—¿Pero que hace esa maldita mujer aquí? — cuestionó Antonella Bennett al mirar a Katherine Holmes, la arruinada ex esposa de su millonario hijo, caminar sobre la alfombra roja de la pasarela Divane, y atravesándole el paso, no le permitió continuar al interior.Emily Gibson no podía creer que estuviese viendo a aquella miserable mujer allí mismo, en donde solo la alta sociedad estaba codeándose.—¡¿Cómo te atreves a presentarte aquí cuando no eres más que una pordiosera?! — cuestionó Emily realmente furiosa, intentando tomar del brazo a Katherine para obligarla a marcharse, sin embargo, la fuerte mano de Henry le impidió tocarla.Henry, también se hallaba genuinamente sorprendido de mirar a su exesposa allí, aunque, recordando el incidente en el aeropuerto y con el gobernador, aquello no era tan descabellado. ¿Con quién se había casado Katherine para tener semejante influencia?, no pudo evitar cuestionarse.—Basta, Emily, es suficiente. — dijo Henry tajante.Emily resopló furiosa, y l
—Gracias a todos por acompañarnos esta noche, mi nombre es Katherine Holmes, y yo soy la diseñadora detrás de Katherine Divane. —Emily sintió como si algo se le hubiera atravesado en medio de la garganta, oprimiendo también su pecho. Su respiración se volvió dificultosa y la rabia que sentía hacia latir su corazón tan fuerte, que apenas podía disimularlo.¿Cómo era posible aquello? Se cuestionó a sí misma. Katherine, la pobre y miserable Katherine Holmes, no podía ser la afamada diseñadora a la que tanto admiraba. Mirando el vestido que llevaba puesto, y que había presumido con tanto alarde, se sintió asqueada al entender que estaba usando una prenda diseñada por una simple pordiosera.—Esto no puede ser posible. — dijo Antonella Bennett desde su asiento, mientras apretaba entre sus manos aquel costoso bolso de Divane del cual había hecho alarde los últimos meses con sus amigas en sociedad.Sintiendo rabia al comprender que aquel bolso había sido diseñado por la inmunda Katherine Hol
Katherine, miraba los ojos azul zafiro de su exesposo, quien parecía divertirse a costa suya. ¿Qué era lo que Henry Bennett estaba pensando?, ¿Por qué simplemente no se enfurecía de su éxito como si lo habían hecho su madre y Sofía?— Pareces muy relajado bailando con quien te prometió que te arrepentirías un día. — dijo Katherine con seriedad, mientras el second waltz estaba sonando.Tomando con firmeza a su exesposa por la cintura, Henry dibujó en su rostro una sonrisa ladina.— Puedes prometerme el infierno, si así lo deseas, pero eso no cambiará nada de lo que una vez sentiste por mí. — respondió Henry.Katherine apenas podía creer el cinismo mostrado por su exmarido; Henry Bennett siempre había sido de cierto modo muy arrogante porque así se lo permitía su muy acomodada posición…pero ahora, aquel rasgo que alguna vez había amado de él, lograba enfurecerla.— No soy la misma mujer a la que permitiste que humillaran aquel día, puedo y tengo el poder para destruirte, así que será me
Aquella melodía se había por fin terminado, y Henry, vio como Katherine escapaba de él, cómo se le había escapado de sus manos hacía ya siete años atrás. La hermosa rubia se había alejado para reunirse de nuevo con aquel hombre que lo miraba a cambio desafiante. El magnate de cabellos castaños le sostuvo la mirada a Jackson Williams de vuelta, y tomando una copa de champagne de uno de los meseros, hizo un brindis hacia el hombre.No podía evitarlo, Henry lo supo, pero la rabia que sentía en ese momento, le quemaba el estómago y la garganta…pero no haría una escena. No todavía. Jackson, tomaba a Katherine de la cintura y caminaba junto a ella para saludar a algunas otras personas; aquella mujer, su ex esposa, ni siquiera lo había mirado una vez que el second waltz había terminado, y se sentía herido por ello. Dando un sorbo a su elegante copa de cristal, el apuesto magnate quiso que aquella fría indiferencia de Katherine no le afectara…pero lo hacía irremediablemente.—No puedo creer e
