—¿Y para cuando la boda? —me sonríe.

—Aun no le he pedido que sea mi novia, quiero que sea algo verdaderamente especial, que sea lo primero que recuerde cuando estemos viejos y le cuente a los nietos.

—¿Y ya tienes ideas o necesitas ayuda?

—No tengo idea, pero no quiero la ayuda, no sé cómo podría decirle a eso, pero me gusta que todo venga de mi, para que sepa lo mucho que me importa.

—Y si no lo sabe, es muy ciega —se ríe.

—Tal vez, también es terca y orgullosa como yo, pero me encanta y es tan malcriada que solo me provoca consentirla, no puedo decirle que no muchas veces.

Estoy enamorado, y gusta este sentimiento que tengo hacia ella, me hace sentir vivo.

—Aew… que lindo eres, ¿quién es? ¿La conozco?

—No creo, yo… —me interrumpen.

—Zanetti… a la oficina del director —dijo la secretaria.

—Debo irme. —Me despido de Rebeca con un beso en la mejilla y sigo a la secretaria del director.

Cuando nos detuvimos en su puerta, hizo que pasará primero, luego cerró está.

Él no decí