Luis revisó los documentos rápidamente, los firmó mientras los sostenía sobre sus piernas, que ahora estaban algo ajustados por los músculos algo desarrollados recientemente.Con desprecio, dijo:—Compra un par de pantalones de traje para mí cuando salgas.Marina sabía que su trabajo también incluía encargarse de la ropa de Luis. Recordó cómo antes lo había tratado, cuando trabajaba con Camilo, se ocupaba de toda su vestimenta por completo. Aún resonaba en su mente la incómoda conversación que habían tenido en esa mañana.—Te tomaré las medidas ahora mismo —respondió Marina.Le devolvió el cigarro a Luis tan pronto como pudo, tomó los documentos firmados y salió de la oficina para contactar al departamento correspondiente. Al regresar con una cinta métrica, Luis se mostró algo cooperativo. Estiró un poco los brazos para que asi pudiera tomar las medidas exactas y, como también necesitaba ropa nueva, Marina midió su pecho, cintura y el largo de sus brazos. Luego, se inclinó por un mo
Al escuchar a Luis llamándola, Marina pagó con su tarjeta y se acercó.—Marina, mi prima quiere comprar ropa para Diego. ¿Podrías ayudarla a elegir? —dijo Luis, dándose cuenta de su gran error enseguida—. Espera, tal vez Marina no pueda ayudarte mucho, ya que no se conocen del todo muy bien.Leticia, sonriendo, le respondió:—Luis, no te preocupes. La señorita Marina conoce a Diego. Gracias, Marina. No estoy segura de qué talla elegir.Marina afirmo y, en lugar de elegir el color o el tipo de ropa, solo sugirió una talla adecuada.—Puedes considerar esta talla, señorita Leticia.—Gracias.—De nada. Me voy ahora mismo.Luis se quedó para seguir acompañando a su prima, mientras Marina regresaba a casa en su auto. La ropa comprada sería enviada a la casa de Luis.Mientras conducía, Marina pensaba del todo en Diego. Había tomado sus medidas con exactitud y, tras el contacto cercano, conocía bien algunas de sus dimensiones.Con los labios apretados, encendió la música electrónica. Mientras
No había rastro alguno del hombre; seguramente ya se había ido. Marina devolvió el casco y la moto al joven, sonriendo.—Gracias.—¿Podemos hacernos muy buenos amigos? —preguntó el joven, algo tímido.Marina sonrió, y se subió al auto y, tras un gesto de despedida, se dirigió a casa.Diego entregó el casco a Daniel, encendió un cigarro y se acomodó en el asiento del auto con actitud algo relajada. Daniel, frustrado por completo al ver el brazo aún recuperándose de su jefe, aun se preguntaba por qué se había subido a una moto.Se encontraron con el auto de Marina en el camino y la siguieron hasta el Monte Altivo, sin percibir si quiera que ella también se subiría a una moto.Desde el auto, Diego observó detenidamente a Marina montar su moto, sujetando el cigarro entre sus dedos.—Jefe, la señorita Leticia lo busca —anunció Daniel, recordando la llamada reciente.Leticia había comprado ropa y estaba ansiosa por entregársela a Diego....Marina llegó a casa. Yolanda aún no había regresado
Luis tomó a Marina del mentón y la observó detenidamente desde distintos ángulos.Marina, un poco impaciente le dijo:—¿Puedes soltarme? Esto es acoso laboral.Luis la soltó de inmediato y comentó:—No me esperaba que fueras tan... obsesivamente irritable.Su exmarido la ignoraba por completo, y ella seguía insistiendo con la comida. ¿Qué más podía ser si no estaba obsesionada con el amor?Marina respiró muy hondo, sonrió con gran ironía y le entregó los documentos:—Sí, soy así. La reunión es a las nueve y media.Luis arrugo de inmediato el gesto:—¿Quién pone una reunión a esa hora? A esa hora, el cerebro todavía está en pausa.Marina se preguntaba cómo Luis podía ser presidente de la empresa. A veces, la suerte y el destino juegan un papel crucial.Luis maldijo, tomó los documentos que tenía en su poder y se fue rápidamente a trabajar.A la hora del almuerzo, Marina fue a la tienda de té de burbujas frente a TechNova y compró una bebida. Al salir, vio a Quiles junto a un auto negro.
