Ámbar llegó a casa con el corazón destrozado, sentía que no había nada que hacer... había perdido Samuel y eso la hacía sentir con un enorme vacío en el pecho... en el estómago, o quizás en ambos, la sensación de vértigo no se iba. Quería recueparlo, pero realmente no lo creía capaz y eso la entrustecia profundamente, porque no podía recordar cuando había sido la última vez que había estado tan enamorada... creo que nunca, o sea, sí, antes había amado pero, jamás con aquella intensidad...Ojalá, las cosas fuesen distintas para ambos...Ojalá, no fuese un amor prohibido...Ojalá, pudiese triunfar el amor...Ojalá, fuese cierta aquella frase de; "para el amor no hay impedimentos"*****************Anibal llegó a casa agotado, un largo día de trabajo, sumado a una cena con Melina, al entrar a casa le informaron que Ana estaba en su cuarto de oración, la verdad es que poco le importó, con cada día que pasaba, menos deseos tenía de volver a casa, menos deseos de batallar por aquel fallido
—¿Estás seguro de que es lo que quieres hacer?— Samuel sonrió, estaba seguro de que aquello era lo que necesitaba. —Si—asintió— eso me haría muy feliz, he querido hacerlo desde hace mucho. —Pero estás bien en tu congregación, todo marcha en orden. — no podía comprender lo repentina de aquella decisión. —Lo sé, su señoría, y no sabe lo agradecido que estoy, pero necesito hacer esto. —De acuerdo, padre Samuel, en ese caso déjame hacer los preparativos y todo estará listo pronto. ****************Ámbar entró a la oficina del jefe, aunque su ánimo estaba por el piso, debido a su relación amorosa, al menos se sentía muy feliz de poder disfrutar de su puesto fijo en aquellos empresa. —Bienvenida, señorita Hobbs, tome asiento. —Muchas gracias, señor. —Bueno, tal y como te indiqué, has pasado el periodo de prueba, he hablado con tus supervisores y están muy contentos con tu desempeño, es por ello que deseo ofrecerte un contrato fijo. —Estoy muy feliz con esa noticia, Señor Marshall,
Aquella mañana estaba resultando deprimente, no solo por la noticia de que Samuel se iría, sino que lidiar con sus padres era una actividad muy agotadora, no porque no los amara, sino porque sentia que por mas que se esforzara, eran ellos quienes no le amaban. —¿Les parece si vamos al cine está noche?, quizá podamos ver algo interesante, o cenar en un lindo restaurante. — preguntó con una linda sonrisa, en busca de animar la situación. —Oh, querida— su madre la miró con una sonrisa — eso no será posible, tu padre y yo, ya hemos hecho planes. ¿Cierto, cariño?—Si, claro. — respondió el hombre sin siquiera levantar la mirada de su celular. —Bueno, supongo que entonces puedo unirme a sus planes, seguramente nos divertiremos mucho. —Yo... no lo creo, hija — respondió la progenitora y ella presionó los dientes con fuerza ante el evidente rechazo— es un plan en... pareja. —¿Un plan en pareja?— preguntó enojada— se suponía que venían a visitarme, a pasar tiempo en familia, planes de fam
Anibal miró a su hijo en silencio, jamás esperó escuchar aquella palabras de su boca. —¿Escuché bien?, ¿has dicho enamorado?—Si— él desvió la vista por un instante— esto que siento me supera padre, es más fuerte que yo y no sé si está tan malo como debería. —¿Por qué debería ser malo amar?, ¿no viene de Dios el amor?—Si, pero es diferente, soy un hombre que tomó la decisión de consagrarse a Dios, no debería estar sintiendo estás cosas. —Samuel, hijo mío, siempre he dicho que tú madre no te dió grandes opciones cuando naciste, siempre tuvo la idea de que eras enviado para el servicio de Dios, te crió y educó para eso, desde niño nunca viste nada más, porque ella no dejó que lo hicieras. Por el contrario, cuando supe que al fin sería padre, no pude dejar de llorar, eras la respuesta a mis deseos, Samuel. Soñaba con verte crecer, con convertirte en un hombre bueno, soñaba con ver cuando te casaras, verte ser padre y una buena cabeza de hogar, me esforcé con la empresa para que tuvie
