Ailan. - “Ven a pasar las navidades conmigo a Escocia, quiero tenerte a mi lado.”- ese era el mensaje número veinte que recibía desde hacía más de tres horas, un mensaje que se había repetido en más de cinco veces de esas veinte. Me negué a coger el móvil de ese estúpido de Finlay, no quería ni verlo, si él quería ir de machito, nada tenía que ver conmigo, además, la media hora que esperé para saber algo de ese hombre, en el enfrentamiento con mi hermano, tuvieron un efecto contrario sobre mí. Me sentía nerviosa, e insegura, sentir que me preocupaba por Gladiator, estaba derribando muchas barreras que yo aun no deseaba que cayera, porque me sentía débil, en peligro de caer. Era demasiado pronto, todo con ese hombre iba demasiado rápido, y yo, en ocasiones, no me sentía lista, dispuesta, pese a que había aceptado el reto. Algo dentro de mí me advertía que con Finlay, había muchas posibilidades de que perdiera, que cayera rendida ante él, y el miedo, que intentaba negarme a sentir
Narrador. - “¿Vermont esa no es la mujer que pretendes hacer tu esposa? La que quieres robarle al bárbaro de Alacintye .”- le dijo Conrad Montgomery, un actor reconocido, mirando a Ailan que estaba entre un grupo de top model. Sir Vermont Lascalles miró a esa mujer, era una auténtica belleza el perfecto trofeo para un hombre de su clase, y prestigio. Su mayor aliciente seria arrebatarle al estúpido de Alacintye su mujer. - “Llama al camarero que le llevé una botella de champaña más caro que tenga, y que le diga que se lo envió yo, porque estoy rendido por su belleza.”- dijo Vermont a William Ferguson, el conde Ferguson, y este hizo una señal a un camarero para que se acercara. Tras trasmitirle la orden, los tres aristócratas ingleses sólo permanecieron, a la expectativa para ver la reacción de la que ellos deseaban que fuera la futura Lady Lascalles - “Espera ese no es el exmarido de tu prometida Vermont, esta junto al estúpida de Candice Bernard, la loca del sado.”- dijo William
Ailan.Cuando desperté esa mañana, ya tenía como trece mensajes en mi móvil, cinco de ellos eran de un desesperado de Arturo, pidiéndome explicaciones de lo que había pasado con Walter, como supuse los malditos chivatos de Murdock y Conway habían cantado como canarios.Siete mensajes eran Finlay, los dos primeros era suaves pero impaciente, deseaba saber dónde estaba, y si me encontraba bien, el resto no era sí, más bien me sorprendió el tono que usó en los audios que me envió, normalmente ese hombre era frio controlado y letal, pero sus mensajes demostraban que estaba al límite de matar a alguien, se mostraba enfurecido y exigente, y oyendo sus mensajes, supe la razón.Al parecer, junto a esos canarios cantarines, estaban el guapo y buenorro de Murray Campbell, el actor más sexy de Hollywood,
Ailan.- “Pediría que me pellizcarais en este momento, pero seguro que, en venganza, Roy me dejaría una marca que duraría semanas. ¿Qué ha cambiado aquí? Empiecen a hablar. ¿Te ha chantajeado, o algo, Hanna Banana?”- pregunte intentando encontrar una explicación que mi mente aceptara.- “¿Hanna Banana? ¿Se puede saber porque llamas a mi novia como un maldito personaje de una canción de cuando eras adolescente, esa que cantaba ese producto Disney, p
Ailan. - "Decididamente esto no es lo mío"- me dijo Hanna mirándome a mí y a los escoltas que nos rodeaban, su voz tenía algo de súplica, después de la maratón de compras al que la había sometido a mi futura cuñada, mi hermano debía de estar temblando al ver los gastos, ante la posibilidad que yo estuviera enfadada, seguro que en breve me llamaría, aunque todo esto no era mío. Miraba las vistas a través del cristal del ascensor a medida que subíamos, para almorzar en el restaurante más famoso de Londres, lógicamente estaba en centro comercial perteneciente a mi familia, centro comercial que yo, seguida por una quejosa Hanna, había quemado a compras. Cuando llegamos al restaurante quisieron llevarnos a un comedor privado, pero yo sabía que las vistas del comedor principal eran las mejores, así que solicité una mesa junto a los grandes ventanales, que ocupaban toda la pared exterior del local. - "¿Cómo puedes vivir así, con tanto escolta?"- me pregunto Hanna en bajo mientras nos sen
Ailan. - "¿Gladiator?"- me preguntó Hanna mientras yo cobardemente bajé la cabeza, no podía mirar a ese hombre, o la pervertida se apoderaba de mí de nuevo, el poder que tenía ese hombre en mis hormonas era letal. - "Es una larga historia, tengo que salir de aquí, me juré que bailaría desnuda delante de una multitud antes que volver a verlo, y de eso, sólo han pasado veinticuatro horas"- le dije intentado moverme de mi silla sin ser vista, como si Gladiator fuera la Rex de Jurassic Park y el mínimo movimiento le hiciera atacarme. - "Pues con el ritmo que llevas con tu Gladiator, como no cierres lo ojos, cuando te lo llevas a la cama, no sé cómo lo vas a hacer, guapa. Por cierto, ¿Se te da bien bailar desnuda en público? ¿Va a ser una danza tipo los doce velos, o al estilo Nueve semanas y media? Lo digo para no perdérmelo."- la risa contenida de Hanna no ayudaba yo estaba desesperada. - "Muy graciosa, tengo que salir de aquí como sea"- le dije, pero la voz en forma de orden ineludi
Finlay. - “Bien, y ahora vamos a ponernos al día, creo que ustedes tres, tienen algunas cuentas que saldar, y de aquí no me iré, sin haberlas cobrado”- dijo mi cuñado haciendo que mi sed de venganza ebullera dentro de mí. Sabía que la sonrisa que tenía dibujada en mi cara daba miedo, suelo utilizarla para comunicarle a mi adversario que sus minutos de vida había llegado a su fin, que voy a destrozarlo sin contemplaciones, es algo que no puedo evitar, mi parte maligna de CEO despiadado, y mis genes de guerrero escoces de las Highlander se había despertado, reclamando por la sangre del enemigo. Además, no era el único, por la forma de mirar del CEO del Grupo Miller, Roy William Miller, a esas tres ratas le quedaban minutos de disfrutar de esa vida de lujos y despreocupaciones que habían conocido hasta ahora. - "¿Y tú quién eres para habl...?"- la voz de esa entrometida se apagó poco a poco mientras miraba la sonrisa diabólica que dibujo mi
Ailan. - “No creas que de esta se va a librar tu jefe Fred, ya puedes ir avisando a su familia que hasta hoy llegó la vida de Finlay Alacintye, que busquen otro CEO que lleve M.F.P. Global, porque el actual, muere esta noche.”- sabía que gritarle desde la parte de atrás de la limusina al jefe de escoltas del Gladiator era una estupidez por mi parte, ellos sólo obedecen órdenes, pero tenía que desahogarme con alguien. Todavía no podía creer que ese estúpido de Finlay y el idiota de mi hermano se hubieran aliado para sacarnos del restaurante, de esa forma. Quería romperle la cara a esa estúpida rubia, y a la madre del ex de Hanna, por meterse con mi amiga. Pero al parecer, esos machitos CEOs, como si nosotras fuéramos unas damiselas débiles que necesitaban la protección de sus caballeros, se había entrometido sin pedírselo, además, ¿a que venía eso de que ordenaran a nuestros escoltas que nos sacaran del restaurante?, y en encima gritan a todo pulmón que éramos sus mujeres, yo no pert