Anibal estaba en su oficina, ansiando la hora de regresar al departamento de Melina. ¡La amaba, realmente lo hacía!, ¿ en qué momento había perdido la cabeza por ella?, no lo supo con exactitud pero ahora estaba plenamente consiente de que lo que más anhelaba era pasar el resto de sus días siendo feliz junto a ella. El teléfono timbró, devolviéndolo a la realidad, extendió una mano y lo tomó. —Dime, Lorena. —Señor Thompson, lamento interrumpir pero tiene una llamada de su esposa por la línea dos— frunció el entrecejo, suponía que todo había quedado claro, y que no responder sus llamadas era muestra clara de que no quería contacto entre ellos, Pero Ana parecía no comprenderlo. —Gracias Lorena, tomaré la llamada. —Si, señor— cortó la comunicación, para luego activar la llamada de la línea dos. —Ana, ¿sucede algo? —Suceden muchas cosas y aparentemente ninguna buena— dijo con voz triste. —¿Estás bien? —No... ¿podrías venir a casa?, necesito hablar contigo Anibal.
Ámbar observó su reflejo en el espejo, aunque se veía muy bonita, no podía evitar la enorme tristeza que reflejaban sus ojos, ¿cómo librarse de la sensación de que algo le faltaba?, se sentía incompleta... además de aquella sensación de mal presentimiento en su pecho. ¿Estaría Samuel bien?, ¿sería posible que algo grave estuviese sucediendo con él?, esperaba que no, porque de ser así no podria soportarlo. Recibió un mensaje de Matteo informándole que ya estaba en el bar. Hubiese querido negarse y ponerle una excusa pero mientras más pronto terminara aquello, mejor. Al menos podría ir en su nuevo auto, y regresar muy rápido, poniendo como excusa el trabajo. Arrojó el celular al bolso y se asustó cuando comenzó a timbrar, suspiró pesadamente al imaginarse que se trataba de Matteo, pero su sorpresa fue enorme cuando observó el nombre de él en la pantalla. —¡Samuel!— respondió a la llamada, rogando porque su mal presentimiento no se debiera a que él estaba mal, rogaba que aquella
¡ATENCIÓN, ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENA SENSIBLE, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN! ****************** Ámbar lo siguió, caminando torpemente en tres las personas que venian y se divertían... —¿A dónde vamos, Matteo?— preguntó sujetando su bolso contra su cuerpo. —¡Ya lo verás!— fue la respuesta que obtuvo, después de caminar por algunos minutos, se encontraron frente a una puerta, Matteo tomó la perilla con confianza y la abrió, atravesando el umbral y llevándola con él. Ámbar frunció el entrecejo al encontrarse en un callejón débilmente iluminado, era la parte trasera del bar... La confusión la golpeó, mientras Matteo seguía tirando de ella para llevarla allá, dónde la luz era aún más débil. —¡Detente Matteo!— le dijo, rehusandose a caminar y batallando por quedarse en donde estaba, pero Matteo era más grande, más fuerte y tiró de ella casi logrando arrastrarla. —¡Detente o comenzaré a gritar por ayuda!— le advirtió, Pero el se giró bruscamente hacia ella observándola casi co
Ámbar llegó a casa sintiéndose totalmente deshecha, durante todo el camino se obligó a mantenerse fuerte, de nada le serviría venirse abajo mientras manejaba, así que se obligó a mantener la calma al menos mientras llegaba a su hogar, en cuanto cruzó la el umbral de la puerta y estuvo dentro de su departamento sintió como su mundo se vino abajo, sentía el cuerpo dolorido tras aquel salvaje ataque, sentía el ego y la dignidad maltrechas también, además de eso la herida en el hombro que generó el mordisco que Matteo le había dado no dejaba de punzar recordándole constantemente que allí estaba. Soltó su bolsa y se dirigió directamente hacia el cuarto de baño, se quitó toda la ropa y la arrojó al cesto de basura; zapatos, vestido y ropa interior, no quería tener esas prendas en su casa y jamás volvería a utilizarlas, pues aquello le recordaría aquel momento de humillación. A pesar de lo sucedido al menos había logrado solucionar para que Matteo la dejara en paz, todo había sido una
