Después de nueve meses, Marina finalmente dio a luz.El parto ocurrió justo al comenzar la primavera, en marzo. Marina despertó, oliendo a desinfectante, con una ligera sensación de dolor en la parte baja del abdomen.El parto había sido largo y extenuante, un proceso natural que se extendió durante todo un día y una noche.—¿Ya despertaste? ¿Te duele algo? —preguntó Nicolás, quien había permanecido afuera de la sala de parto todo ese tiempo. Su rostro también reflejaba cansancio.Marina no sintió ningún tipo de emoción al verlo.—¿Dónde está mi hija? —Lo miró fijamente, y su voz, aunque suave, tenía un tono firme.—Seguro tienes hambre. Voy a pedir algo para ti —dijo Nicolás, pasándose la mano por la frente mientras marcaba un número en su celular.Cuando colgó, Marina insistió, con la inquietud creciendo cada vez más en su voz:—Nicolás, ¿no escuchaste lo que te pregunté? ¿Dónde está mi hija? ¡Nicolás, contesta!Lo miraba con total desconfianza y miedo. Temía que él pudiera hacerle a
—Marina, entrégame a la niña.Marina abrazó con fuerza a su pequeñita, visiblemente temblando.Permitir que le arrebataran a su bebé, que apenas tenía un mes, era como sentir que le arrancaban el alma de un solo golpe.—No.—Marina, será mejor que colabores. Si no, puedo sedarte hacerlo yo mismo.La amenaza de Nicolás la llenó de desesperación y abandono.Los labios de Marina temblaban ligeramente mientras observaba a su pequeña hija, que chupaba su pequeño pulgar con inocencia. Sus ojos se llenaron de lágrimas.En ese preciso momento, se sintió completamente impotente, mirando a su hija con un dolor profundo.Nicolás se inclinó hacia ella, fijando su mirada en la suya.—Te lo prometo, cuidaré de Yulia como se merece.Pero esas palabras no lograron calmar el profundo dolor que oprimía el pecho de Marina.—Entrégame a la niña.Con una calma inquietante, Nicolás comenzó a separar uno a uno los dedos de Marina. Ella, temiendo lastimar a su hija, no tuvo otra opción que soltarla.Nicolás e
Leticia estuvo a punto de correr detrás de ella para confirmar si realmente era Marina, pero al ver que Luna ya había salido, decidió esperar y no hacer nada por el momento.—Te dije que no hacía falta que vinieras a buscarme. ¿Dónde están Lidia y Augusto? —preguntó Luna, sonriendo.—Los niños están en el auto, esperando por ti. Hace meses que no te veía —respondió Leticia, claramente emocionada.Luna sentía un cariño especial por Leticia, quien incluso la había nombrado su ahijada hace más de dos años.—Siempre tan encantadora. Les traje regalos a los niños —comentó Luna, con dulzura.—¿Y a mí? ¿Por qué solo ellos reciben regalos? —preguntó Leticia, con un tono inquieto y una sonrisa traviesa.—No te preocupes, también tengo algo para ti.Rieron juntas y comenzaron a caminar con paso firme hacia la salida del aeropuerto.Hace cinco años, Luna y su esposo habían hablado con Armando. Aunque Leticia no pudo quedarse a vivir con la familia Herrera, lograron que tuviera acceso para visitar
—Entendido.—Tu llegada repentina al Grupo Zárate tal vez hará que los accionistas intenten dificultarte aún más las cosas.—Lo sé.Justo cuando Marina estaba a punto de colgar, Nicolás mencionó a Diego.—¿Sabías que en estos años Diego ha movido cielo y tierra buscándote por todas partes?Había sido Nicolás quien, de forma deliberada, la había enviado a una isla distante para asegurarse de que Diego jamás pudiera encontrarla.—Acabas de llegar, y seguro que él ya se enteró. Marina, si realmente quieres que Yulia crezca sana y salva, mejor no hagas nada impulsivo.Nicolás sonrió de manera ligera, y mirando a Yulia, que saltaba mientras bailaba, la llamó suavemente:—Yulia.Lo hizo a propósito para que Marina lo escuchara. Era una clara advertencia velada, en la que debía comportarse de la mejor manera.—¿Qué pasó? —Yulia, sin entender el por qué, dejó de bailar y corrió hacia él.Al escuchar la dulce voz de su hija, los ojos de Marina se aliviaron al instante.—No hace falta que me lo
