Finlay. - “¿Que has hecho qué?”- le pregunté casi en shock a mi jefa- asistente, mientras me tomaba el café antes de entrar de nuevo a la vista, tras la llamada que recibí para notificarme que ya estaba entregada la información que había requerido, además de “algo extra”. Mi cara y mi voz alertó a los dos piratas, que me miraron como queriendo saber que había pasado, en especial el cotilla, maruja de Oliver. Pero es que yo no me lo podía creer que mi jefa hubiera decidido, sin decirme nada, tomar cartas en al asunto sobre mi relación con mi diosa, y lo peor es que tras contarme lo que había hecho, y lo que decía la nota que le había puesto en su regalo sorpresa, que lo era hasta para mí, y aún peor, en mi nombre, sólo puede pensar es que esa idea la debía haber tenido yo. Con personas como Penélope encargándose de mis empresas, y de su jefe desastre, tenía el cielo ganado. - “No preguntes, que lo entendiste perfectamente, jefe, así que sólo tienes que esperar a la reacción de
Ailan. Necesité de toda mi fuerza de voluntad para controlarme, y no estar más pendiente de lo que ocurría entre el público, que de lo verdaderamente pasaba frente a mí, en esa sala. Tras sentarme en mi silla, junto a una de las mesas que había para las partes del caso, noté como mi hermano se colocaba a mi lado. - “No estés nerviosa, estoy aquí, no vamos a dejar que éste se salga con la suya.”- volvió a repetirme mi hermano pensando que mi extraña actitud, y la rojez de mis mejillas era provocada, porque mi suegra y mi exmarido estuviera mirándome con odio, y esto me hubiera puesto nerviosa. Pero me era difícil explicarle que eso no volvería a ocurrir nunca, que la Ailan que lo Patel habían conocido, hace una semana que había desaparecido, al contrario la mujer que acaba de descubrir en mi interior, era mucho más peligrosa, decidida, y complicada, esa sí que no se hubiese dejado engañar y avasallar por ninguno de los Patel, estoy hasta segura, de que a la primera que la señora P
Ailan. - “Señoría hasta ahora se ha presentado a mi cliente, como una persona desaprensiva, que tenía la familia sometida, porque creía que era la que aportaba los bienes económicos, aparte de ser una persona infiel que rompió sus votos. En primera instancia, si hubiera sido la persona que tan afanosamente mis colegas han descrito, no es comprensible porque casi todos los gastos, del hogar, joyas, vestidos, fiesta, pago a empleados, todo absolutamente todo era sufragado, por mi clienta pero en ningún momento ninguno de esos pagos fue directamente ella la beneficiada, simplemente iban a mano o bien de su marido, y principalmente a manos de la señora Patel, la madre de Walter Patel.”- dijo mi abogado presentando los informes de ingreso y pago de mis cuentas, mientras algunas personas del público hacían algunas interjecciones de sorpresa. - “Por otro lado”- continuamos mi abogado- “quiero dejar claro que así sea externalizan esos gastos se puede ver que el propio señor Patel, durante
Ailan. Durante quince minutos, trate de explicar, sobre todo a mi padre lo que había pasado, sabía que daba igual como se lo contara a mi padre, se lo iba a tomar mal. Pare él, un desgraciado, había maltratado a su princesa, y el gran Norman Miller quería sangre. Mi madre con sus artes lo calmó, y se aseguró de que yo supiera que mis padres siempre me apoyarían en todo, que el mundo me daría otra oportunidad de ser feliz, y que no me preocupara por mi padre, ella se encargaría de que no hiciera ninguna estupidez. Casi lloré de felicidad, sabía que tenía unos padres maravillosos, y que nunca me fallarían, pero en cierta forma, yo, como hija, sentía que los había decepcionado un poco, ¿o era yo la que me había decepcionado?, no lo sabía, lo que si sabía era que nunca iba cometer los mismos errores, ya no. - “Ailan, los abogados de Walter me ofrecen un trato que te interesa, no pedirán nada de manutención, ni daños, ni indemnización, si nosotros hacemos lo mismo, un divorcio limpi
