Samuel durmió poco, después de pasar por casa de sus padres, y saludar a su madre, se enteró que Aníbal estaba de viaje, cenó con Ana y pese a sus insistencias decidió marcharse a la iglesia. La noche fue larga y aunque Ámbar le había marcado en un par de ocasiones, decidió que lo mejor era no responderle, aunque intentara batallar contra todo lo que estaba sucediendo no podía, así mismo como no podia evitar la culpa y el remordimiento. ¿Sería buena idea solicitar su retiro?¿Sería mejor solicitar que lo enviaran fuera de la ciudad?, ¿del país?Se sentía hipócrita, estando allí como representante de la divinidad de Dios, mientras lo consumían los deseos de su carne. Porque no podía mentirse, deseaba a Ámbar con cada fibra de su piel, y hubiese querido quedarse a su lado, abrazada a ella toda la noche, envuelto en la bruma que produce hacer el amor. Pero la llegada de su madre había sido una bofetada moral, un recordatorio de que él no podía comportarse de aquella manera y nuevamente
Samuel, la observó sintiendo su corazón acelerado. —¿Por qué has estado evitandome?— le preguntó al borde de las lágrimas — entiendo que necesitabas tiempo, pero ¿Cuánto?, me estoy ahogando en ansiedad y desespero. —Para ti todo es más fácil— le dijo con dolor— tengo el alma y el corazón divididos, estoy ahogando en la misma ansiedad, pero ansiedad de no saber que decisión tomar, de no saber qué hacer. —Te entiendo, Samuel. Entiendo que estás pasando por un momento muy duro, pero alejarte de mí no lo soluciona. —Pero me hace falta, estar cerca de ti no me deja pensar con claridad, me cubre la bruma de mis sentimientos y emociones, pero cuando nos alejamos de nuevo estoy sumergido en estos sentimientos de culpas que me consumen de a poco, no lo soporto Ámbar, no puedo— le dijo con voz ahogada. —Entonces... ¿Quieres que... no quieres volver a verme?— preguntó con los ojos produciendo lágrimas que bajaban por sus mejillas. —Es lo mejor, al menos por ahora— Ámbar dió un paso hacia é
Matteo, estacionó la moto frente al café, Ámbar aún con el corazón destrozado, no lo dudó, si Samuel no estaba dispuesto a amarla, necesitaba matar ese amor que sentía por él, ¿Y que mejor manera que hacerlo de la forma que el mismo recomendó?Quería que ella se enamorara de alguien más, pues bien. Quizás debía hacerlo. —Estás ardiente— le dijo recorriéndolo desde los pies a la cabeza. Cuando se encontró con sus ojos cargados de tristeza, le demandó saber— Ámbar, ¿estás bien?—Por supuesto que estoy bien— respondió y tomando el casco que él le tendió se lo colocó y subió a la moto.— vámonos, antes de que cambie de opinión. A Ámbar, nunca el sexo le había dejado un amargo sabor de boca como ahora, no es que Matteo fuese malo en ello, no es que su cuerpo no lo hubiese disfrutado, era sencillamente que su mente estaba lejos, muy lejos de aquella cama donde Matteo daba su mejor esfuerzo por complacerla, hubiese querido cumplir la palabra que le dió a Samuel, pero no pudo, tras un par de
Ámbar llegó a casa con el corazón destrozado, sentía que no había nada que hacer... había perdido Samuel y eso la hacía sentir con un enorme vacío en el pecho... en el estómago, o quizás en ambos, la sensación de vértigo no se iba. Quería recueparlo, pero realmente no lo creía capaz y eso la entrustecia profundamente, porque no podía recordar cuando había sido la última vez que había estado tan enamorada... creo que nunca, o sea, sí, antes había amado pero, jamás con aquella intensidad...Ojalá, las cosas fuesen distintas para ambos...Ojalá, no fuese un amor prohibido...Ojalá, pudiese triunfar el amor...Ojalá, fuese cierta aquella frase de; "para el amor no hay impedimentos"*****************Anibal llegó a casa agotado, un largo día de trabajo, sumado a una cena con Melina, al entrar a casa le informaron que Ana estaba en su cuarto de oración, la verdad es que poco le importó, con cada día que pasaba, menos deseos tenía de volver a casa, menos deseos de batallar por aquel fallido
