y se mantiene serena ante los ojos furiosos de su hija—. Ni cuando sé cuándo una persona no es la correcta. Y si así fuera hace mucho tiempo hubiese desistido a sentir esto. Que no pude controlar, que sólo nació y ahora brota. Lo odié a él cuando te hizo lo que te hizo. Los años pasaron y hasta el sol de hoy me demostró ser alguien distinto. Tienes el derecho de estar resentida con él, pero ahora conoces la verdad y puede ser que no nos hables más. Hija, pero esta es la verdad —Elizabeth quiere acercarse pero Maya se aparta. Sus palmas se cierran y su entrecejo se curva por la tristeza—. No me hagas esto, Maya…Su hija tiene que rodearla, como si no comprendiera.—Así no eres tú, mamá. No eres así. Tú no eres así. Y lo acabas de decir, ¡Sabes lo que me hizo él a mí! ¿¡Crees que las personas pueden justificar una maldita infidelidad?! —Maya no
Pero no puede responder y tiene que navegar en los innecesarios pensamientos que se vuelven fríos y huraños. Sabe que tiene Alejandra caminando a su lado mientras trata de no ver algo más sino como los ojos de Elizabeth la están viendo marcharse. Y no pone lugar ni sentido cuerdo ante esto. Y no puede lograrlo en realidad. Una vez puede sentir el aire de este día, cuando ya se ha soltado de los brazos de Alejandra, finalmente lo suelta. Deja en abandono todo lo que se había estado escondiendo frente a ellos dos. Y eso es el llanto. Que brota desde muy al fondo y se deja guiar conforme su silueta se agacha y se mantiene mirando hacia ningún punto y su lagrimas se acrecientan. Alejandra tiene que agacharse con ella para acariciarle los hombros. —Nena…—¿Por qué, Ale? ¿Por qué? —quiere oír algo sensato que provenga de Alejandra—. ¿Por qué lo ha hecho? ¿Por qué eligió a mi madre? Ale…Siente que puede obtener alguna respuesta de ella. Pero no la tiene. Y se pone a saborear sus labi
—Descuida. Vamos…Maya tiene que tomar un poco de aire antes de ver cómo Alejandra empieza a conducir. Se pone hacia el respaldar y deja caer la cabeza. Ya que no hay más nada que le interese sino calmar este revoltijo desde adentro hasta afuera. Mantiene fuerzas intentando apaciguarse. Y no puede dejar de recordar la mirada de su madre una vez más. No sabe cómo puede entender los pensamientos horrorosos que se les pasa por la mente. Ni buenos, ni malos…sólo insoportables de pensar. Escudriñando cada mirada que se dieron, cada abrazo…no puede imaginarlo con certeza pero la sola idea de tener a Sean de regreso como…la pareja de su madre es tan desabrida que no ve otra cosa sino como ahora será la relación con Elizabeth. Tiene que concentrarse en el camino. Le indica a Alejandra la dirección y al finalizar el recorrido deja sus cosas y sólo se lleva el teléfono, que lo guarda en su abrigo mientras no tarda en apartar la mirada de su amiga. —Ven, no te quedes ahí. Vamos a subir las
—Lo sabes —dice Maya.—Desde hace meses, sí —Mauricio responde y tiene que enderezarse y pegar su espalda hacia atrás.Maya mira hacia el suelo.—¿Y por qué seguían juntos? ¿Por qué seguiste con mi mamá si ella ya no te amaba?—Por ti, hija —suelta Mauricio con rapidez. Maya por su parte se apresura a sentirse fría por sus palabras. Su padre la mira también, pero en sus ojos se encuentran una caridad que siempre estaría ahí para ella—. Por ti.Para Maya es un balde de agua fría.—Sé que fuimos crueles en seguir con esto. La única que saldría lastimada serías tú y ahora reconozco mi error. Puedo comprender que te estés sintiendo muy mal. Pero tu madre y yo desde hace mucho dejamos de sentir lo mismo. Ella hacía sus cosas. Yo hacía la mía. Y ahora comprendo que la única manera de vivir en paz en haciendo esto. Sé que lo comprenderás, ¿verdad? Los años que tú tienes son los años que pude amar a tu madre más que a mi vida. Pero ella me dejó de querer como antes…y yo también, Maya.
Maya se voltea hacia Alejandra y le sonríe.—Si quieres puedo llevarte…—¿Tiene que ir algún lado? Yo puedo llevarla sin problema —dice Mauricio con rapidez.Alejandra le sonríe y luego a Maya.—Si necesitas irte rápido no te preocupes. Ve sin cuidado. Pero no quiero ser una molestia para el señor Seati. —¿Molestia? —Maya se apresura a darle un abrazo—. Nunca una molestia. Eres un ángel, gracias por venir. ¿Te pasó buscando más tarde? Para ir con Jenny.—Sí, ya sabes dónde estaré. No te olvides en llamarme Maya.—Y tú tampoco.Maya se acerca a darle otro despido y entonces, mirando a su padre y a Alejandra juntos, se da la vuelta para salir del lugar, mirando a los hombres ya bajando con las cosas. Se acerca para darle otro despido y entonces. Mirando a su padre y a Alejandra juntos, se da la vuelta para salir del lugar. Dentro de poco está oyendo la voz de Mauricio, que la hace voltearse a su llamado.—Antes de que te vayas —le pone una mano en su hombro y parece despué
El pensamiento de Maximiliano se esfuma de su mente y no puede pensar en otra cosa sino en este preciso instante, que parece voltear las cartas sobre la mesa y pone en tela de juicio sus pensamientos. Alguna que otra cosa no puede mantenerse en la mente de Maya mientras cierra la puerta del coche, con una expresión de desconfianza y de alerta. El hombre consigue hacerse aún más vigoroso con aquella sonrisa y no puede darle otra expresión aparte de esa. Y Para Maya, es preferible mantener la distancia hasta que sube la cera y queda a una distancia que le parece aceptable. Tiene demasiadas cosa en la mente para que una más se le una, y no es verdaderamente favorable ver a quien está frente de sus ojos. Al igual que aquella vez, se mantiene centrada en sus facciones hasta que el hombre le hace saber con una sonrisa su allegada holgura, dejando salir sus manos de sus bolsillos.—Buenas tardes, señorita Seati. Es un placer encontrármela ahora que tanto requerí de su presencia. Maya l
Observa la calidez del cielo mientras pasa unos momentos en la búsqueda de mantener la intensidad de la vista del océano entre su mirada ambarina. No ha llamado a su padre aún, no ha sabido de Sean ni de su madre por los momentos, y tampoco ha sonado el teléfono para oír a Maximiliano decirle alguna cosas. A duras penas puede sentir que ha caído con desprecio y se siente incapaz de ver cada cosa a lo que ha pedido una vez. Y a pesar de tener que lidiar con esto para que las cosas salgan bien, tiene que hacerlo. Tiene que hacerlo para poder entender que si no hace esto, mucha otra gente sufrirá las consecuencias. Y ella misma sufrirá esas consecuencias. Si debe sacrificar algunas cosas para saber que esto no es más que un propósito destinado a cumplirse. Todo debe salir como se había planeado. No puede hacer más nada que esto. Baja el escalón para apresurarse a tomar el teléfono de la oficina. Ahora un poco más calmada, entendiendo de lo que todo esto significa, marca el númer