Ailan. - “¿Quieres ir a celebrar a algún sitio?”- me preguntó Roy mientras nos dirigíamos a nuestros respectivos áticos. - “No hoy prefiero quedarme en casa, con el revuelo que se ha montado hoy, y la esperada llamada de mamá para… ya sabes …. leernos la cartilla…”- le dije a mi hermano, haciéndolo reír, mientras yo me reía también. La habíamos montado bien frente al palacio de justicia. - “… es mejor no forzar la máquina… o la diosa no castigará severamente…”- dije finalmente entre risas, mientras mi hermano, me seguía, aunque aún mantenía ese extraño gesto de sentirse incomodo por algo. Cuando llegué a mi ático de lujo, regalo de mi padre, tuve que correr para ver que me ponía, quedaban horas para que mi Gladiator me recogiera, pero para mí, eran pocas las horas, llamé urgente a Gred, mi estilista, al cual hacía años que no recurría, sólo en ocasiones contadas. - “¡Uhh! ¡Hasta que te apareces, ingrata!, ¿Que es ahora? ¿Cambio de look para pasar desapercibida?, ¿Qué te haga la
Finlay. -“¿Estás seguro de que quieres quedar esta noche con la diosa de la Arquitectura?”- me preguntó Oliver, continuando con las burlas, que llevaban haciéndome desde que vieron a mi diosa en el video dándole una paliza a su exmarido.-“¿No crees que es muy peligroso?, ¿Quieres llevarte a Fred y a sus hombres para protegerte?, no me gustaría verte mañana, después que tu diosa te haya dado una paliza.”- yo permanecía callado, conocía el punto débil de esos dos, y sólo esperaba el momento justos, para aniquilarlos, mientras tanto, me desestresaba en el gimnasio, levantando pesas. Esos dos hacían como si entrenaran, aunque lo único que yo los veía hacer era entretenerse a mi costa. -“Tranquilo, Connor, yo estoy contigo, lo principal es reconocerlo y no avergonzarte, seguro que hay grupos de ayuda para los hombres maltratados, por sus diosas.”- decían Sean, que no había parado de reírse desde que había visto a mis diosa dándole una patada en la cara de ese gilipollas.- Una pregunta
Ailan. - “¿Pasa algo? Se ha quedado mudo, señor Alacintye.”- le pregunté, al atractivo hombre cayado y rígido que me miraba, como si algo extraordinario, y peligroso estuviera delante de él, al mismo tiempo que me esperaba junto a un Lamborghini Sesto Elemento, el coche de ensueño de mi hermano Marcus, el que siempre había querido, pero la diosa Miller hizo uso su veto, para que se quitara la idea de la cabeza. Comenzaba a preocuparme por como ese atractivo hombre, con un traje gris ajustado a su musculoso cuerpo, y una camisa negra de seda hecha a mediada, me miraba, aunque para ser sincera, yo también tenía ciertas dificultades para coordinar mis palabras, sobre todo porque estaba hambrienta, y ese ser tan atractivo que estaba delante de mí, era totalmente comestible, un majar de para los dioses. Agradecí a mi hada madrina, Gred Watson que me hubiera puesta esta capucha tipo los Vulturis de Crepúsculo, que no dejaba ver mi cara, ni cuando yo alzaba mi cuello, porque como siempre
Finlay. - “Conoces a Oliver Duncan, por lo que veo.”- me preguntó la tentadora Helena de Troya que tenía delante, mientras no sentábamos en la mesa que había elegido Penélope, junto al gran ventanal del restaurante, donde la imagen de un espectacular Londres iluminada, destacaba como un maldito cuadro. Era fácilmente saber porque muchos hombres murieron por esa descarda griega, si Helen hubiera sido la mitad de tentadora que Ailan Caroline Miller, es comprensible que esa guerra durara cien años Antes de contestarle, y para controlarme, mire mi Rolex, mientras respiraba profundamente, no ayudaba nada que para calmarme que, desde que había visto a esa mujer, una inconveniente y dolorosa erección me hiciera contiende lo que esa mujer me hacía sentir. Necesitaba asegurarme cuantos minutos, horas o años llevaba esta ardiente tortura afectándome, y tuve que volver a mirar el reloj dos veces cuando me di cuenta de que no llevábamos ni media hora juntos, ¡y a mí que me parecía una etern