—¡IVANOV! —Exclamé—. Se va a lastimar, no debería levantarme de ese modo.

—No me importa Clark, estoy feliz, sentí una extraña sensación, pensé que iba a perderlas, no puede negarme la oportunidad de hacerla mía, quiero y necesito sentirla, mi mujer.

—No creo que sea prudente que hagamos esto ahora, su herida está muy reciente. ¡IVANOV!.

—Clark, no le dé importancia a mi herida, no me está doliendo. ¿Cómo podría dolerme? No mirando este par de hermosos pechos que pronto dejarán de pertenecerme. ¿Le molesta que haga esto? —preguntó mientras acariciaba y lamía mis pechos.

Entre gemidos le dije que no. El hombre era muy intenso en asuntos sexuales, raramente podía decirle que no, él sabía cómo ponerme en el estado que se me hiciera imposible rechazarlo.

—¡Clark!. Súbase a la cama —pidió con mirada cachonda.

—¿Por qué haría eso? No tengo sueño, Ivanov.

—Solo suba al borde de la cama y abra las piernas, hablaremos de otra manera, será una agradable conversación. Quítese la ropa.

—¿Para qué