—¿Estás seguro de que es lo que quieres hacer?— Samuel sonrió, estaba seguro de que aquello era lo que necesitaba. —Si—asintió— eso me haría muy feliz, he querido hacerlo desde hace mucho. —Pero estás bien en tu congregación, todo marcha en orden. — no podía comprender lo repentina de aquella decisión. —Lo sé, su señoría, y no sabe lo agradecido que estoy, pero necesito hacer esto. —De acuerdo, padre Samuel, en ese caso déjame hacer los preparativos y todo estará listo pronto. ****************Ámbar entró a la oficina del jefe, aunque su ánimo estaba por el piso, debido a su relación amorosa, al menos se sentía muy feliz de poder disfrutar de su puesto fijo en aquellos empresa. —Bienvenida, señorita Hobbs, tome asiento. —Muchas gracias, señor. —Bueno, tal y como te indiqué, has pasado el periodo de prueba, he hablado con tus supervisores y están muy contentos con tu desempeño, es por ello que deseo ofrecerte un contrato fijo. —Estoy muy feliz con esa noticia, Señor Marshall,
Aquella mañana estaba resultando deprimente, no solo por la noticia de que Samuel se iría, sino que lidiar con sus padres era una actividad muy agotadora, no porque no los amara, sino porque sentia que por mas que se esforzara, eran ellos quienes no le amaban. —¿Les parece si vamos al cine está noche?, quizá podamos ver algo interesante, o cenar en un lindo restaurante. — preguntó con una linda sonrisa, en busca de animar la situación. —Oh, querida— su madre la miró con una sonrisa — eso no será posible, tu padre y yo, ya hemos hecho planes. ¿Cierto, cariño?—Si, claro. — respondió el hombre sin siquiera levantar la mirada de su celular. —Bueno, supongo que entonces puedo unirme a sus planes, seguramente nos divertiremos mucho. —Yo... no lo creo, hija — respondió la progenitora y ella presionó los dientes con fuerza ante el evidente rechazo— es un plan en... pareja. —¿Un plan en pareja?— preguntó enojada— se suponía que venían a visitarme, a pasar tiempo en familia, planes de fam
Anibal miró a su hijo en silencio, jamás esperó escuchar aquella palabras de su boca. —¿Escuché bien?, ¿has dicho enamorado?—Si— él desvió la vista por un instante— esto que siento me supera padre, es más fuerte que yo y no sé si está tan malo como debería. —¿Por qué debería ser malo amar?, ¿no viene de Dios el amor?—Si, pero es diferente, soy un hombre que tomó la decisión de consagrarse a Dios, no debería estar sintiendo estás cosas. —Samuel, hijo mío, siempre he dicho que tú madre no te dió grandes opciones cuando naciste, siempre tuvo la idea de que eras enviado para el servicio de Dios, te crió y educó para eso, desde niño nunca viste nada más, porque ella no dejó que lo hicieras. Por el contrario, cuando supe que al fin sería padre, no pude dejar de llorar, eras la respuesta a mis deseos, Samuel. Soñaba con verte crecer, con convertirte en un hombre bueno, soñaba con ver cuando te casaras, verte ser padre y una buena cabeza de hogar, me esforcé con la empresa para que tuvie
Ámbar pasó parte de la tarde preparando una comida deliciosa que ofrecerle a Samuel, estaba dando su mayor esfuerzo para que todo quedara muy rico, saber que aquello seria una comida de despedida le estrujaba el corazón, sabia que no debía presionarlo, la decisión para Samuel no era nada fácil y debía respetarlo. Si el escogía amarla, entonces ella juraría hacerlo feliz cada día que le quedará de vida, demostrarle un amor continuo que jamás le permitiese arrepentirse de abandonar sus votos, si por él contrario, Samuel decidía seguir ejerciendo su cargo eclesiástico, entonces aunque aquello le rompiera el corazón, debía respetarlo y alejarse de él, no servir de tropiezo para el cumplimiento de sus labores, se juro hacerlo así, aunque aquello le costase un trozo del corazón y buena parte de su cordura. Samuel, por el contrario estaba ansioso, claro que deseaba verla y despedirse, pero dudaba de poder contener el deseo que lo consumía y lo empujaba a unirse a ella, y quedarse fundido en