Cuando llegaron al café, todos se sentaron alrededor de la mesa. Ramón no pudo evitar soltar la pregunta que le rondaba en su cabeza:—Enrique, ¿de verdad están vendiendo las acciones solo porque ya no quieren tenerlas? ¿La empresa está... realmente bien?Enrique dejó la taza, sonrió de manera suave y, con un tono tranquilo, respondió:—La empresa va de maravilla, como todos saben. Y en cuanto a problemas... hasta ahora, todo está en orden.Lo que dijo sonaba más que una pregunta a respuesta, pero en el fondo no dijo nada concreto.Cuanto más escuchaba Ramón, más incómodo se sentía. Miró a los otros accionistas y vio que todos tenían la misma expresión de duda.Enrique sabía perfectamente lo que estaba haciendo: quería que todos se sintieran inseguros, lo ideal era que todos definitivamente vendieran sus acciones....A las cuatro de la tarde, tal como se esperaba, Marina recibió la inesperada llamada de Mateo.—Marina, me enteré que Enrique y los demás ya vendieron sus acciones. Como
Estaban esperando ver a Marina arrepentirse, pero, claro, Marina no tenía idea alguna de que ya estaban celebrando por adelantado.A las ocho de la noche, en Estelaria, Marina recibió una llamada de Yolanda preguntándole cómo se sentía.Marina trató de sonar algo tranquila, como si nada pasara:—Yolanda, estoy bien, no te preocupes. Tú también cuídate mucho allá en Eldoria.—No te preocupes, Marina, me cuido.Miró directo hacia la cocina, donde Victor seguía preparando el desayuno. Aunque en Estelaria ya era noche, en Eldoria aún era muy temprano.Yolanda, bajando un poco la voz y con un tono algo cansado, comentó:—Por donde voy, siempre hay alguien siguiéndome. No puedo ni escapar si asi lo quisiera.Por suerte, su personalidad era bastante abierta, así que no se dejaba atrapar por la tristeza.Marina, frotándose suavemente la frente, respondió con un tono tranquilo:—Yolanda, sé que no conoces muy bien Eldoria, así que no te arriesgues. Cuando termine todo esto, me aseguraré de ir a
Fátima ya tenía algunas acciones en la empresa, pero si Victor le daba algunas más no sería problema alguno, se convertiría en la principal accionista. Sus ojos se humedecieron un poco al pensar en ese tema. Sabía que él estaba dispuesto a ponerle fin a lo que habían compartido.Con una sonrisa angustiada, le dijo:—No voy a aceptar las acciones. Sabes cómo soy después de todo lo que hemos pasado juntos. Te amo, pero también sé que tal vez no sientas lo mismo. Me entregué por completo a ti, pero si las cosas no salen como lo esperaba, al menos puedo decir que lo intenté.Su voz se inquietó por un momento, pero se recompuso de inmediato.Victor la dejó hablar, observándola en completo silencio hasta que se calmó.—Me alegra que lo veas de esa manera.Fátima en un abrir y cerrar de ojos, tratando de evitar que las lágrimas cayeran, soltó una sonrisa amarga.—De verdad no lo entiendo, Yolanda... ¿Qué tiene que ver ella con solo su cara para que te guste y te impresione tanto?Victor no ca
—Josefa, ¿por qué Yolanda no se va a casar con Victor? —preguntó Fátima, con un tono de voz llena de duda.Josefa, con tono decidido, respondió:—Fátima, no voy a dejar que Yolanda sea mi nuera.Los ojos de Fátima se humedecieronen el llanto y la desesperación un poco.Sabía lo que esas palabras significaban, le daban una pequeña esperanza, pero también sabía que él no la amaría.Suspiraba profundo, tratando de calmarse, y con un tono de voz suave dijo:—Josefa, sé que lo dices con buena intención, pero en el amor no se puede obligar a nada. Yo quiero que Victor encuentre a alguien que realmente lo haga feliz, aunque esa persona no sea yo. Por favor, no sigas interfiriendo entre ellos.Josefa lo negó, su mirada fija en Fátima, llena de determinación.—Fátima, ella es una joven maravillosa, pero Yolanda no es para nuestra familia. Ella es como una flor delicada, que necesita ser protegida. Es delicada y no encaja en este mundo a la perfección.Tomó la mano de Fátima con ternura y una pi
Él desabrochó el botón de su camisa y la miró a Yolanda con una mirada muy suave, casi provocativa. Su cara, naturalmente atractiva, ahora tenía una expresión algo provocadora.Yolanda levantó las flores que tenía en las manos, intentando en ese instante bloquear su mirada. Desde que llegaron a Eldoria, hacía tiempo que no estaban juntos de esa manera. Por un lado, Yolanda estaba molesta y no quería nada con él; por el otro, Víctor también sabía que necesitaba darle espacio para calmarse.Las rosas se aplastaron sin ningún tipo de cuidado bajo su mano. Yolanda, a punto de quejarse o reprocharle, se quedó en completo silencio cuando sus labios la interrumpieron. El beso fue directo, casi impredecible.Cuando finalmente la soltó, ella estaba algo agitada.—Vamos afuera —dijo él, cortando un poco la respiración.El rostro de Yolanda estaba completamente rojo, mientras él la rozaba con los labios en el cuello. Ella empujó su pecho, un poco irritada.—Vamos —insistió, con más determinación.
