—¡Cómo te atreves tú a decir aquello!Maya se acerca. Sus pensamientos la hacen delirar. Y se siente ahora desolada—No te pude haber contado. Y sí, fue mi error. Tampoco supe que Roy Sidney había sido el hombre que te arruinó. Nunca me lo dijiste —Maya le hace entrar en razón—. Mi proyecto era muy importante para mí en estos momentos y no pude pensar en otro cosa sino en eso. —No te estoy diciendo que elijas entre tu proyecto y yo —Maximiliano expresa—. Pero si no me lo dijiste nunca es porque ¡no confías en mí! Todo el mundo lo sabía. Sabía de esa maldita competencia menos yo. Me tuve que enterar de otra boca tu traición para que aún me digas que yo iba a ser quién te arruinara tu proyecto.—¡Yo no dije que tú arruinarías esto! Tampoco te traicioné o te mentí…—Pero me lo ocultaste.—¡Estaba esperando el momento para decírtelo! —¡Y por qué es Roy Sidney quien va a financiar todo lo que hagas! Maya se calla con las lágrimas en los ojos y niega.—Ni siquiera sé si yo soy
Sin embargo, oye decir al instante. —Maya. Es Chris quien menciona. Por ende tiene que voltear a verlo. Sostiene aquella mirada, triste, reprendida, sin fuerza y considerando nada más que la derrota dentro de su pecho. —Vine a buscarte, apenas llegué. Debemos ir a la pequeña rueda de prensa. Maya evoca su mirada en el periódico, al lado de Roy Sidney y no puede controlar la manera en la que trata de tomar todo lo que sintió dentro de la misma reacción a esta noticia. Que no es más que austera. Quiere reír, sonreír, tirarse sobre Chris y gritar de emoción. Y cree que está siendo cruel con todo lo que habían hecho. Siendo insensible con cada cosa que habían trabajado. Siente que no es justo. Que todo esto pase y los demás tengan que cargar con su tristeza, y dolencia. Ver parado Chris frente a sus ojos, al verlo también con el periódico entre sus manos, es por lo que todo soñó. Y mientras recuerda también la felicidad que deben tener todos, la felicidad que debe ser de ella también
Chris aparca. Maya se toma el tiempo de tomar el aire necesario. Controla todo lo necesario. Lo hace. Le dice a Chris que sólo la deje un momento mientras se arregla un poco. Su amigo le sonríe, le dice que la esperara dentro. Lo ve alejarse y lo primero que se mete a la boca es un caramelo de menta. Y comienza arreglarse. A quitar la pintura negra bajo sus ojos. Maquillarse un poco más y peinar aunque sea un poco su cabello de lado. Busca entonces todo lo que pueda hacer para no pensar en todo aquello y seguir entendiendo que nada haría si se mantiene bajo las nieblas de sus sollozos. Observa el frente, y se observa a sí misma. Pese a que sus ojos están con el rastro de apenas unos momentos atrás, se dice a si misma que debe salir de ese lugar. Consigue tomar sus cosas.Es un paso para su futuro. Es un paso para el sueño que sería suyo, de Chris, de todos ellos.Observa el edificio y lo dirige hacia la entrada. No está tan aglomerado como el día de la ceremonia pero no duda en
Se siente dichosa de saber que Chris también está feliz por lo mismo. Por todo eso. Y cómo no iba a estarlo. Le sonríe y le hace saber que este momento también es suyo. Más de lo que imagina.Los chicos estarán felices después de esto. Sus padres. Los señores Hudson. Todos estarían contentos de saber y entender que finalmente se está volviendo realidad esta victoria. Maya comprende de una vez por todas que esto no puede ser mejor de lo que imagina. Merecedor de todas sus alegrías. Le sonríe a Chris nada más que mirar lo que en su mano ya se encuentran.—Ahora, señorita CEO, deberá decir algunas palabras. ¿No cree? Chris mantiene una sonrisa encantadora, señalando con la cabeza hacia la tarima. Maya abre los ojos.—¿Yo? Chris, no sé si pueda…y delante de toda esta gente.—Claro que puedes. ¿Cómo no si tú creaste toda una cadena de hoteles? Sé que si puedes, querida. Claro que sí.Maya le sonríe, entre un suspiro. Se moja los labios y cuando Roy Sidney llama su nombre, cree enten
