—¿Qué está pasando? ¿Por qué están aquí discutiendo?En cuanto apareció Julio, Marina giró instintiva la cabeza para mirarlo y reconoció de inmediato su rostro, el mismo que en alguna ocasión le había entregado comida a domicilio.Macarena, furiosa, señaló a Marina con el dedo:—Señor Julio, llegaste justo a tiempo. Haznos un favor a la familia Jurado y haz que se larguen de aquí ahora mismo, del Club de los Sueños. ¡Mira cómo me dejó, me tiró todo el jugo encima!Julio le echó un ligero vistazo a Macarena:—Estás bastante mal, la verdad. Pero todas las mujeres que vienen al Club de los Sueños son nuestras invitadas de honor. Señorita Macarena, ¿qué te parece si ahora tú le haces un favor a la familia Santamaría y dejas de armar escándalo? ¿Cómo lo ves?"Me pides que le dé la cara a la familia Jurado, entonces tú también dásela a la familia Santamaría."Macarena no esperaba escuchar esas palabras precisamente de Julio y lo miró con furia:—¡Tú!Yolanda no pudo evitar soltar una carcaja
Yolanda contestó, diciendo:—Es cierto, ya tienes esta edad, pero aún sigues sin aprender.Esas palabras fueron increíblemente insultantes.El rostro de Macarena se tornó de un color indefinido, mientras algunas miradas curiosas comenzaban a caer poco a poco sobre ella.—Marina, tú no eres más que una simple mujer que mi hermano abandonó. ¿Qué tanto te crees? Antes te desvivías enormemente por agradarle a mi hermano, por complacer a nuestra familia, los Jurado. Incluso aprendiste a dar masajes y a cocinar solo para quedar bien con nosotros. Eras realmente patética.Al escuchar esas palabras, Marina esbozó una leve sonrisa. En efecto, en su momento había aprendido esas cosas por agradar Camilo.Sin embargo, Marina respondió con una sonrisa forzada:—En ese entonces no era muy buena aprendiendo. Solo los usé a ustedes para practicar, nada más.Lo que había aprendido seguía siendo parte de sus grandes habilidades. No había nada de qué avergonzarse.Macarena se quedó en completo silencio.
Diego desabrochó los primeros botones de su camisa. Se humedeció un poco los labios. Abrió WhatsApp y le escribió un breve mensaje a Marina: —¿Tú le metes el dinero a otros hombres en sus calzoncillos? Guardó el celular, y con una expresión indiferente, le habló: —Hoy me la llevo. Estas palabras iban dirigidas directamente al grupo que estaba frente a él. En este lugar, si alguien de afuera entraba, era raro que lograra salir. Los que intentaban escapar de allí casi siempre terminaban como alimento para los cocodrilos. El hombre que controlaba esa zona miró indiferente a Diego: —Entréguenle de inmediato a la mujer. Una mujer fue empujada hacia Diego, con marcas visibles de golpes en su piel. Diego dio un suave paso hacia un lado, sin intención de recibirla. La mujer cayó estrepitosamente al suelo, mordiéndose los labios, sin derramar una lágrima. Por fin iba a poder salir de ese cruel infierno. Daniel apenas esbozó una mueca y se acercó para levantarla en su
Camilo ordenó a los guardaespaldas que trajeran de vuelta a Macarena, y con una siniestra mirada la fulminó:—Maca.La intensidad en los ojos de Camilo logró calmar a Macarena.Marina, a través de los guardaespaldas, encontró la mirada de Camilo y, sin dudarlo un segundo, dijo:—Señor Camilo, sinceramente espero que cuando los de la familia Jurado se crucen conmigo, finjan mejor no conocerme, ¿de acuerdo? Desde ahora, felicito por adelantado al señor Camilo y a la señorita Yadira por su boda. Yolanda, vámonos.La rabia contenida durante toda la noche estalló en Macarena, quien miró a Camilo con furia:—¿Hermano, vas a dejar que se vaya de esa manera? ¡Marina te golpeó!Julio arqueó con asombro una ceja al observar la expresión de Camilo."El señor Camilo fue golpeado por la señorita Marina. Esto sí que es una gran noticia", pensó con una sonrisa cínica.Yolanda se giró furiosa hacia Macarena, fulminándola al instante con la mirada:—¡Tú me pegaste hace un momento! No te lo perdonaré. ¿