Ámbar pasó parte de la tarde preparando una comida deliciosa que ofrecerle a Samuel, estaba dando su mayor esfuerzo para que todo quedara muy rico, saber que aquello seria una comida de despedida le estrujaba el corazón, sabia que no debía presionarlo, la decisión para Samuel no era nada fácil y debía respetarlo. Si el escogía amarla, entonces ella juraría hacerlo feliz cada día que le quedará de vida, demostrarle un amor continuo que jamás le permitiese arrepentirse de abandonar sus votos, si por él contrario, Samuel decidía seguir ejerciendo su cargo eclesiástico, entonces aunque aquello le rompiera el corazón, debía respetarlo y alejarse de él, no servir de tropiezo para el cumplimiento de sus labores, se juro hacerlo así, aunque aquello le costase un trozo del corazón y buena parte de su cordura. Samuel, por el contrario estaba ansioso, claro que deseaba verla y despedirse, pero dudaba de poder contener el deseo que lo consumía y lo empujaba a unirse a ella, y quedarse fundido en
—Hola— Amy lo saludó abriéndole la puerta para que entrara. Desde que había muerto su esposa, Markus la visitaba siempre que tenía tiempo, Amy como siempre era un apoyo totalmente incondicional para él. —Hola, amor— entró y depositó un tierno beso en su frente. —¿Estás bien?— le preguntó preocupada. —Ahora lo estoy— Amy asintió con una sonrisa y lo abrazó con ternura, permitiéndole sentir su apoyo y cuánto lo amaba. —¿Quieres algo de comer?—No, ya he comido, solo necesito tu compañía — respondió sin soltarla. —Ven— lo tomó de la mano y lo llevó al sofá, dónde ambos se sentaron. —¿Está bien si me quito la chaqueta y la corbata?, hace calor. —Es aún mejor si yo te lo quito — los ojos de Markus se encendieron de deseo, hacia mucho, mucho tiempo desde la última vez que estuvieron juntos, Amy le había pedido respetar su espacio y eso es lo que había hecho, no habían ido más allá de los besos, pero ahora parecía que todo había cambiado... ¿Había llegado la hora al fin? Amy se sentó
Ámbar se esforzó con ayuda de Amy y Meli, a comprar todo lo necesario para la reunión de aquella noche, comida, bebidas, todo, aunque sería una reunión bastante íntima quería que todo fuese muy hermoso, sus amigas se fueron argumentando que debían prepararse para volver, cada una con sus respectivas parejas, aquello oprimió el corazón de Ámbar, estaba feliz por Melina, quien se veía más radiante y alegre desde que había comenzado su amorío con aquel hombre maduro, estaba feliz por Amy, quién ni cabía de la dicha ante todos los planes que tenía a futuro con Markus, si, estaba feliz, pero aquello no hacia mas que recordarle su infelicidad, su soledad y la ausencia de Samuel, a quien no dejaba de extrañar ni por un instante. Los primeros en llegar fueron Amy y Markus. —¡Estoy feliz de que estén aquí!— les dijo abrazándolos — adelante, los demás no deben tardar en llegar. —Veo que han pensado en todo— dijo Markus— huele muy bien aquí. —Todo lo necesario para pasar un buen rato— unos d
La vida sin Samuel era muy triste sobre todas las noches, se sumergía en un mar de recuerdos... recuerdos que hacían florecer su piel, que calentaban su alma y su cuerpo, pero más allá de la piel lo que extrañaba eran la hermosa profundidad de sus ojos, su verde mirada, su tímida sonrisa... lo extrañaba, realmente extrañaba mucho a Samuel y lo que más deseaba era que aquel tiempo en África le permitiera pensar, le permitirá recapacitar y sobre todo, le permitiera escoger lo que fuese mejor para los dos, lo amaba, lo amaba como nunca había amado a ningún otro hombre y estaba dispuesto a arriesgarlo todo por él... por él estaba dispuesta a enfrentar las críticas, los insultos, seguramente los señalamientos de las personas que no tardarían en decir que había corrompido a un hombre de Dios, pero nada de eso importaba, bien podrían hacer sus maletas e irse a cualquier parte del mundo donde pudiesen estar felices, donde nadie los conociera. En medio de aquella soledad agradecida poder con