—Esta mañana, el Grupo Zárate emitió un comunicado: Marina es la nueva presidenta —dijo Daniel, girando el iPad hacia Diego.—Mañana por la noche, la familia Zárate celebrará una gala en el Hotel Urbanía. Aquí tienes la invitación.—Déjala sobre la mesa y retírate —respondió Diego, intentando controlar su enojo. No estaba molesto con Marina, sino con él mismo....La familia Cabello también había recibido la invitación. Aunque por lo general no asistían a este tipo de eventos, siempre les enviaban la invitación como un gesto de cortesía de su parte.Luna, por su parte, sentía una extraña curiosidad por Marina, sobre todo porque conocía muy bien la historia de Nicolás y María.Nunca imaginó que, después de tanto tiempo, Nicolás dejaría atrás a María y se casaría con otra mujer.Aunque Marina le intrigaba, no sentía ganas de asistir a la gala.Leticia, sentada junto a Luna, también había notado la invitación de los Zárate y había leído curiosa las noticias sobre el Grupo Zárate esa mañan
Esta mañana, Macarena tomó el primer vuelo disponible hacia Estelaria.Al llegar, tomó un taxi directo a las oficinas del Grupo Zárate.Sin embargo, la seguridad la detuvo justo en la entrada, impidiéndole el paso.Con su furia contenida, Macarena decidió buscar ayuda en Leticia.Anoche, en plena madrugada, Leticia le había reenviado la noticia de que Marina había sido nombrada presidenta del Grupo Zárate.Al leer la noticia, Macarena sintió cómo la rabia la consumía por dentro.La brecha entre su vida pasada y su presente era realmente abismal.Antes, ella salía de casa como la hija de la familia Jurado, siempre mimada y rodeada de atención.Ahora, ni siquiera podía entrar a una simple tienda de lujo, pues ya no tenía dinero suficiente para comprarse algo.Miró nostálgica la habitación en la que vivía ahora, decorada de forma sencilla y modesta.La familia Jurado, que antes era una de las más influyentes de Marbesol, ahora estaba a años luz de eso, como una familia de tercera categorí
A las seis en punto de la tarde, Marina llegó al hotel.Era la primera vez en cinco años que se encontraba con Diego.Él, ahora con las sienes canosas, lucía más maduro y serio a sus treinta años. Sus rasgos, antes más relajados y atractivos, ahora se veían más marcados y firmes.Su mirada, como siempre, seguía transmitiendo una profunda ternura hacia Marina.Al verlo, Marina sintió que él había pasado por difíciles pruebas con el tiempo.Pensó en Nicolás, ese loco, y en su hija, que seguía bajo su control.Marina se recompuso, sonrió y lo saludó con la calidez de siempre, como si fuera un viejo amigo:—Gracias, Diego, por venir a esta fiesta. Pasa, por favor.Detrás de Diego, los demás invitados comenzaban a llegar, poco a poco.Él no quería incomodarla, por lo que, con un leve saludo de cabeza, entró al salón.Daniel, que acompañaba a Diego esa noche, le sonrió a Marina antes de seguirlo al interior del salón.Diana bajó del auto y caminó directo hacia ellos. Miró primero a Marina y
Los tres miembros principales de la familia Zárate hicieron su entrada triunfal.Todos al mismo tiempo se levantaron para felicitarlos, aunque no pudieron evitar preguntarse, con la mirada, por qué Nicolás no estaba presente.Damián subió al escenario, y tras unas breves palabras de cortesía, explicó la ausencia de su hijo:—Mi hijo tiene compromisos fuera del país, pero en realidad, su presencia esta noche no es lo más importante. Lo verdaderamente relevante es presentarles a la nueva integrante de la familia Zárate: mi queridísima nuera Marina.Marina, acompañada de Catalina, subió al escenario con una elegancia que causó una notable impresión.Diego la observaba ensimismado, fijándose en cada uno de sus movimientos.Marina tomó el micrófono, su rostro iluminado por una sonrisa confiada, y comenzó a hablar. Catalina, igualmente hábil en las relaciones sociales, la acompañó, elogiando a Marina de manera sutil y dejando bien claro, entre líneas, que todo había sido cuidadosamente orque