El día de la boda de Yolanda y Lorenzo, la ceremonia tenía una decoración sencilla pero bastante acogedora, y amigos y familiares se reunieron para celebrar el enlace de los novios.Diego, empujando con cuidado la silla de ruedas de Marina, también llegó puntual al evento.Cuando los asistentes vieron a Diego y Marina juntos, no pudieron evitar sorprenderse. ¿No se habían divorciado ya? ¿Por qué aparecían ahora juntos casualmente en una boda?Diego, elegante como siempre, llevaba un traje negro que le ajustaba perfecto. Movía la silla de ruedas de Marina con suavidad y mucha atención.Marina, por su parte, lucía un hermoso vestido largo, el cabello suelto y una sonrisa suave y delicada que acentuaba su elegancia.Enrique, que también había asistido a la boda, no pudo evitar cambiar su expresión al ver a Diego llegar con Marina. En su mente, los pensamientos corrían a toda velocidad, preguntándose si esto afectaría en algo sus planes. Tendría que hablar urgente con Mateo y los demás des
Al otro lado del celular, la voz dijo:—La boda acaba de comenzar, ya tenemos todo listo.Victor entrecerró los ojos en ese momento, y una sombra fugaz cruzó su mirada.—Perfecto. Sigue minuciosamente con el plan. No quiero que nada salga mal.El niño, obediente, se sentó tranquilo a un lado, observando a Victor con atención.Victor colgó de inmediato la llamada y miró al niño, suavizando su expresión.—Hijo, ¿sabes lo que tienes que hacer cuando veas a mamá? ¿Verdad?El niño lo confirmó con fuerza, sonriendo.—Sí, papá, lo sé.Victor esbozó una sonrisa satisfecha, orgulloso de lo listo que era el hermoso niño.El auto llegó justo al lugar de la boda de Yolanda y Lorenzo.Victor abrió la puerta y esperó a que el niño también bajara. Padre e hijo, tranquilos tomados de la mano, caminaron juntos hacia la ceremonia.Victor llevaba un elegante traje negro, y el niño llevaba uno igualito, pequeño y muy bien pulido. Se veían como una versión a escala de la misma persona....Mientras tanto,
Emilio miraba con furia a las tres personas que se encontraban presentes en el escenario. Al principio pensó que ese matrimonio sería algo bueno, pero ahora todo se había convertido en una tremenda vergüenza.Yolanda tan pronto se dio cuenta de que Victor había traído a un niño para hacer alboroto en la boda.Suspiró profundamente, intentando mantenerse tranquila, y dijo:—Este niño no es mío, señor, por favor, no arruine mi boda.Victor la miró con una sonrisa irónica:—Yolanda, Ángel es el bebé que tú misma tuviste después de diez meses de embarazo. ¿De verdad no te das cuenta de que lo que estás diciendo le va a hacer mucho daño al niño?Yolanda, ya conteniendo al máximo el enojo, respondió:—Victor, ¿puedes dejar de inventar historias?El niño levantó la cabeza, con los ojos rojos de llorar, y miró a Yolanda:—Mamá, ¿de verdad no me quieres?A Yolanda se le dolía la cabeza de lo nerviosa que estaba.Ni siquiera sabía cómo explicar la situación, porque seguro todos ahí pensaban que
Él sabía exactamente lo que a Yolanda le gustaba. Sus movimientos no eran fingidos, todo fluía con total naturalidad. Yolanda no se daba cuenta de la pequeña estrategia de seducción que Victor estaba empleando.Su rostro seguía sonriendo suavemente, pero sus ojos... esos ojos estaban llenos de oscuridad:—Yolanda, a mí no me importa con quién te cases. ¿De verdad prefieres casarte con este mujeriego para intentar olvidarme? Eres cruel.Se sentó en el sofá, mostrando una mirada profunda y penetrante.Yolanda, al ver esa mirada tan oscura, sintió un ligero nerviosismo, pero no lo dejó ver.Con calma, respondió:—Victor, no me importa lo que pienses. Esto es lo que yo elegí. Tengo derecho a decidir con quién quiero estar.Victor se levantó, cerró los ojos y se acercó directo a ella.Yolanda dio un paso atrás, pero la atrapó de la cintura, impidiéndole retroceder ni un solo paso.Su sonrisa seguía siendo suave y delicada, pero sus palabras eran enormes dardos.—Yolanda, no digas cosas que
