Ailan.Cuando desperté esa mañana, ya tenía como trece mensajes en mi móvil, cinco de ellos eran de un desesperado de Arturo, pidiéndome explicaciones de lo que había pasado con Walter, como supuse los malditos chivatos de Murdock y Conway habían cantado como canarios.Siete mensajes eran Finlay, los dos primeros era suaves pero impaciente, deseaba saber dónde estaba, y si me encontraba bien, el resto no era sí, más bien me sorprendió el tono que usó en los audios que me envió, normalmente ese hombre era frio controlado y letal, pero sus mensajes demostraban que estaba al límite de matar a alguien, se mostraba enfurecido y exigente, y oyendo sus mensajes, supe la razón.Al parecer, junto a esos canarios cantarines, estaban el guapo y buenorro de Murray Campbell, el actor más sexy de Hollywood,
Ailan.- “Pediría que me pellizcarais en este momento, pero seguro que, en venganza, Roy me dejaría una marca que duraría semanas. ¿Qué ha cambiado aquí? Empiecen a hablar. ¿Te ha chantajeado, o algo, Hanna Banana?”- pregunte intentando encontrar una explicación que mi mente aceptara.- “¿Hanna Banana? ¿Se puede saber porque llamas a mi novia como un maldito personaje de una canción de cuando eras adolescente, esa que cantaba ese producto Disney, p
Ailan. - "Decididamente esto no es lo mío"- me dijo Hanna mirándome a mí y a los escoltas que nos rodeaban, su voz tenía algo de súplica, después de la maratón de compras al que la había sometido a mi futura cuñada, mi hermano debía de estar temblando al ver los gastos, ante la posibilidad que yo estuviera enfadada, seguro que en breve me llamaría, aunque todo esto no era mío. Miraba las vistas a través del cristal del ascensor a medida que subíamos, para almorzar en el restaurante más famoso de Londres, lógicamente estaba en centro comercial perteneciente a mi familia, centro comercial que yo, seguida por una quejosa Hanna, había quemado a compras. Cuando llegamos al restaurante quisieron llevarnos a un comedor privado, pero yo sabía que las vistas del comedor principal eran las mejores, así que solicité una mesa junto a los grandes ventanales, que ocupaban toda la pared exterior del local. - "¿Cómo puedes vivir así, con tanto escolta?"- me pregunto Hanna en bajo mientras nos sen
Ailan. - "¿Gladiator?"- me preguntó Hanna mientras yo cobardemente bajé la cabeza, no podía mirar a ese hombre, o la pervertida se apoderaba de mí de nuevo, el poder que tenía ese hombre en mis hormonas era letal. - "Es una larga historia, tengo que salir de aquí, me juré que bailaría desnuda delante de una multitud antes que volver a verlo, y de eso, sólo han pasado veinticuatro horas"- le dije intentado moverme de mi silla sin ser vista, como si Gladiator fuera la Rex de Jurassic Park y el mínimo movimiento le hiciera atacarme. - "Pues con el ritmo que llevas con tu Gladiator, como no cierres lo ojos, cuando te lo llevas a la cama, no sé cómo lo vas a hacer, guapa. Por cierto, ¿Se te da bien bailar desnuda en público? ¿Va a ser una danza tipo los doce velos, o al estilo Nueve semanas y media? Lo digo para no perdérmelo."- la risa contenida de Hanna no ayudaba yo estaba desesperada. - "Muy graciosa, tengo que salir de aquí como sea"- le dije, pero la voz en forma de orden ineludi
Finlay. - “Bien, y ahora vamos a ponernos al día, creo que ustedes tres, tienen algunas cuentas que saldar, y de aquí no me iré, sin haberlas cobrado”- dijo mi cuñado haciendo que mi sed de venganza ebullera dentro de mí. Sabía que la sonrisa que tenía dibujada en mi cara daba miedo, suelo utilizarla para comunicarle a mi adversario que sus minutos de vida había llegado a su fin, que voy a destrozarlo sin contemplaciones, es algo que no puedo evitar, mi parte maligna de CEO despiadado, y mis genes de guerrero escoces de las Highlander se había despertado, reclamando por la sangre del enemigo. Además, no era el único, por la forma de mirar del CEO del Grupo Miller, Roy William Miller, a esas tres ratas le quedaban minutos de disfrutar de esa vida de lujos y despreocupaciones que habían conocido hasta ahora. - "¿Y tú quién eres para habl...?"- la voz de esa entrometida se apagó poco a poco mientras miraba la sonrisa diabólica que dibujo mi
Ailan. - “No creas que de esta se va a librar tu jefe Fred, ya puedes ir avisando a su familia que hasta hoy llegó la vida de Finlay Alacintye, que busquen otro CEO que lleve M.F.P. Global, porque el actual, muere esta noche.”- sabía que gritarle desde la parte de atrás de la limusina al jefe de escoltas del Gladiator era una estupidez por mi parte, ellos sólo obedecen órdenes, pero tenía que desahogarme con alguien. Todavía no podía creer que ese estúpido de Finlay y el idiota de mi hermano se hubieran aliado para sacarnos del restaurante, de esa forma. Quería romperle la cara a esa estúpida rubia, y a la madre del ex de Hanna, por meterse con mi amiga. Pero al parecer, esos machitos CEOs, como si nosotras fuéramos unas damiselas débiles que necesitaban la protección de sus caballeros, se había entrometido sin pedírselo, además, ¿a que venía eso de que ordenaran a nuestros escoltas que nos sacaran del restaurante?, y en encima gritan a todo pulmón que éramos sus mujeres, yo no pert
Finlay. - “Señor ese es el mensaje que me ha dejado la señora Alacintye, para usted.”- me dijo Fred cuando me llamó, mientras me dirigía al ático de la mujer que yo sabía claramente que me iba hacer pasar un infierno para que me perdonara. Esto era lo malo de enamorarte de una mujer fuerte y decidida como mi diosa, Ailan era el ser más orgulloso, independiente y castigador que yo había conocido, ese fuego que la envolvía y me tenía loco de amor, también era un problema cuando esa mujer se enfada, o le cegaba la ira. - “Cambio, vamos a esta dirección, y rápido, mi vida depende de ello.”- le dije al chofer, mientras me preparaba mentalmente para lo que esa peligrosa mujer, y su aún más peligrosa cabeza, tuvieran preparado. Nada más llegar, y dar mi nombre, fui invitado a entrar para dirigirme al ático, mientras veía a mis escoltas, y los escoltas Ailan, colocados en sus puestos, ese edificio estaba más protegido que Forntnox. Nada más llegar ático, vi que la puerta estaba abierta,
Ailan. - “Desconecta la electricidad del ático unos segundos”- al oir estas palabras de su boca lo comprendí todo. Fueron una sentencia a mi estupidez, ¿cómo se me había podido pasar eso?, ¿cómo había podido caer en mi propia trampa? Me sentí como en escorpión que, en sus ansias por acabar con su adversario, se terminó picando así mismo, y muriendo por su propio veneno. Intente poner el pestillo mecánico que tenía la puerta, pero como siempre, ese hombre fue mucho más rápido que yo. En segundos me encontré en sus brazos totalmente desnuda, y paralizada por su mirada, que describía todo lo que pensaba hacerme por haber traspasado ciertos límites, que ese hombre ya no contenía. - “Comprendo que me merezco el castigo por ir de machito mandón y controlador, pero eso mi diosa, déjemelos para mañana, incluso me puedes castigar toda la vida si quieres, ahora sólo te necesito a ti, y esta necesidad hace rato que ha sobrepasado miles de fronteras, hasta volverse ineludibles.”- me dijo ant