—Amy, cariño por favor, no lo soporto más. — se quejó Markus, con ojos cargados de dolor. —Lo sé, también es duro para mi— le sonrió dulcemente para luego dejar un beso en su frente. — pero es un acuerdo y debemos respetarlo. —¿Cuánto más?, sabes que la quise y sabes que me duele la manera en la que se fue, pero no quiero seguir separados de ti. No quiero tener que irme a dormir a mi casa, ni siquiera es un hogar, es un lugar frío lleno de tristeza, de dolorosos recuerdos. —Comprendo cómo te sientes, pero entiende, solo un tiempo prudente, y luego tenemos una vida juntos, quizás hasta te aburras de dormir a mi lado— le dijo con burla. —¿Cómo podría, Amy?, sabes que te amo más que a nada... solo te necesito a ti para ser feliz, nada más. — le respondió con toda sinceridad, Amy sonrió y se inclinó para besarlo. *********************** Melina estaba nerviosa, su corazón se agitó ante el resultado... Embarazada, estaba embarazada de Aníbal... ¡Estaba embarazada!, se llevó una
—¿EMBARAZADA?—gimieron Ámbar y Amy al tiempo, con ojos enormes llenos de dicha. —¡Si, espero que estén felices, serán unas tías muy guapas!— dijo Melina con lágrimas en los ojos y es que últimamente estaba muy sensible y no paraba de llorar, suponía que eran las hormonas haciendo de las suyas —¡Estoy tan feliz!El trío de amigas se abrazaron y las felicitaciones nos hicieron esperar, aquella tarde de amigas se había convertido en una tarde de sorpresa y celebración pues aquella hermandad tendría un nuevo miembro y sin duda era motivo para festejo.Los días siguieron pasando con rapidez y Ámbar de a poco aprendió a sobrellevar lo que le había sucedido, por fortuna la tristeza que se había alojado en su pecho había dejado de torturarla y la herida del mordisco en su hombro había sanado casi del todo, Ámbar cada vez que la miraba sentía desprecio sin embargo, lo único que deseaba era que su alma sanara así tan rápido como lo hacía su cuerpo. Se observó en el espejo suspirando, aquel
Ámbar sintió que su corazón se detenía y la felicidad la inundaba, Samuel había solicitado su baja ministerial lo cual solo podía interpretarse como que él había la había escogido... ¡Él realmente la amaba!, sintió deseos de llorar y correr hacia él para abrazarlo sin embargo, Samuel se giró hacia ella y la miró fijamente antes de desviar nuevamente la mirada hacia la madre quién parecía estar en un estado de shock, sus ojos estaban muy abiertos y parecía que había dejado de respirar por un instante, su labio inferior temblaba y miraba a su hijo con extrema confusión. —¿Qué?, ¿la baja ministerial?, ¿de qué estás hablando hijo?... yo no no te entiendo. —Así como lo escuchas madre, he solicitado el permiso y la aprobación de mis superiores para abandonar mis hábitos. —¡Eso no puede ser, Samuel!— Ana saltó poniéndose de pie mientras hiperventilaba— no puedes estar hablando en serio, tú no puedes dejar tus hábitos, tú eres un escogido, eres un elegido, Tú naciste para ser sacerdote
Samuel respiró .tanta tranquilidad y alegría al sentir el pequeño cuerpo de Ámbar abrazado al suyo, sin, al fin había regresado a su lugar en el mundo, no queria estar en ningún otro lado, con nadie más, sus ojos se llenaron de lágrimas, estaba en el lugar al que siempre había pertenecido; Los brazos de Ámbar, era su lugar en el mundo, se sorprendió ante la fuerza con la que lo abrazaba y aún más ante la fuerza de su llanto, era como si ella no creyese realmente que él estaba allí. —¿Está todo bien, Ámbar?, por favor, no llores estoy aquí— le dijo, ella se separó un poco y elevó rostro para mirarlo, Samuel se vio reflejado en aquellos preciosos ojos color miel y sintió el deseo correr por su piel— ya estoy aquí— le dije acariciando su rostro— estoy aquí amor y no volveré a irme, lo prometo Ámbar, por ahora tenemos mucho de qué hablar. —Lo sé, puedo imaginar todo lo que tienes que decirme pero, no iniciaré ninguna conversación sin que al menos me hayas dado un beso— dijo con el lab