Capítulo 4; Traición
~Melania~ —Pasemos a la mesa, muero de hambre —Aisel trata de calmar el ambiente tan pesado que se ha formado—. No sabes la comida tan deliciosa que preparan aquí, Melania. Te encantará. Asiento, sin sonreír. —De manera que eres la prometida de mi hermanito —Mauro se toma un trago. Su cabello rubio le cae a los lados de su cara y sus ojos azules están fijos en los míos—. Todos estábamos esperando que saliera del clóset. —Me parece que tu hermano es mucho más hombre que tú, digo, no le has pedido a Aisel que se casen —le digo entre dientes y con una diminuta sonrisa—. ¿O sí? —De hecho, no, pero… —Qué mal novio eres —bromeo, haciendo que todos se rían. Noto que endurece su expresión. —¿De qué hueco te sacó mi hermano? —cambia el rumbo de la conversación. Su intención es hacerme quedar mal—. Cuéntanos para divertirnos. —Supongo que del mismo que te sacó tu novia, por eso nos estamos llevando así de bien. Veo cómo Mauro aprieta los puños, me rio por lo bajo. El juego acaba de empezar. […] Una hora más tarde ya hemos terminado de cenar, Abdiel está en el despacho con su padre. Mauro con su novia y la señora Fernanda no deja de platicarme sobre sus viajes y lugares llenos de lujos donde ha ido. Ella me recuerda a Abdiel, su manera de ser es igual que la de su hijo, los dos pueden llegar a ser débiles, pero enojados dan miedo. —Le pido un permiso, iré al baño. Termino de entrar y me miro en el espejo; necesito un respiro. —¿Sabías quién era cuando te me metiste a la cama? Reacciono al escuchar la voz de Mauro. Lo miro por el espejo y le sonrío. Me giro, dejando mi trasero apoyado en el lavamanos. Sabía que tenía que buscarme. —No tenía idea quién eras. Y no me metí a tu cama, tú me invitaste. Además, no puedes quejarte, disfrutaste de estar conmigo. Se ríe con algo de rabia. —Solo alguien con la mente retorcida puede tener sexo con el hermano de su prometido. ¿Sabes lo que dirá mi familia si se entera de lo que pasó? Mi hermano me va a odiar por tu m*****a culpa. Estás enferma. Me acerco, es unos centímetros más alto que yo, y eso me permite besar su barbilla. Tomo sus manos y se las pongo en mi cintura. —No puedes tener remordimientos ahora, porque nunca los tuviste cuando me hacías tuya —me pongo en puntillas para morder su oreja y meter mi lengua en su oído. Me aleja—. Ay, qué delicado estás hoy. —No voy a traicionar a mi hermano. Dice con voz aguda y firme. —Cariño, ya lo hiciste. Los remordimientos son de personas débiles. —¡Yo no soy débil! —Me haces pensar que sí, mírate, luciendo como un estúpido arrepentido porque se acostó con su cuñada. —Yo no sabía quién eras. —Entonces, deja el arrepentimiento para después. Odio las personas tan cobardes como tú. Me doy la vuelta para seguir viéndome en el espejo, y no tarda en ponerme las manos en los hombros y darme una rápida vuelta, logrando que choque con su duro pecho. —Una más y olvidamos esto. Es lo que dice antes de pegarse a mis labios de manera feroz. [….] —Melania, ¿estás bien? ¿Te sientes bien? Mi madre dijo que llevas ya unos minutos en el baño. Escuchamos la voz de Abdiel. Y le indico a Mauro que se aleje, pero no lo hace. —Ya voy, amor, solo me mojé un poco el vestido y estaba tratando de… —Mauro me besa y clavo mis uñas en su brazo—. Dame unos minutos y salgo. Estoy bien. —Te espero en la sala. No tardes, por favor, estoy preocupado. No puedo seguir respondiendo porque Mauro se encarga de seguir con el beso. Me arreglo el cabello y me acomodo la ropa. Miro a Mauro con una sonrisa traviesa. —Solo alguien con la mente retorcida podría serle infiel a su novia con su cuñada, y encima traicionar a su hermano —empiezo por besar su pecho—. Ah, tu familia te recriminaría haber tenido sexo con tu cuñada. Eso te dolería más a ti que a mí. Nos vemos, cuñadito. Me deja pegada a la pared antes de que pueda salir. —Nunca vamos a mencionar que esto pasó, para todos nos acabamos de conocer. —Que siga siendo así, finjamos que tenemos amnesia. Finjo mi mejor sonrisa cuando llego al lado de Abdiel. Me pasa el brazo por la cintura. Si supiera lo que acabo de hacer me odiaría. —Estás colorada, ¿te sientes bien? —Demasiado bien —beso su mejilla, y me sonríe—. Tardé por mi vestido, lo siento. Prestamos atención a lo que dice su mamá y unos minutos más tarde aparece Mauro, tiene su rostro colorado y parece tranquilo. Es bueno para actuar