Capítulo 499
—Puedo caminar sola, son solo unos cuantos escalones —dijo Marina al ver que Diego intentaba cargarla para subir las escaleras. No pudo evitar añadir—. Diego, mira hay gente observando.

Diego echó un ligero vistazo alrededor, y al ver que las personas empezaban a desviar la mirada, respondió con tranquilidad:

—Ya no hay nadie mirando.

Y justo cuando terminó de decir eso, la levantó con cuidado y la llevó hacia la floristería.

Una vez adentro, Diego la dejó suavemente, pero sin soltarla de la cintura, por si acaso se caía.

El aire estaba lleno del dulce aroma de las flores. Marina eligió un hermoso ramo de crisantemos blancos, y la dueña de la tienda lo empaquetó con gran esmero antes de entregárselo.

Esa tarde, irían al cementerio a rendirle homenaje a Eduardo.

Al regresar al hospital, Marina vio a Fernando esperando en el pasillo. Le dio un fuerte nudo en el estómago. Sabía que algo pasaba en la empresa, o Fernando no habría venido él mismo.

Fernando los siguió cauteloso hasta la habi
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