Victor, con Yolanda en brazos, caminaba rápido directo hacia la salida.Los guardaespaldas de Diego se pusieron inmediatamente frente a los guardaespaldas de Victor.Victor los miró a Diego y Marina, todavía abrazando a Yolanda, y les soltó, con un tono muy penetrante:—¿Me van a detener o que?Marina, tranquila, respondió:—Si Yolanda quiere irse contigo, no te vamos a detener.Victor soltó un repentino gesto, claramente molesto:—No me vengan con cuentos. Ella ya decidió casarse con otra persona. Lo que haya entre nosotros no se resuelve con un par de palabras.Nadie cedió ni por un momento.Victor se inclinó directo hacia Yolanda, acercó su rostro a su oído y, en un susurro muy bajo, le dijo:—Yolanda, si no vienes conmigo a Eldoria, yo tampoco me marcharé. Me quedo aquí contigo.Yolanda lo miró, claramente desconcertada:—¿No ibas a buscar a Fátima?Victor le sonrió de medio lado:—Si no vas, yo tampoco iré.Yolanda sabía exactamente lo que estaba haciendo. Victor jugaba con su sent
—Sigue investigando al asistente de compras, averigua adónde se fue. Y mientras tanto, consigue más información sobre Nexora Solutions. Necesitamos saber si esta empresa tiene algo que ver con Mateo o con los demás —ordenó de inmediato Marina.Ricardo obedeció. Marina había pensado en reunirse con Enrique y los otros para hablar sobre la compra de acciones, pero decidió esperar un poco más.Se lo contó a Diego, quien estuvo de acuerdo.Ricardo, algo desanimado, observaba cómo se llevaban tan bien Marina y Diego. Miró hacia abajo, recogió su computadora y salió apresurado.Una vez que se marchó, Diego, con un cuchillo en la mano, comenzó a pelar una manzana para Marina.Marina, sentada en el sofá, no podía dejar de mirarlo mientras él pelaba la fruta.—Diego, tu cabello ya está bastante largo... ¿te ayudo a hacerte unos moñitos? —le dijo con una sonrisa bastante traviesa.Diego, imaginando cómo se vería con unos moñitos, negó de manera rápida el favor.—No, gracias.Marina levantó una c
En ese preciso momento, Margarita acababa de enviar el mensaje a Marina. Estaba mirando la pantalla un poco distraída mientras recogía sus cosas del escritorio. Ella y Verónica ya habían decidido marcharse. Mañana sería su último día en la empresa. Esa noche se había quedado trabajando hasta tarde para dejar todo organizado.Los rumores recientes las habían convertido en el blanco de chismes y burlas. Después de pensarlo muy bien, Margarita decidió que lo mejor sería marcharse. Si se quedaba en ese lugar, no solo no tendría espacio para crecer, sino que los rumores la terminarían aplastando por completo.—¿De verdad te vas, Margarita? —dijo un compañero al verla recoger sus cosas.—Con el tiempo, la gente dejará de hablar de ese tema.—Le agradezco, pero ya tomé mi decisión —respondió Margarita con una ligera sonrisa.Sí, con el tiempo los rumores podrían parar, pero su puesto ya no le ofrecía posibilidad alguna de ascender. No quería quedarse toda su vida trabajando como ingeniera de
Después de salir de la estación de policía, Marina y Diego se dirigieron directo a las calles donde se había grabado el video del abuelo de Margarita.Recorrieron varias tiendas cercanas, preguntando a los dueños si habían visto a la niña.Diego y su equipo se dividieron para hacer preguntas por separado.—Disculpe, ¿vio ayer a esta niña que aparece en el video? —preguntó ansioso Diego, mostrando la foto en su celular.—No, no la vi —respondió el dueño de la tienda, negándolo. —Le agradezco entonces.Diego empujó la silla de ruedas de Marina y continuaron directo hacia la siguiente tienda.Siguieron preguntando en varias tiendas sin obtener mucho al respecto, hasta que finalmente, en un pequeño restaurante, alguien les dio una pista muy crucial.Aunque no había clientes en ese momento, la dueña del restaurante, en un tono de voz baja, les dijo:—Ese hombre y la niña llegaron ayer a comer pastas. La niña parecía tener mucha hambre, comió directamente con las manos.Al principio no le d