que no pasó nada, y yo soy buena para jugar con él. —¿Cuándo podemos conocer a tus papás? —me interroga Fernanda—. Lo normal es que si se van a casar conozcamos a tus padres. —Cuando ustedes quieran, solo hay que ponernos de acuerdo. —¿Qué de interesante tiene que conozcamos a los Montenegro? Son personas iguales que nosotros —habla el señor Urquijo—. No me parece que debamos conocerlos. —Se van a casar, es normal conocerlos —le recuerda su mujer. —Ya, no sigas, papá —le dice Mauro, logrando que ya no diga nada más. —Melania es una buena chica —me defiende Aisel. —Las buenas chicas ya no existen, no te dejes engañar por un rostro bonito y ropa cara. —¿Por qué no sería una buena chica según usted, señor? —hablo. —Tu capacidad para mentir es muy natural. —Los mentirosos siempre piensan que todos a su alrededor mienten.Capítulo 5; Amenaza~Melania~—¿Podemos hablar? —me sorprende la pregunta del señor Manuel. Desde hace unos minutos se había quedado en silencio—. Los dos a solas.—Papá, te dije que no intentaras hacer nada.—Nunca mencioné si podías hablar conmigo, Abdiel. Haz silencio y deja que Melania hable.—Claro que podemos hablar, señor Urquijo.Asiente y me hace señas para que lo siga. Llegamos a su despacho y me indica que me siente en un sofá de cuero que está ubicado en una esquina.—¿Qué pretendes al casarte con mi hijo? ¿Una posición social? ¿Dinero?No me sorprende el descaro que tiene este señor para preguntar lo que no le interesa. Puedo percibir que se siente intimidado con mi presencia.—Abdiel es débil, fácil de controlar, y puede que hayas visto tu oportunidad de tener una posición social más elevada que la que ahora tienes. Hay muchas mujeres como tú.—¿Y cómo se supone que son las mujeres como yo?—Manipuladoras.«Maldito descaro el de este hombre».—Bien, seré sincera con ust
Capítulo 6; Mi competencia —Mauro Urquijo——Me explicas ya mismo ¿cómo se te ocurre meter a una tipa como vicepresidente a nuestra empresa? Seguro no tiene nuestras mismas capacidades.No estoy de acuerdo que venga alguien a ocupar un puesto tan importante sin ni siquiera ser de nuestra familia. He tenido el control de la empresa desde que estoy a cargo de esta sede y no voy a permitir que una desconocida me baje del trono. Ley Urquijo: Estar por encima de todos.Felipe toma los papeles de mi escritorio, empieza a leerlos.—Capacidades tiene y muy elevadas. Ha sido modelo de marcas como MirandaLou, SS44, ElysGir y sabes que esta tiene una sede en la gran manzana. No te menciono las demás marcas porque terminas loco.—Felipe, no seas boca abierta, cualquiera con cara bonita puede ser modelo de esas marcas y de la que le venga en gana.—Estudió Finanzas y un año de administración en la Universidad de California. Sabe de contabilidad, estrategias básicas de marketing, diseño y es buen
Capítulo 7; Enemigos —Mauro——¿Podrías dejarnos solos, Felipe?—No. —Me le quedo viendo para que sepa que quiero que salga y no deja de recoger mis cosas en una caja—. Melania me pidió ayuda, y no puedo ser…—¡Que salgas!Lo empujo hasta la puerta.Me quedo mirando a Melania, está recostada en el escritorio. Las veces que la he visto siempre se ve tranquila, sin inseguridades y a la vez siento que se cree más que todos los de su alrededor. Parece la clase de chica que sabe lo que quiere, que llega a un lugar y deja ver quién es y por qué está en ese lugar.—¿Sabe Abdiel que estás aquí?—Para él también será una gran sorpresa cuando sepa que tengo acciones en su empresa. Porque este lugar no es solo tuyo. —¿Esto es por haberme acostado contigo?Se ríe.—No digas estupideces, Mauro —se endereza, sin quitar su molesta sonrisa—. Estoy aquí porque así lo decidieron los socios, incluso tu papá. Bueno, él no sabe que soy yo. Y sobre lo que pasó con nosotros, olvídalo.—Ya lo olvidé, no er
Capítulo 8; Destrúyela—Mauro—Sigo sin poder creer la rabia y la frustración que me puede causar Melania. No quise venir con ella y llamé al abogado de la empresa, pero ella ya estaba aquí y había hablado con uno de los encargados del caso. Esto sería un escándalo si la prensa se llega a enterar que estamos involucrados en un asunto tan delicado como lo es este. —¿Me puede decir si ya puedo pasar con el fiscal del caso? Llevo esperando mucho tiempo.Le vuelvo a preguntar a la secretaria.—Le he dicho que el fiscal está hablando con la señora Montenegro y su abogado, y llevan mucho tiempo ahí dentro. Tiene que esperar.Termina de hablar y se abre la puerta donde me había dicho que estaban reunidos. Me acerco rápidamente con el abogado de la empresa. —En unos días todo estará solucionado, pero debes entender que debemos realizar una auditoría a tu empresa —el fiscal solo le habla a Melania. Parece que yo no estuviera—. Te agradezco que hayas venido, y me alegra mucho volver a verlo
