Capítulo 82
Marina estaba medio cuerpo afuera de la barandilla, en una posición muy peligrosa.

Un sedán plateado se detuvo tan cerca del lugar y luego retrocedió unos metros adelante.

Diego observó fijamente a Marina desde el auto.

Apagó el cigarro, abrió asombrado la puerta y se le acercó.

—¿Piensas saltar? —preguntó.

Marina se giró de repente sorprendida al oír su voz y vio a Diego.

Tras un breve silencio, respondió:

—Señor Diego.

Diego la miró con su habitual frialdad y dijo:

—Señorita Marina.

—A esta hora de la noche, colgada de una barandilla, es peligroso siquiera pensarlo —comentó Diego con un tono relajado.

Marina, sorprendida, sonrió divertida y respondió:

—¿De verdad pensaste que iba a saltar? Para nada.

Se apoyó en la barandilla y se rio de manera despreocupada.

Diego contestó.

—Entonces, fue un malentendido. Lo siento mucho.

La ventana del auto se bajó y Leticia llamó desde adentro:

—Diego, se está haciendo tarde.

Ella observó a Marina con curiosidad.

Marina se volteó hacia Leticia,
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