Jackson, había dejado a Katherine en su casa, sin embargo, la hermosa rubia se había encontrado con algo inesperado. Aquello era un desastre. Meditó Katherine al mirar la tubería expuesta en el baño de sus hijos.—Tenemos que buscar un lugar en donde permanecer mientras tanto, pues el plomero y el señor que maneja este edificio, me aseguraron que podrían tardar por lo menos cuatro semanas en terminar los trabajos y dejar todo como antes. — decía María con seriedad.Katherine se apretó con las yemas de sus dedos el puente de la nariz. Aquel era un problema serio con el que se había encontrado apenas llegando de su lujosa fiesta de presentación, y no tenía humor para lidiar con ello después de soportar a Henry Russel todo el rato. Ya había hablado con el dueño del edificio, y no tenían ningún otro departamento libre, ni siquiera los más económicos.—Bien…esto, es un desastre, pero Gabriel y Emma aseguran no saber nada, ¿No es así? — dijo Katherine dando una mirada de soslayo a sus travi
Aquella mañana, John Bennett esperaba su café en una popular cafetería de la ciudad. Su hermano nuevamente le había pedido una tarea difícil de hacer; pedirle que busque información sobre los dos niños de su exesposa, era un tanto…demasiado. Henry estaba obsesionado con esa mujer, y aunque no lo culpaba, le parecía algo trágico y fuera de lugar aquella obsesión que su hermano mayor tenía hacia la misma mujer que no dudo en desechar. —Quiero un café cappuccino y un pastel de zanahoria chico. — dijo Katherine Holmes detrás de él, y John reconoció aquella voz de inmediato.—Katherine Holmes…podría decir que es una sorpresa encontrarte aquí, pero te vi en las noticias, felicidades por tu nuevo éxito. ¿Qué trae de regreso a esta ciudad de mierda? — cuestionó John volteando a ver a la hermosa rubia.Katherine se sorprendió un poco al mirar a su excuñado allí mismo, en la misma cafetería, pero mantuvo su porte sereno e inexpresivo.—John Bennett, la llamada oveja negra de su poderosa famili
En aquella elegante mansión, Emily Gibson continuaba murmurando por lo bajo, mientras guardaba en una bolsa plástica los restos de su colección Divane que había roto ella misma. Tenía que hacerlo ella, de lo contrario si lo hacia una de las sirvientas, se darían cuenta de que su vida no era para nada el idilio feliz que a ella le gustaba presumir, y ella, siempre, había vivido de apariencias.Dejando aquellas bolsas escondidas en el enorme closet, Emily se sentaba en la cama. Katherine se había marchado siete años atrás, y ella, haciéndose pasar por una buena amiga para Henry, había tenido la intención de meterse en su cama; lo había engatusado haciéndose pasar por una buena persona que siempre estuvo allí para apoyarlo en medio de su sufrimiento por haber sido traicionado por su esposa, pero, aun así, aquel apuesto magnate no quiso estar con ella. Se había dedicado a perseguir a Henry solo medio año después de que Katherine se marchara, y aun cuando siempre había vivido rodeada de lu
—Será mejor que te sientes, hermano, porque lo voy a decirte, no te va a gustar. — dijo John con seriedad, ya temiendo una reacción de Henry.Mirando Central Park, Henry dio un sorbo de su costoso whisky, mientras un poderoso escalofrió recorriendo su cuerpo. Lo que sea que John aun no le decía, lo había alterado.—Dilo ya. — exigió saber Henry.John negó en silencio. No iba a mentirle a su hermano sobre lo que había logrado averiguar, pero aquella situación que había descubierto, lo decepcionaba aun más de su familia…en especial, de Henry.—Katherine se mudó de Estados Unidos a Inglaterra casi un mes después de lo que paso aquel día. Ella se estableció en Londres junto a su padre, quien es su socio principal en Divane…pero solo dos meses después de su llegada, se la vio embarazada, en ese momento ella no tenía una pareja. Meses después tuvo una cesárea complicada en un hospital público de Londres, y tuvo gemelos, aunque el género no me fue revelado. Con las fechas que tengo, creo que