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Estaba desesperada, se me ocurrió llamar a Erika, pero no respondió, se suponía que Inés y ella eran mis damas de honor, debían estar allí ayudando con todo, pero en vista de que era privado no había sido necesario.

Especialmente porque mi madre y la señora Morffi se habían hecho cargo de todo, no era importante, de todos modos ellas estarían ahí.

—¿Qué pasa prima, estás preocupada? —preguntó Perla.

—Déjame en paz Perla, no es problema tuyo.

—Hija que manera es esa de responder a tu prima, está preocupada por ti, no seas grosera —reprochó mi madre.

La miré y rodé los ojos, mi teléfono en la mano como objeto desestresante, revisaban los mensajes y las llamadas, estábamos camino a casa, puse mi mejor rostro y dije que no iba a preocuparme. Sabía que él tenía una explicación para lo que estaba pasando, esperar era la solución adecuada.

Habíamos llegado, todos entraron y decidí quedarme en el jardín, sentí que me haría mucho bien respirar el aire del lugar…

Les había mencionado a todos qu
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