Yolanda estaba recostada en la suave cama, enviándole un breve mensaje a Diego para quejarse de que ella misma se había dado un golpe.Después de quejarse, Yolanda comenzó a presumir.—¡La cama de Marina es tan suave! —escribió alegremente, enviando un efusivo el mensaje.Diego, algo confundido, respondió:—¿Qué?Yolanda, llena de satisfacción, escribió rápidamente:—¡Espera! Además, voy a dormir abrazada a Marina.Diego solo pensaba definitivamente en lo infantil que era Yolanda, aunque él nunca había dormido en la cama de Nina.Con lentitud, le contestó:—Mándame una foto de Nina durmiendo y así te perdonaré por haber ido al desfile sin mí.Yolanda, al leer ese descarado mensaje, levantó instintiva la vista hacia Marina.—Marina, ¡Diego quiere que te tome una foto mientras duermes!Marina, aún molesta por lo que había pasado en el baño, respondió al instante con frialdad:—¿Está loco o qué? Pásame ahora mismo tu teléfono. —Marina le arrebató con fuerza el teléfono a Yolanda y envió u
Camilo no podía creer que Macarena siguiera siendo tan estupia.Marianela, muy molesta, le dijo:—¿Para qué fuiste a buscar a Marina? No puedes evitar disculparte, pero es a Yolanda a quien debes pedirle perdón realmente, no a Marina.Yolanda era la tercera esposa de Armando Herrera y, además, prima lejana de Diego. Sólo de pensar en todo esto, a Marianela le daba dolor de cabeza.¿Por qué no se quedaban tranquilamente en Estelaria? ¿Qué tenían que venir a hacer aquí?Noemí se frotó por un instante la frente, agotada:—Milo, si Maca no quiere comportarse, mándala por fuera del país.Noemí también adoraba a Macarena, pero sentía que le faltaba mucha madurez. Creía que enviarla al extranjero podría ayudarla a crecer en todos los ámbitos.Macarena, sin embargo, solo pensaba que su abuela definitivamente ya no la quería:—Abuela, ¿cómo puedes querer más a una extraña como Marina que a mí, tu propia nieta?—¡Basta! Si no vas a disculparte, esta misma noche te mando fuera del país. —Camilo h
Esa noche, Marina fue a la fiesta de cumpleaños de Teresa Vásquez, quien celebraba su décimo octavo cumpleaños, sin llevar ningún regalo.—Comprar un regalo para Teresa sería un gran desperdicio, mejor me guardo el dinero para mí —dijo Marina.Cuando llegó, Teresa ya estaba atendiendo a sus compañeros. Mafalda, al verla sin un presente, arrugo un poco el ceño:—Es el cumpleaños de tu hermana, ¿cómo es posible que no le compraste ni un regalo? ¿Y qué clase de ropa traes hoy?Marina llevaba una simple camiseta con un estampado de calaveras negras, pantalones muy cómodos y una larga cabellera suelta hasta la cintura. Aunque tenía una figura esbelta y su atuendo era muy enérgico, no era del todo apropiado para la gran ocasión.Con una sonrisa ligera, Marina respondió:—Se me olvidó comprarle un regalo, mamá. ¿Por qué no preparas uno por mí? Igual Teresa ni se va a enterar de que no lo traje yo.Mafalda, mientras saludaba atenta a los invitados, con una enorme sonrisa en el rostro, bajó un
Quien escuchó esa conversación, entendió algo.Mientras Marina comía un bocadillo, notó que varias personas la miraban de manera extraña. Marina soltó una sarcástica carcajada y dejó el bocadillo a un lado. Esperó con paciencia a que Teresa terminara de cortar el pastel, luego le entregó el regalo que Mafalda había preparado para ella y en ese instante se marchó de la casa de la familia Vásquez. De ahora en adelante, a menos que Mafalda enfermara gravemente, Marina no tenía intención alguna de volver a pisar la casa de los Vásquez.Teresa observó con detenimiento la figura de Marina mientras esta se alejaba. Sacó su teléfono y escribió un mensaje:—Señorita Macarena, todo listo....A Marina la despertó el timbre temprano en la mañana. Al abrir la puerta, se encontró justo con César. Aunque el malhumor por haber sido despertada seguía latente, no pudo enojarse al verlo. César, apoyado en sus muletas, observó con muy atento el estado de ánimo de Marina, quien no parecía estar enferma