Capítulo 9; Seducción —Melania——¡Llegaron! Megane deja salir un gran suspiro de alivio y nos da un abrazo. Parece alterada, y es extraño en ella, siempre ha sido muy calmada.—¿Cómo les fue? Esperé ver alguna noticia en los programas de chismes y nada. ¿Los meterán a la cárcel? —No viste nada porque no llamé a los de la prensa. Me saco los tacones.—¿Por qué no? —Esa parte tampoco la entendí. Se supone que quieres destruir a esa familia, sobre todo al patético de Mauro —habla mi hermano Arnold—. Tuviste la oportunidad perfecta de armar un escándalo y no hiciste nada; tú los ayudaste. Es más, no sé por qué fuimos hablar con mi tío.Ventajas de tener una familia con buenas profesiones. El fiscal es hermano de mi madre y vi la oportunidad perfecta para sacarle provecho.—No podía armar un escándalo que llevaría a la ruina a la empresa cuando yo apenas tengo unos días allí. Eso arruinaría mis planes. Les explico, y los dos se miran la cara.—¿Segura de que quieres seguir con todo e
Capítulo 10; Rabia—Melania—Escucho que abren la puerta y no despego la vista de la ventana. Debe ser Abdiel, la mayoría del tiempo arrastra los pies. Debe estar enojado por ocultarle lo de la empresa, y realmente él tiene razón en decir que le debí contar, pero no me parecía oportuno decirle. Podría negarse y contarle a su familia lo que yo quería a hacer.—¿Estás bien? Cada vez que estás triste buscas una taza de café, te sientas en este sofá y te gusta ver el atardecer de la ciudad —una parte del sofá se hunde. Se ha sentado a mi lado—. ¿Quieres hablar? Aquí me tienes para ti.No aceptar que me aprendió a conocer un poco en dos años, sería mentir. Abdiel no tiene que ver con mi venganza, solo tuvo la mala suerte de ser débil y que yo viera mi camino más fácil para entrar a su familia por medio de él.—Extraño a mis papás, hace mucho no los veo —dejo el café a un lado para mirarlo. Deja su mano sobre la mía—. Sabes que ellos casi nunca vienen por su trabajo, y yo hice mi vida le
Capítulo 11; Oportunidad —Melania——Semanas después——¿Será que la vicepresidente me deja entrar a su respetable oficina?Quito la mirada del computador para mirar en la puerta a Aisel. Tiene una sonrisa.—Claro que puedes pasar —me levanto para saludarla—. ¿Vienes a ver si le di vida a la que era la oficina de tu novio?Se ríe. —Se mira mejor ahora, Mauro es muy simple en cuestión de decoración.—¿Y no es así de simple en la cama?—Es bueno.—¿Pero…?—A veces es muy agresivo, quiere intentar cosas que a mí no me gustan, que me lastiman y no me causan placer. Prefiero que sea más tierno en la cama, y no tan brusco.Cuánta diferencia entre las dos, a ella le gusta el sexo a lo tradicional, y yo disfruto de experimentar lo que sea.Me siento frente a ella. —¿Por qué no se lo dices? No tienes que hacer algo que no te gusta, es tu cuerpo y tu decides tus reglas. —No quiero que piense que soy una tonta.—Si lo piensa es un estúpido. No todas las chicas son iguales, y él debe entender eso
Capítulo 12; Odiosa —Mauro—Estaba con Aisel en mi oficina cuando nos avisaron que quisieron matar a mi padre y Melania le había salvado la vida, a ella no le importó nada y se atravesó para que le dieran el tiro.Pudieron matarla y le valió su vida por salvar la de un hombre que hasta el día de ayer la tenía como una mujer manipuladora.No quise entrar a verla, no me pareció conveniente, en cambio, Aisel sí entró a verla y ahora está con ella.Mi hermano puso el grito en el cielo al enterarse de lo que había pasado. Estoy en la sala de espera con mi padre. —¿Sabes quién intentó matarte, padre?—Si lo supiera no estaría aquí. Ya mis hombres están investigando. Tengo tantos enemigos que no me atrevo a señalar a alguno de ser culpable.—Estás bien gracias a Melania. Te ha salvado la vida.—No me cabe en la cabeza la locura que hizo, pudieron matarla por salvarme, aún sabiendo lo mal que la he tratado quiso salvarme —se pasa la mano por la nariz—. Desde el día de la cena la taché de ar