Al día siguiente por la mañana, el pronóstico anunciaba un día soleado.Marina se despertó temprano, se maquilló un poco para verse más despejada y, después, fue directo al supermercado a comprar lo necesario para cocinar. Cuando regresó, se arregló de inmediato. Sabía que, cuando Daniel llegara, irían juntos a la estación de policía a recoger a Diego.Cerca de las diez de la mañana, Diego salió de la comisaría, con el rostro marcado por el cansancio. Al verlo, Marina no pudo evitar sonreír, y él, al verla, le devolvió la sonrisa y caminó apresurado hacia ella.—Marina —dijo Diego, con voz suave, llena de ternura—, lo siento mucho, no quería que te preocuparas.Marina lo abrazó con fuerza, apoyando la cabeza con dulzura en su pecho. Diego le acarició el cabello con suavidad, susurrando:—No te preocupes, ya estoy bien.Marina aceptó, separándose un poco de él para mirarlo a los ojos.—Diego, ven a casa conmigo.Él entendió perfectamente lo que ella quería decir. Sus ojos mostraron en e
Por la tarde, a las 3:30, en la sala de prensa del Grupo Yulia. Marina subió al escenario con paso firme.—Buenas tardes a todos —dijo con una voz clara y segura—. Hoy les traigo un anuncio muy importante para el Grupo Yulia: lanzamos una campaña de intercambio de productos usados. Esto no solo es un agradecimiento a nuestros clientes, sino también una medida para garantizar su completa seguridad y bienestar.Marina continuó con confianza:—Desde que asumí la dirección de la empresa, he estado investigando nuestros productos a fondo. Y en las últimas investigaciones, descubrimos que algunos de los productos distribuidos por Nexora Solutions tienen fallos graves de calidad.Los periodistas presentes se miraron sorprendidos.—Estos productos no solo han afectado nuestra reputación, sino que además han puesto en peligro la seguridad de nuestros consumidores. Por eso, hemos demandado a Nexora Solutions ante las autoridades correspondientes.—Quiero asegurarles que vamos a colaborar al 100%
El fuego se descontroló de forma descontrolada, las llamas arrasaron toda la habitación en un abrir y cerrar de ojos. El sonido de las sirenas de los bomberos llenó de inmediato la calle, y todos en el vecindario sabían que una casa estaba ardiendo....Después de la rueda de prensa, Marina le pidió a Fernando que avisara a los directivos para convocar una reunión urgente. Miró de reojo el reloj: ya eran las seis y media. Decidió en ese momento salir de la sala de conferencias.Fernando la acompañó hasta la planta baja.Antes de que se subiera al auto, le dijo:—Fernando, ¿sabes cuál es la forma más rápida de hundir las ventas de una empresa? Que uno de nuestros productos cause una tragedia.Todo lo que estaba pasando podría verse como una mala señal, pero también podría convertirse en una gran oportunidad. De la muerte, a la vida.Fernando entendió con claridad lo que quería decir.—El departamento de relaciones públicas ya está listo. En cuanto se levante el rumor, ellos se encargará