Camilo abrió la puerta del auto, se acomodó en el asiento del conductor y escuchó la voz tan fría de su jefe desde el asiento trasero:—Llama a Luis. Quiero concertar una reunión con él.No importaba lo que pasara, Marina no podía seguir en Marbesol.Camilo pensó en Yadira y en el rostro de su hija.Cuando Luis recibió la llamada de Camilo, levantó una ceja, sorprendido.Era raro que Camilo lo invitara a discutir algo.—Dile a Camilo que esta noche a las siete me parece del todo bien para poder concretar así la cita —dijo Luis antes de colgar....Yolanda, al recibir la llamada de Marina, se apresuró tan pronto como pudo a ir al reservado del bar.Al entrar, vio una botella de licor vacía sobre la mesa.Solo una botella, no es para tanto.Como el licor no era tan fuerte, Marina parecía estar en sus cinco cabales.—Marina, ¿qué te pasa? —le preguntó Yolanda, dándole un ligero codazo—. ¿Estás bebiendo para olvidar la tristeza que te invade?Marina levantó repentinamente una ceja y sonrió
Luis: Si te despido por completo, Camilo promete un diez por ciento de las ganancias del nuevo proyecto.Marina, al leer el repentino mensaje, respondió con frialdad: Realmente valgo eso.Parecía que algo había ocurrido en lo absoluto para que Camilo quisiera que ella dejara Marbesol, aunque Marina no sabía qué era lo que realmente sucedía.Luis, tras leer la respuesta de Marina, miró a Camilo con una sonrisa irónica y dijo:—Lo pensaré y te daré una respuesta.Guardó el celular en el bolsillo, se levantó de inmediato y le dirigió una mirada a Camilo:—Marina ha tenido mala suerte al conocerte.Camilo, impaciente, no mostró ninguna reacción.Luis se rio con desprecio y salió del reservado.Una vez que Luis se fue, Camilo se levantó, tomó un vaso de la mesa y lo arrojó al suelo.Quiles entró y vio los fragmentos de cristal en el suelo.—Señor, la señorita Yadira ha llamado buscando alguna respuesta sobre usted.Camilo se masajeó la frente y respondió con gran frialdad:—Dile que no volv
Daniel no supo qué decir.—La señorita Leticia está afuera y quiere invitarlo tan pronto como pueda al festival de música —anunció.El festival, organizado por Marbesol y celebrado cada tres años, era un evento al que Leticia, que vivía en el extranjero, decidió asistir tras oír hablar al respecto sobre él.Yolanda y Marina también estaban en el festival, moviéndose entre sí en la multitud.—¡Marina, esto está mucho más animado que el bar! —gritó Yolanda.—Sí, está bastante animado —respondió Marina.—Además, habrá un espectáculo de fuegos artificiales al final —añadió Yolanda.Marina, al mirar a su alrededor, se detuvo en seco.Entre la multitud, Diego estaba con la llamativa Leticia, que intentaba colocarle una diadema en la cabeza mientras sonreía. Él giró la cabeza por un instante, impidiendo que ella se la pusiera.Leticia, riendo, le dijo a Diego:—¡Diego, ponte una tú también! Mira que otros jóvenes también la llevan puesta.Diego alzó una ceja y respondió:—No me la pongo y no
—Mira bien al hombre de la foto. Él fue quien, borracho, atropelló a Marina —dijo Camilo.Camilo no apartaba la mirada de Yadira, observando cómo su expresión cambiaba a sorpresa.—¿Tanta coincidencia? —preguntó curiosa ella.—¿Crees que fui yo quien lo mandó a atropellarla?Yadira lo miraba algo incrédula, mientras las lágrimas comenzaban a rodar.—¿Cómo puedes acusarme solo por una simple foto? ¡Ni siquiera lo conozco!Apretando los labios, se dio la vuelta para salir. —¿Por qué habría de hacerlo? ¿Qué gano yo con eso? Además, ya te divorciaste de ella, su presencia no me afecta —Justo antes de cruzar la puerta, conteniendo con tristeza el llanto, dijo.La puerta se cerró de golpe.Camilo se frotó las sienes, incapaz de comprender. ¿Por qué Yadira querría hacerle daño a Marina? Quizá alguien la había tendido una trampa con esa foto.Yadira salió apresurada del Grupo Jurado y se subió al auto.Su mirada se ensombreció al volver a ver la foto.No podía quedarse tan tranquila de brazos