Capítulo 118
Diego percibió el sutil aroma del perfume de Marina.

Abrió atento la puerta del auto y le ayudó a subir al asiento del copiloto, sujetándole suavemente la nuca para darle un ligero beso.

Tras unos segundos, la soltó y cerró la puerta.

Marina se humedeció un poco los labios y, de lado, se abrochó el cinturón.

Diego se acomodó al volante.

Durante el trayecto, ella revisaba distraída su celular en busca de restaurantes.

Diego, al volante, la elogió en un tono coqueto por su atención a los detalles.

—Es solo información de internet —replicó ella, divertida.

Diego sonrió de manera rápida.

Había pedido a Daniel que buscara un buen restaurante cercano y, tras media hora de viaje, llegaron.

Optaron por una mesa junto a la ventana en vez de un reservado.

Marina, con ganas de algo picante, pidió casi todo muy condimentado.

Mientras esperaban, el camarero le sirvió la bebida de coco que había ordenado. Apoyando la barbilla en una mano y mordiendo el pitillo, dio un par de cucharadas antes
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