Es Sean. Alza las cejas y lleva la cabeza hacia atrás. Se le escapa nada más que una risa. Otra emoción se suma. Inexplicable a su vez. Corresponde la mirada hacia aquella que también está sonriente, amigable y placentera. No cree que tenga ahora la misma emoción de la mañana, y después de todo lo que pasó, teniendo arriba en sus hombros la carga de verse bajo los ojos de Maximiliano de una forma distinta a lo que alguna vez fue, le dedica una sonrisa a Sean Hurtender y se acerca otro poco más. Por ende, el mismo le hace llegar una cálida bienvenida hacia sus brazos, en un tierno abrazo. —Te hacía de grandes pasos. Pero esto me ha sorprendido —comenta Sean una vez que la suelta. Maya lo observa para que continúe—. Felicidades, Maya Seati.La susodicha suspira, sonriendo. Después mantiene una posición tímida, apenas conteniendo la risa.—Muchas gracias, Sean. En serio lo aprecio bastante .—Quién lo diría —expresa Sean de vuelta.Maya se encoge de hombro. —Sin embargo, mí
Maya trata de abrir la boca y sólo maneja un saco de nervios por lo que sucede. Al tener devuelta a Sean en su mirada, éste no hace más que sentirse también con gesto impresionado. Ella le sonríe.—No te preocupes, está bien. —¿En serio? Yo no sé si tú… —Hoy, Sean, es el día en que menos quiero pensar las cosas. Además, eres mi amigo. Despreocúpate ahoraSean inclina su cabeza. Envuelta en su propio mohín encantado se prepara para hablar.Ella abre la puerta y cuando ya nada más quedaba por decir, los tres entonces se dirigen por el centro de Nueva York hacia la pequeña ItaliaEn busca de mantener los pensamientos a como ya las organiza, observa como Chris y Sean empiezan a llevarse bien. No cree que Chris sepa que los dos estuvieron involucrados románticamente hace mucho, pero es mejor que las cosas continúen de este modo. La charla es amena porque ella también se inmiscuye en su conversación, haciéndolos reír. Observa el alrededor, los rascacielos de Nueva York empezando a
—¿En dónde está Phoenix?Le pregunta a Jenny en cuanto ya se acerca a la puerta—¿Quién sabe…?—se ríe Jenny, observándola por el hombro. Nota a Chris voltearse y posar su mirada en Jenny, que le guiña el ojo.—Supongo que haciendo travesuras —dice Chris. —Nada de eso —y Jenny le responde. Cuando está justo enfrente de su puerta, Jenny señala la entrada—. Maya, quieres abrirnos. Te toca a ti.—¿Y por qué? Acabas de decirme que tienes mis llaves —y Maya se ríe, mientras ya son las suyas quienes hacen el sonido en su abrigo. —Pero es tu casa, no la mía —Jenny se acerca hacia Chris y es su turno de guiñar el ojo. Y ya dentro de poco, Maya abre su apartamento. Son sólo momentos después que pasan muy rápido para cerciorar de lo que sucede ahora, y enciende la luz.La impresión atiborra todo su cuerpo.—¡Sorpresa!Oye decir al instante. Deja caer su cartera, tapándose la boca. Los sollozos vuelven aparecer. De una manera que no comprende y ni puede pasar ni siquiera por
Mauricio Seati extiende sus cejas hacia arriba, y se propone a sonreír con suavidad. —No, corazón. Todo está bien —su sonrisa se muestra. Radiante. Tuvo mucho tiempo corriendo de sus amigos y amigas por tener a un padre, según todos ellos, tan atractivo. La había tenido a la misma edad que tiene ahora, y no sintiendo que ronda cerca de los sesenta, Mauricio Seati sigue encantando con su sonrisa y sus ojos azules y pelo negro. Maya lo abraza. Su padre siempre la ha consentido, y viéndolo aquí ahora se siente segura. Suspira—. Hace tiempo que te esperaba. ¿Por qué no has ido? —Todo esto del proyecto me tuvo tan ensimismada, papá. Ya es hora de tomarme un descanso, y en California sería mejor. Cuando regresen me iré con ustedes. Supongo que la casa de California cerca de la playa aún la visitan, ¿No? Mauricio Seati desvía la mirada. Al parecer ha tenido reacción las palabras de Maya en él, y bebé un poco de su vaso. —Papá —menciona Maya, confundida—. ¿Pasa algo? Dime, ¿Sucede alg